Disparado hacia el número uno
Panatta, el único hombre que derrotó a Borg en París, compara al sueco con Nadal, que sueña con volver al trono
Bajo un cielo de pesadilla, el campeón junior de Roland Garros entra en el mundo de los hombres. Garín, chileno de 17 años, calienta a Rafael Nadal antes de la final absoluta del grande de la tierra. Suenan las trompetas durante el ensayo de la orquesta que luego amenizará los prolegómenos del encuentro decisivo. La derecha del mallorquín queda tan afinada por la práctica como los instrumentos. Luego, la victoria ante David Ferrer le deja celebrando en presente un triunfo que tiene valor futuro. Aunque hoy el mallorquín habrá descendido un escalón en la clasificación (del número cuatro al cinco: no ha sumado puntos porque también ganó París en 2012), su triunfo le permite soñar con ser el número uno antes de que acabe el año. Nadal tiene una ventaja sobre Novak Djokovic, que le aventaja en 4.935 puntos y defiende 6.800 hasta final de curso: una vez que acabe Wimbledon, el español no defiende ningún punto, solo puede sumar, porque se pasó la mitad de 2012 lesionado. La lógica dice que solo un esprint brutal de Nole le permitirá resistir la carga del campeón de 12 grandes.
Depende de las matemáticas, pero Nadal está en la buena línea para retornar al puesto"
“La temporada para nosotros tenemos claro que será muy buena”, explica Toni Nadal, tío y entrenador del campeón. “A partir de aquí, Rafael tiene las expectativas de si hace un buen Wimbledon y las cosas nos siguen yendo bien, poder escalar posiciones en el ránking (…) Estamos en disposición de jugar para lo mejor. (…) El objetivo… antes íbamos torneo a torneo. Ahora sabemos que estamos en una posición inmejorable para acceder a lo más alto”.
“Es un león de las pistas”, resume el italiano Adriano Panatta, campeón de Roland Garros 1976, ex número cuatro mundial, y algo mucho más importante en la historia del torneo: este es el único tenista del planeta que fue capaz de derrotar en París al sueco Bjorn Borg, el hombre de hielo, además en dos ocasiones (1973 y 1976). “El número uno”, dice Panatta; “depende de las matemáticas, pero Nadal está en la buena línea para retornar al puesto”. “Es un chico excepcional. Es un ejemplo para todos los jóvenes tenistas. Es bravo. Tiene una educación y una humildad raras, ejemplares, y lo digo tras haber conocido a generaciones y generaciones de tenistas. Es extraño encontrar a una persona así. Una bella persona”.
Su actitud en la pista me recuerda a la de Bjorn, al que yo ganaba porque no le tenía miedo a nadie"
El ocho veces campeón juega en París con el aura de invencibilidad que distinguió en sus tiempos a Borg, seis veces coronado, por momentos intocable, una máquina de aniquilar esperanzas y sentimientos sin apenas perder juegos. ¿Se puede comparar a Nadal con Borg?
Nadal se merece todo lo que tiene, su aura de invencible. Siempre mejora"
“Su actitud en la pista me recuerda a la de Bjorn, al que yo ganaba porque no le tenía miedo a nadie y tenía un juego que le incomodaba mucho, con dejadas, ataques y cambios de ritmo”, razona Panatta mientras se fuma un pitillo tras jugar un partido de dobles con John ‘Big Mac’ McEnroe como pareja. “Bjorn era muy serio, era muy correcto. Nadal, lo mismo. Son muy similares en su comportamiento”, prosigue acerca de la máscara pétrea con la que los dos tenistas contienen sus emociones para no dejar resquicio alguno a sus rivales. “Nadal se merece todo lo que tiene, su aura de invencible. Siempre mejora. Su tío [Toni Nadal] sabe de tenis, y aunque parezca mentira, no muchos entrenadores pueden decir lo mismo. Hoy, batir a Rafa es más difícil que batir a Bjorn: la bola va mucho más rápida que cuando jugábamos nosotros, que era más lenta”.
Las cifras corroboran la teoría de Panatta. Con su victoria, Nadal se convirtió en el tenista que más partidos ha ganado en París (59) en toda la historia. Atrás quedan mitos como Borg, cuyos récords parecían inamovibles; gigantes de la tierra como el argentino Guillermo Vilas (58); leyendas vivas como Roger Federer (58), que a un paso de los 32 años ya disputaba Roland Garros cuando el mallorquín aún era un niño; nombres llenos de brillos dorados como el de Ivan Lendl (53). París es de Nadal. Garín lo comprobó en una fría mañana de junio, mientras sobre el sonido de las trompetas se imponía un tremendo zumbido: el restallido de la derecha del mejor tenista sobre arcilla.
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