Rakitic las pone, el Sevilla remata
El medio descompone con su pie y las jugadas a balón parado a un Espanyol huérfano de ideas y fútbol
El Espanyol ha perdido el paso, desteñido en una competición que se le queda grande, al menos la sugerida por el presidente que auguró la pugna por Europa. Lejos de tejer fútbol, se limita a cerrar huecos en la retaguardia para usar después el pelotazo, colgados de la inspiración puntual de Sergio García. De poco sirvió que se corrigiera Aguirre en el entreacto, que persiguiera el triunfo con el balón y no con el reloj; la defensa no acompaña y la puntería la puso el Sevilla, atornillado en su campo y sin apenas juego, pero con Rakitic atómico a balón parado y con Bacca como estilete. Un triunfo que aligera el peso sobre el cogote de Emery, que respira antes del derbi, y que pone al técnico blanquiazul en entredicho, con cuatro puntos de los últimos 24 disputados.
Persiste Aguirre en su particular librillo del palo y la zanahoria, con titulares sentados en la grada al siguiente duelo y viceversa, una estrategia que no otorga ritmo ni confianza, tampoco réditos. Como ocurre con Pizzi, que ha perdido el protagonismo en el césped y en las alineaciones; como le sucedió a Torje, que pidió turno en el Camp Nou con un partido espléndido y que vio el encuentro desde las butacas de Cornellà; y como le pasa a Córdoba, que fue titular frente al Málaga para ser el mejor, después sentado y solo recuperado para la causa frente al Sevilla y a última hora. Todo un baile de piezas que mantiene activo al equipo pero le resta competitividad y gancho; todo un zapateado de tácticas sin dar con la tecla.
ESPANYOL,1- SEVILLA, 3
Espanyol: Casilla; Javi López, Sidnei, Héctor Moreno, Fuentes; Raúl Rodríguez; Lanzarote (Thievy, m. 50), Víctor Sánchez, Abraham (Córdoba, m. 46), Simão (Pizzi, m. 70); y Sergio García. No utilizados: Germán; Capdevila, Colotto y Álex.
Sevilla: Beto; Figueiras, Fazio, Pareja (Cristóforo, m. 53), Moreno; Iborra, Carriço; Jairo (Perotti, m. 76), Rakitic, Vitolo (Reyes, m. 89); y Bacca. No utilizados: Javi Varas; Navarro, Coke y Rusescu.
Goles: 0-1. M. 3. Fazio. 0-2. M. 9. Vitolo. 1-2. M. 23. Sergio García. 1-3. M. 58. Bacca.
Árbitro: Ayza Gámez amonestó Pareja, Sidnei, Cristóforo y Javi López. Doble tarjeta amarilla a Víctor Sánchez (m. 84).
Estadio Cornellà-El Prat. 21.853 espectadores.
Más compacto se presentó el Sevilla, aunque juega a trompicones, demasiado comedido para el talento que atesora –el rondo de los suplentes antes del partido tuvo caños, pases aéreos y de todos los colores- y febrilmente dependiente de Rakitic. Una exigencia, en cualquier caso, que coge color porque el suizo-croata, lejos de quedarse encorsetado en el eje, actúa liberado en la mediapunta. Su trascendencia, sin embargo, no llegó solo en las jugadas trenzadas, puesto que Emery insiste en el pase largo a la carrera de Bacca, en contras estériles acompañados desde los costados. Pero sí que es capital a balón parado, musa inagotable.
Contó Rakitic dos faltas que rozaron el poste y una más lejana que sonrojó al Espanyol y a Sidnei. Fue al abrir el telón, en una jugada de estrategia que simuló colgar a la olla pero que la puso en paralelo a la carrera de Fazio. Ganó el argentino sobre Sidnei el salto y el balón para cruzarlo ante la media salida de Casilla, para enviar el cuero a la red. Manos a la cabeza de Aguirre y del Espanyol, con las legañas en los ojos. Tantas, que las penalizó el Sevilla, que se expresó de nuevo en un saque de esquina. Lo lanzó Rakitic, nadie lo repelió y el esférico lo meció Vitolo, ya en el segundo palo, con tiempo y espacio para el recorte y perfilarse. Chut delicado, rosca envenenada, y segunda diana. Jauja del bueno para el Sevilla a balón parado, que sorprendió en otras dos ocasiones a Casilla, con un remate cruzado de Fazio y otro desviado de Vitolo.
Conforme con la fatalidad, el Espanyol apenas rechistó. De poco sirvieron las carreras de Simão y de Lanzarote, sin un aspersor que les ofreciera balones en condiciones. Menos absorbió Sergio García, la soledad hecha en persona. Pero el delantero, sobre todo en el Espanyol, es ocasional. Le alcanzó con dos pases interiores. En el primero sacó una falta peligrosa de Pareja; en el segundo, lo sentó con el quiebro y cruzó ante la salida de Beto. Un gol, una esperanza. Por eso estiró las líneas y removió de nuevo la libreta Aguirre en el segundo acto (pasó del 4-1-4-1 al 4-4-2), otra corrección a un mal planteamiento. Sacó a Córdoba y Thievy para quitar un mediocentro y poner a dos puntas. Una variante que Córdoba casi valida, en un pase interior a Víctor Sánchez que no atinó a resolver.
La pega al atrevimiento, sin embargo, fue que el Espanyol se partió. Por lo que Rakitic se la dio a Bacca para que embistiera desde el centro del campo. Marcado tan mal como lejos, Bacca autografió una carrera y un autopase estupendos, un gol soberbio que definió a la demacrada zaga blanquiazul. Con poco hizo mucho el Sevilla y sin nada se quedó el Espanyol, huérfano de táctica, continuidad y fútbol.
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