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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un traslado poco habitual

El viaje a Niza rompía con la monotonía de los corredores en estos primeros días en los que aún están mentalmente aterrizando en el Tour

El pelotón rueda durante la tercera etapa
El pelotón rueda durante la tercera etapaGUILLAUME HORCAJUELO (EFE)

Centrando la atención en los nombres de los ganadores de etapas, nos encontramos, por el momento, con que estamos viviendo un Tour cargado de sorpresas.

Todos esperábamos a Cavendish el primer día, y el que apareció fue Kittel. El segundo y el tercer día, o sea ayer y anteayer, a quién esperábamos era a Sagan, al Sagan incontestable e insolente que pudimos ver en el reciente Tour de Suiza. Pero aunque el eslovaco anduvo por ahí metido en la disputa de la etapa, el que de verdad apareció el domingo fue Bakelants, en una resolución de etapa que entraba dentro de lo posible pero no de lo probable; y ayer hizo lo propio Gerrans, el siempre peligroso australiano experto en cazar en aguas revueltas. Sagan, tampoco anduvo muy lejos.

Y siguiendo esa tónica de sucesos habituales con resultados diferentes a los teóricamente previsibles, nos encontramos ayer con la circunstancia de un traslado en el tercer día de carrera. Los traslados son comunes en el Tour —más aún en el Giro de Italia—, y el traslado largo de cada edición se suele hacer coincidir con uno de los días de descanso de la carrera. De hecho, así será en esta edición del Tour el día después de que los corredores se hayan merendado los Pirineos. Pero el traslado de ayer, organizado con precisión por la organización, gracias a un vuelo que despegaba a escasos kilómetros de la línea de llegada, y que dejaba a los corredores en el aeropuerto de Niza 45 minutos más tarde, era algo que sin tener ninguna otra particularidad más que la transición geográfica al continente, rompía con la monotonía habitual de los corredores en estos primeros días en los que aún están mentalmente aterrizando en el Tour y en todo lo que esta carrera supone.

Alberto Contador
Alberto ContadorAS

El único recuerdo que tengo de una circunstancia parecida es el del Giro del 2007, cuando después de 3 etapas en la vecina Cerdeña, nos trasladamos al Sur de Italia a las mismas alturas de carrera. Aquel día, en el que además consumimos uno de los días de descanso —desaprovechándolo por completo, además—, el traslado fue caótico debido en gran medida a la huelga de una de las compañías navieras que tenían que transportar los camiones y autobuses con el material. Nos encontramos con la circunstancia de que no teníamos ni bicicletas para entrenar, ni camillas para recibir masaje. Más de una puerta de las habitaciones del hotel encontró aquel día una nueva utilidad.

Ayer, los autobuses partieron de Ajaccio a las 9.00 de la mañana, ajenos a su rutina diaria marcada por el horario de la etapa. Y a pesar del traslado, debido al adelanto de la etapa previsto por la organización y a la ayuda motivada por la propia velocidad de la carrera, los corredores llegarían al hotel en el horario habitual, sin necesidad de renunciar al momento del masaje, que suele ser lo primero a sacrificar en estas circunstancias.

Hoy, contrarreloj por equipos en Niza. Algunos ya han probado el material de crono en Córcega, otros se lo encontrarán ahora en Niza. Disfruten del escaparate de tecnología que veremos en pantalla con el material aerodinámico, se lo recomiendo.

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