Francia triunfa con el corazón

Veinte años y dos días después del fiasco de 1993, cuando un gol en el último minuto del búlgaro Kostadinov apeó del Mundial de Estados Unidos a la selección de Michel Platini, Francia se tomó anoche la revancha y sacó sus billetes para Brasil con una remontada eléctrica ante Ucrania. En un partido planteado a tumba abierta por Didier Deschamps, los bleus superaron a una Ucrania que vivió en el filo, demasiado colgada de su larguero. Francia intentó penetrar en el muro amarillo por todas las vías posibles, desde la electricidad de Ribéry, la calma de Benzema y el bullicio de Valbuena. Y jugó por fin intensa, decidida y afilada. Creó ocasiones a un ritmo constante, achuchó mucho en algunos pasajes, y casi siempre pareció tener la entidad suficiente como para remontar el 2-0 de Kiev. Fue la primera vez en la historia de una repesca del Mundial que alguien supera un 2-0, y esa gloria fue una bendición para un país que llegó a la cita entre el escepticismo y la cólera.

La selección tricolor, denostada por su público antes del partido por su supuesta falta de compromiso, recibió el apoyo del presidente de la República, François Hollande, y de la oposición de centro derecha. En el campo, 80.000 espectadores apretaron como fieras desde el saque inicial. Unos y otros habían pedido unidad a los depresivos muchachos del equipo de Francia. Deschamps cambió el 4-3-2-1 por un 4-3-3 muy dinámico, con Valbuena de enganche, tratando de conservar y recuperar rápido la pelota con Cabaye, y de aprovechar las llegadas de Pogba desde el medio.

El plan funcionó por aplastamiento, a trancas y barrancas, en parte gracias a la propia sobreexcitación de los azules: en el minuto dos Francia ya había creado dos ocasiones seguidas, pero el portero ucranio sacó una mano milagrosa y un instante después nadie supo rematar un centro raso y con veneno de Benzema que se paseó por el área pequeña.

Consciente de que la apuesta era a todo o nada, el técnico francés había modificado más de medio equipo. Benzema entró por Giroud y estuvo algo menos indolente de lo habitual. Ribéry le puso ganas y desborde. Varane se blindó atrás con el zurdo Sakho, y los dos subieron a rematar los balones bombeados por Valbuena, aunque fue Pogba el que echó fuera un remate franco a los ocho minutos y Benzema el que cabeceó alto poco después.

Hollande celebró el tanto del madridista como si fuera un crío en el palco

Conscientes del drama que suponía no remontar, los franceses corrieron más que pensaron, aunque hilaron algunas combinaciones eléctricas. Ucrania nunca pudo parar el juego porque Cabaye y Pogba se hincharon a barrer. Aunque Francia dominó sin excesivo peligro, tras defender tres córners seguidos, el gol que anunciaba Ipanema llegó de forma inesperada. Una falta tirada por Valbuena fue rechazada, Ribéry largó un tiro raso que el meta ucranio no sujetó y Sakho coló el rechace casi sin ángulo.

Las 25.000 banderas tricolores regaladas por la Federación tocaron a rebato, y en enseguida el asistente anuló un gol legal de Benzema a pase de Ribéry. El asalto se prolongó con un chutazo de Valbuena que sacó Pyatov, y en el 33 el línea compensó su error y dio validez al gol del delantero-poeta, en palmaria posición ilegal. Hollande lo celebró como un crío en el palco, y el gentío cantó La Marsellesa dos veces y botó como en el Calderón. Difícil imaginar qué harían los dueños de TF1, la cadena privada que había pagado 130 millones de euros por los derechos del Mundial.

El primer tiempo se hizo eterno para los ucranios, incapaces de dar tres pases seguidos ante la desconocida garra gala. Y el primer minuto del segundo supuso su condena: el central Khacheridhi cazó en una contra a Ribéry: segunda amarilla y a la ducha. Solo faltaba esperar el gol de la gloire o un nuevo kostadinazo. Pudo llegar en el 69, pero Lloris estuvo listo. Y en el 71, el central Sakho se convirtió en el héroe que esperaba Francia. El chico del Liverpool marcó casi sin querer, con la pierna de madera, pero el trauma del 93 quedó conjurado y La Marsellesa atronó como nunca. La Francia mestiza, solidaria y comprometida estaba de vuelta. Ahora falta ver lo que dura.