Rosell defiende a Rosell
El Barça se espesa con Messi tieso y su presidente se revuelve contra las críticas El Real Madrid es un coladero, mientras el Atlético, con Villa y Costa al frente, no tiene freno
Cuando aún no se han apagado del todo los ecos de Mourinho y el pseudomadridismo, sostiene Sandro Rosell, presidente azulgrana, que las críticas al juego de su equipo obedecen a que “hay gente que tiene ganas de que el Barça no vaya bien”. Un maquillaje propio de otro siglo. Ya el nuñismo aireaba las conspiraciones en blanco y negro.
Olvida Rosell que la brillante herencia que ha recibido no se construyó con lloreras, sino con gente como Cruyff y Guardiola, revolucionarios sin complejos con lo ajeno. Con ellos, el Barça creció a partir del Barça. Y tuvo efecto externo. En paralelo, el Real Madrid se apartó del Real Madrid y poco a poco camufló sus males con un supuesto partidismo general en favor de su gran adversario. Si el Madrid aún no se ha sacudido del todo la obsesión, con palabras como las de Rosell el Barça lleva camino de padecer similar trastorno. Aunque ganara la Liga, el equipo se dejó ir el curso anterior y hoy es un líder desteñido. El Barça era más que los resultados, por eso tuvo tan merecidos elogios. Ahora debería esponjar las críticas deportivas, sin camisetas.
Sorprende comprobar que la única y leve autocrítica en los dos clubes se haya oído a sus técnicos. “Estamos lejos de la excelencia”, dijo Martino tras el pestiño de su equipo ante el Espanyol. “El segundo tiempo fue un desastre”, subrayó Ancelotti tras el esperpento en Vallecas, donde el italiano no pudo menos que aplaudir en público a su extraordinario colega Paco Jémez, lo que honra con creces al caballero Ancelotti.
Así están las cosas en estos dos gigantes, protagonistas de un bipartidismo que les lleva a la imperfección. Su tránsito por una Liga tan desequilibrada no les permite disimular sus desatinos. Los del Madrid, que pasó un calvario con el Elche, el Levante y el Rayo y estuvo media hora a los pies del Juventus. Los de un Madrid que ha encajado ya 16 goles, siete más que en su pésimo arranque del curso pasado. Los de un Madrid que concedió al colista 23 remates. Y los devaneos de un Barça tan espeso en Pamplona como en Málaga o Almería. Los de un Barça que al abrigo del Camp Nou estuvo a un paso de llevarse un azote ante Atlético (Supercopa), Sevilla, Madrid y Espanyol. Los de un Barça a rebufo en Milán de dos jugadores en sepia como Kaká y Robinho. Los de un Madrid y un Barça que han convertido a sus porteros en centuriones.
El máximo dirigente azulgrana olvida que la mejor historia del club llegó sin victimismos
Pese a los fantasmas de Rosell, esta es la vida real de unos y otros, con la salvedad de que el Madrid, con sus virtudes y disparates, hace atractivos sus partidos, por imprevistos. Los del Barça, con contadas excepciones, ya no tienen gracia, la que ha perdido el propio Barça. Si el Madrid busca cómo resetearse por enésima vez con un nuevo proyecto, el Barça se resiste a renovarse. Un enfermo imaginario a ojos de los demás, diría el presidente barcelonista, o el propio Martino, que llegó a concluir que no veía problema con el Leo más tieso que se recuerda. Quizá ambos hayan cambiado de opinión al saber que Messi ya admite que no está bien. Donde por ahora no llega La Pulga, tira Neymar. Donde por ahora no le alcanza al Madrid, se las arregla CR y va llegando Bale. En ningún caso parece suficiente cuando se acerquen las cumbres, sean en Múnich o en Dortmund. Depositarios del gran botín económico del fútbol español, para Barça y Madrid la meta es Europa y la Liga un consuelo. Para ello, los dos necesitan una reflexión sin tapujos arbitrales u otras zarandajas. Ancelotti, ya tiene a un Alonso vital, pero no da con los medios y el equipo machaca en área contraria y padece en la suya; el Barça no chuta, se hace rondos a sí mismo o se estira con exceso.
Mientras, ahí sigue el Atlético, tan firme que ni ha hecho causa de una gran injusticia: la ausencia de Simeone entre los graduados para el Balón de Oro. Mejor para el Atlético que haya cosas que ya no le hagan pupa y le distraigan. Que penen otros. Fue el credo del Madrid de leyenda y del Barça más glorioso.
Es innecesario que Rosell defienda a Rosell. No cuela, ni la pelota colará mejor.
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