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Froome y los otros

El inglés deja casi fuera de combate a sus rivales en la contrarreloj y disfruta de ventajas superiores a los tres minutos sobre Valverde y Contador en la clasificación general

Carlos Arribas
Froome, con el monasterio de Mont-Saint-Michel al fondo.
Froome, con el monasterio de Mont-Saint-Michel al fondo.L. Cipriani (AP)

Chris Froome es tan tan educado que cuando se sienta a la mesa para comer lo primero que hace es desplegar la servilleta cuidadosamente y colocársela pulcramente sobre las rodillas, y después, cuando come ante la mirada maravillada de sus compañeros que eructan, hablan, se levantan, pelean por el pan y exigen ser servidos los primeros, y luego comen con un codo sobre la mesa y de medio lado, mirando su móvil al lado del plato y tecleando entre bocado y bocado, él, Froome, baja los codos de la mesa, se sienta de frente ante el plato y se pasa la servilleta por los labios antes de beber vino. Y cuando le dicen “¡que aproveche!” él responde que gracias, y cuando se le saluda devuelve el saludo, aunque esté en esos momentos maldiciendo al Tour que le obliga a meterse con su cabra polvorienta por un camino de cabras polvoriento que le da la espalda a la arquitectura gris de la abadía en el monte aislado por la marea, después de haberse entrenado un mediodía de brisa intensa junto al Atlántico en el recorrido de la contrarreloj.

Fuente: www.letour.fr
Fuente: www.letour.frEL PAÍS

Y pese a toda su gentileza, amabilidad y buena educación, y llevando la contraria a tantos que han mantenido los últimos años que para ganar el Tour había que ser malo y parecerlo, egoísta y mal compañero, y agresivo a lo Armstrong, Chris Froome es también maillot amarillo, y lo es con tanta claridad después de la contrarreloj pivotal (3m 25s en la general al segundo clasificado, al feliz Valverde, al que más teme; 3m 54s al no tan feliz Contador, cuya voluntad inmensa choca con limitaciones con las que no puede y con una posición en la bici tan aerodinámica y difícil de mantener que le tiene bailando sobre el sillín a saltitos; 5m 18s al sabio Quintana, 56 kilitos expuestos a un viento que hace volar a los más grandes…) que, educadamente también, los otros, los que no son Froome, pandilla de descreídos, hablan de un Tour de dos niveles, el de Froome y el de los demás. O, como dijo uno de ellos, uno de los volados, “¡qué barbaridad!”, y movía la cabeza en señal de incredulidad, como los normandos, que en Normandía ya está el Tour, le movían al levantarse y comprobar que llevaban ya tres días seguidos de sol y buen tiempo.

CLASIFICACIONES

ETAPA

1. Tony Martin (ALE/Omega Pharma-Quick-Step) 36:29.

2. Chris Froome (GBR/Team Sky) a 12 segundos.

3. Thomas De Gendt (BEL/Vacansoleil) 1:01.

4. Richie Porte (AUS/Team Sky) 1:21.

10. JONATHAN CASTROVIEJO (ESP/Movistar) 1:52.

13. ALEJANDRO VALVERDE (ESP/Movistar) 2:12.

15. ALBERTO CONTADOR (ESP/Saxo - Tinkoff) m.t.

56. JOAQUIM RODRIGUEZ (ESP/Katusha) 3:29.

GENERAL

1. Chris Froome (GBR/Team Sky) 42:29:24.

2. ALEJANDRO VALVERDE (ESP/Movistar) a 3:25.

3. Bauke Mollema (HOL/Belkin) 3:37.

4. ALBERTO CONTADOR (ESP/Saxo - Tinkoff) 3:54.

5. Roman Kreuziger (RCH/Saxo - Tinkoff) 3:57.

8. Nairo Quintana (COL/Movistar) 5:18.

11. JOAQUIM RODRIGUEZ (ESP/Katusha) 5:48.

Lo hacía, lo de mover la cabeza el rival, porque no podía creer que, salido el último, varias horas después del terrible Tony Martin (y este, el especialista, sí que asusta, inmóvil en su Specialized y con un plato de 58 dientes entre sus piernas, que hace girar lento, pero fluido y cadencioso, con swing, sin tirones, a más de 54 kilómetros por hora) fuera capaz Froome, que, dice el de la barbaridad, ni es carne ni pescado, ni ave zancuda, cigüeña, ni araña de largas extremidades, ni contrarrelojista puro ni escalador aéreo, de moverse en los mismos tiempos, segundo arriba segundo abajo que el imbatible campeón del mundo, el sucesor de Cancellara. Fue la demostración de Froome, sencillamente, el signo de su calidad, un talento ya expresado hace un mes en la Dauphiné Libéré, en la que marcó su territorio e indicó a los potenciales desafiadores, a Valverde, a Purito, a Contador, a los que le dieron la Vuelta el pasado septiembre, la dificultad de la tarea de julio, ganarle en el Tour.

Al final, por insistencia, y también porque el último sector era el más especializado, aquel en el que el viento soplaba más de cara, se impuso Martin en la etapa por 12s (y una media de 54,271 kilómetros por hora, la tercera más alta en la historia de las contrarrelojes del Tour, después de los 54,545 de LeMond en el 89 y los 54,361 de Millar en 2003), lo que en absoluto merma la importancia del número realizado por el inglés de Kenia y sonriente, el tipo más temido del pelotón. Si el Tour no hubiera decidido, para alargar la transmisión, hacer salir a los 25 últimos cada tres minutos, en vez de los dos habituales, se habría visto un final sorprendente, un sprint vibrante y entrada de fotofinish entre Valverde y Froome, pues el inglés le sacó dos minutos justos, menos tres centésimas, un tubular, al murciano.

La media del vencedor, 54,2 km/h, es la tercera más alta de la historia en el Tour

Si Valverde, Contador y su lugarteniente Kreuziger limitaron en cierta forma las pérdidas, y también los dos holandeses, Mollema y Ten Dam, que, escuela Zoetemelk, están sin estar, sin emprender iniciativas pero sin desengancharse tampoco, y hasta Cadel Evans, que se resiste al declive, todos en los mismos tiempos, segundo arriba, segundo abajo, de los españoles, para Nairo Quintana (3m 16s), Purito Rodríguez (3m 17s), Dan Martin (3m 24s) y el Andy Schleck que quería renacer (4m 32s), se disparó la cuenta, lo que abre una brecha también entre los otros: los hay otros y más otros, en cierta forma, lo que alentará los movimientos tácticos en las montañas que se avecinan, a partir del domingo con el Ventoux, tan deseado y temido.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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