Nilton Santos, la enciclopedia del lateral moderno
Fue el precursor de uno de los rasgos de identidad de la selección brasileña, los defensas que también atacaban
“Cuánta majestuosidad en el trato del balón. El chico nunca hizo un feo al balón, hacía arte. Nilton Santos no era un jugador de fútbol, era una exclamación”. Con la descripción que de él hizo el legendario cronista brasileño Armando Nogueria homenajeaba la página web del Botafogo a Nilton Santos, fallecido el miércoles a los 88 años de una afección pulmonar. Considerado el mejor lateral izquierdo de la historia, La enciclopedia del fútbol, sobrenombre que respondía a su conocimiento del juego, fue el precursor de lo que luego terminaría por ser un rasgo de identidad del fútbol brasileño, su escuela de laterales ofensivos. Aunque no jugó ni un partido, fue uno de los pocos jugadores que sobrevivió a la tragedia brasileña del Maracanazo, participando posteriormente en los Mundiales de Suiza 54, Suecia 58 y Chile 62. De estos dos últimos salió campeón y como uno de los líderes espirituales de La Canarinha, lo que le valió ser uno de los jugadores más respetados de la historia del fútbol brasileño junto a Pelé y Garrincha. A Nilton Santos la leyenda le achaca el descubrimiento del segundo. Garrincha fue a probar al Botafogo tras ser rechazado por el Vasco de Gama y el São Cristovão por sus piernas torcidas. Un túnel y la tortura de regates a la que fue sometido llevaron a Nilton Santos a decirle a Gentil, su entrenador: “Contratad a este chico porque no quiero volver a jugar contra él”.
Su vocación ofensiva le llevó a enfrentarse con Flavio Costa, el seleccionador de Brasil en el Maracanazo. “Decía que mis botas eran blandas para ser un defensa y que debía jugar con unas más duras en la punta, pero le contesté que no necesitaba pegarle con rabia a la pelota. Sabía que no jugaría con él”.
Contra Austria en el Mundial de Suecia decidió descolgarse en ataque pese a la opinión de su técnico. Marcó el segundo gol
Su gol a Austria en el Mundial de Suecia, que enseñó al mundo esa nueva versión del defensa que también atacaba, también respondió a un acto de rebeldía táctica. Con 1-0 a favor decidió descolgarse en ataque pese a las recriminaciones del técnico, Feola, que cuando vio que marcaba el 2-0 transformó su bronca en un festejo de reconocimiento. Tanto que inspiró a Eduardo Galeano en su libro Fútbol a sol y sombra, donde lo describió así: “¡Vuelve, vuelve! Y Nilton, imperturbable, continuaba su carrera hacia el área rival. El gordo Feola, desesperado, se agarraba la cabeza, pero Nilton no pasó la pelota a ningún delantero: hizo la jugada él, solito, y la culminó con un golazo. Entonces Feola, feliz, comentó: "¿Vieron? ¿No les dije? ¡Este sí que sabe!".
En ese mismo campeonato, Didí se había declarado en huelga de hambre porque no dejaban que su mujer estuviera en la concentración. Nilton Santos robaba comida del restaurante del hotel para que el cerebro majestuosos de aquella selección, a escondidas, pudiera competir nutrido. En Chile 62, ante la lesión de Pelé, y la necesidad de que su amigo Garrincha asumiera el peso ofensivo del juego, le picaba antes de los partidos. "Antes de cada partido, yo le decía que un defensor del equipo adversario había afirmado que lograría frenarlo. Él se ponía furioso: '¿Quién es?', me preguntaba. Yo le decía: 'No sé identificarlo, por las dudas, trata de pasar por todos'. Y él lo hacía. Lo hizo todo. Era fantástico, diferente de todos. Normalmente, los delanteros tratan de eludir a los marcadores, de desviarse de ellos. Garrincha, no: le divertía enfrentarlos, pasar por ellos. Jugaba siempre como si estuviera en su pueblo", relató en una entrevista a la DPA, en la que también abordó una de las jugadas más polémicas de aquel Mundial sucedida contra España en el último partido de la primera fase que decidía la clasificación para los cuartos de final. Derribó a Collar en el área, pero se valió de una artimaña para que no fuera señalada la pena máxima. “Yo casi nunca cometía penaltis, pero ese día, cuando España ganaba por 1-0, yo paré con penal un contraataque de ellos. De inmediato di un paso adelante y levanté los brazos. El árbitro estaba lejos y pitó tiro libre. Si España hubiese marcado el segundo gol, nosotros habríamos sido eliminados. El título lo empezamos a ganar allí". En esa cita de Chile también fue un gran apoyo para Amarildo, que tuvo que soportar la presión de ser el sustituto de Pelé desde el segundo partido por la lesión de este ante Checoslovaquia: "Le dije que nadie esperaba que hiciera lo mismo que Pelé, y que él debería solamente jugar como hacía en el Botafogo, y traté de vigilarlo de cerca porque su temperamento era muy fuerte".
El Mundial de Chile, con 37 años, fue su gran despedida del fútbol como internacional, aunque siguió jugando en el Botafogo dos tempordas más para retirarse en el único club que defendió y con el que ganó cuatro campeonatos cariocas –la que por entonces era potente Liga de Río de Janeiro (1947-58-61 y 62)–, y uno interestatal (1962) que enfrentaba a los campeones estatales. El haber sido un one club man llevó a convertir en el día del Botafogo su fecha de nacimiento, el 16 de mayo de 1925.
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