La epopeya de Víctor Álvarez
El lateral ha vuelto a jugar con el Espanyol seis meses después de ser operado del corazón
A Víctor Álvarez (Sant Vicenç de Montalt, 1993) le sorprendió que la prueba cardiológica de rutina que estaba realizando en la pretemporada del curso 2012-2013, durara más que la del resto sus compañeros. “En ese momento no le di importancia”, cuenta el lateral; “luego me comunicaron que tenía un problemilla y ahí fue cuando me asusté… Enseguida llamé a mi padre y a Magic Díaz [su presentante], ellos me tranquilizaron”. El problemilla era una anomalía en la válvula aórtica del corazón. Con menos de 20 partidos en la Primera División y en plena ascendencia en su carrera deportiva, el canterano debía realizar un pit stop. El pasado 23 de mayo fue operado en el Hospital ClÍnic. Tan solo una pequeña parada en boxes para volver a correr, porque el domingo frente al Rayo (1-4) reapareció desde el inicio con la zamarra del Espanyol. “Para él fue como volver a debutar”, aseguran desde el vestuario. El chaval de la sonrisa tímida volvía a reír.
“Siempre es difícil tener que comunicarle a un paciente una decisión de este tipo y mucho más si es a un joven de 19 años. Y es un deportista profesional cuya carrera estaba en riesgo. Pero si quería seguir jugando, se tenía que operar”, asegura la doctora Marta Sitges del Hospital ClÍnic, que estuvo en el equipo médico de la operación. “Tengo muy presente la imagen previa a la cirugía, porque no sabes lo que va a pasar: ‘¡Te van a abrir el corazón, no te van a sacar un muela, hijo!’. Fue muy fuerte y no es que fuéramos escépticos, pero pensábamos que podía ser difícil que volviese a jugar”, revela Javier Aguirre.
Es el lateral del futuro Capdevila
Víctor tenía claro que debía pasar por el quirófano, pero irradiaba tranquilidad. Solo había compartido su problema con su círculo más cercano, la secretaría técnica del club y el entrenador. “Hasta que llegó la semana previa no le di demasiadas vueltas. Luego me quedé más pensativo. Y en el momento más difícil fue cuando se lo conté a mis compañeros…”, dice el lateral. En el vestuario de la ciudad deportiva Dani Jarque, Álvarez reunió al grupo y les comunicó la noticia unos días antes de la operación. El vestuario enmudeció y el defensa no se pudo contener más. “Cuando vimos que él se emocionó fue un palo muy duro. Quieras o no, siempre asusta una operación de corazón”, cuentan desde el grupo.
A Víctor lo arroparon sus compañeros, pero también el club, que a sabiendas de que el jugador debía pasar por el quirófano, en marzo le prolongó su contrato hasta 2017. “Nunca estuvo en duda su renovación, él ya se la había ganado en el campo”, aseguran desde la secretaría técnica. Llegó al Espanyol con 14 años, tras decidir marcharse de la Masía. “No me sentía cómodo, ni disfrutaba del fútbol que es lo que buscas a esa edad”, justifica. Y desde su llegada al conjunto blanquiazul se consolidó como una de las promesas de la casa. “Es un grandísimo jugador. Ya lo ha demostrado en el primer equipo y tiene mucha proyección”, afirma Raúl Longhi, el que fuera su técnico en el filial. “Víctor es el lateral del futuro”, suma Capdevila.
Las primeras tres semanas tras la operación fueron las más duras. “Estaba muy débil. No salía de mi casa y si quería estornudar, tenía que apretarme una almohada contra el pecho para que no me doliera”. Dos meses después de pasar por el quirófano, Víctor se reencontró con el balón en la pretemporada. Semana a semana, el lateral fue recuperando fuerzas, hasta que en septiembre comenzó a entrenarse a la par del grupo. “El tiempo que más largo se me hizo fue desde que trabajo con mis compañeros hasta el otro día que jugué”, afirma Álvarez. “Cuando lo ves sin la camiseta con una rajada en el medio del pecho, piensas: 'Caray, ¿este juega al fútbol?”, bromea Aguirre; “Víctor se lo merece. Es un ejemplo de vigor, de templanza y de vida”. Y la doctora Sitges no puede contener la emoción: “Fue una inmensa alegría verlo jugar el domingo”.
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