“Hay que saber perdonar”
El piloto mallorquín analiza la Yamaha, su rendimiento en lo que va de campeonato y las opciones de alcanzar su tercer título Mundial en Moto GP
Jorge Lorenzo (Palma de Mallorca, 1987) no sabe qué contestar cuando le preguntan si el triunfo en el Gran Premio de Italia fue una victoria de Lorenzo o de Yamaha. Duda. Porque sabe que va montado en una gran moto, aunque no la mejor, y también que su rendimiento está siendo excepcional. Por eso no para de sonreír. Busca su tercer título de MotoGP. Cree que nada es imposible.
Pregunta. ¿Necesitaban ganar en Mugello?
Respuesta. Sí, lo necesitábamos. Las últimas dos carreras fueron una decepción. Perdimos muchos puntos en Le Mans. Así que habrá que seguir en esta línea.
P. Rossi se sabe lejos de usted en su regreso a Yamaha. “Lleva la moto mejor que yo”, ha dicho. ¿Qué ha cambiado?
R. El otro día, en unos entrenamientos, fue más rápido que yo. Aunque no ha quedado en ninguna carrera por delante mí.
P. ¿Se puede competir a los 34 como a los 20?
R. No tengo 34 años, así que no lo sé. Pero sí sé que con 26 me cuesta más recuperarme de los esfuerzos que con 20. Entonces, al día siguiente de una carrera estaba como nuevo. Con 34 debe de ser peor. Pero el motociclismo es uno de esos deportes que permite alargar la carrera del deportista.
“Yamaha es ahora inferior a Honda aunque no sé cuánto. Hay que dar la vuelta a la tortilla”
P. El año pasado, tras ganar el Mundial, dijo haberse sentido débil respecto a Pedrosa. ¿Cómo se siente ahora?
R. Más o menos igual. Pero es algo que no puedo solucionar yo. Puedo trabajar en mejorar con lo que tenemos. Pero las piezas nuevas las deben traer los ingenieros de Yamaha, ellos saben también que estamos un paso por detrás. Lo que debe preocuparme es mejorar mi rendimiento. Todavía puedo corregir pequeñas cosas.
P. ¿Es su Yamaha inferior a la Honda?
R. En este momento, sí, aunque no sé cuánto.
P. El año pasado pudo jugar con su ventaja tras un gran inicio, ¿cuál es la estrategia ahora?
R. En los últimos cinco años la Yamaha fue una moto más completa que la Honda. Valentino y yo conseguíamos dobletes con frecuencia y eso solo se consigue con una máquina muy completa. Desde hace algún tiempo es al contrario: son los pilotos de Honda los que hacen dobletes y nosotros, los que sufrimos. Tenemos que darle la vuelta a la tortilla. Pero arriesgar más no es el camino. Si intentas hacer más de lo que puedes acabas en el suelo. Y cuando te caes con estas motos tienes muchas posibilidades de hacerte daño. Sé muy bien dónde está mi límite; me acerco, pero intento no sobrepasarlo.
P. Ha confesado a su entorno más íntimo que no piensa salir del circuito en silla de ruedas, ¿le obsesiona la seguridad?
R. Sí, me costó mucho ser consciente de los riesgos cuando tenía 20 años. Me costó siete caídas entender que me podía hacer mucho daño. No fue a la primera, ni a la segunda. Fueron siete accidentes graves: el último, en Montmeló, en 2008: del golpe en la cabeza pudieron quedar secuelas, aunque por suerte no fue así. Poco a poco fui cayéndome menos. Con 20 años tienes mucha ambición, quieres ganar lo antes posible y demostrar a todo el mundo que eres muy bueno. Le sucedió a Valentino, a Dani, a mí y le está sucediendo a Márquez.
P. ¿Su percepción del riesgo se ha agudizado aún más tras haber perdido parte del dedo anular en Phillip Island?
R. Sí, quizá un poco más. Pero lo que más miedo me da es un impacto fuerte entre dos motos: hay más riesgo porque el choque es inesperado y no contemplas la caída como sí haces cuando vas al límite, frenas tarde o abres demasiado pronto el gas. Este es el único deporte en el que las reglas todavía no están bien definidas. Corremos muchos riesgos.
P. Ha hablado de miedo. ¿Siente miedo cuando corre?
R. Cuando salgo a la pista lo último que pienso es en que me pueda caer. Pienso antes en mejorar la moto, en mi pilotaje o en ir más rápido. En 2008, cuando volví tras el accidente en Montmeló, lo primero en lo que pensaba era en que me podía hacer daño. Ahora, no. Piensas en la suerte que has tenido de salvar la caída, pero también en lo que hubiese pasado de no tener tan buena fortuna.
“Tener miedo te hace bajar el rendimiento. Ser consciente del peligro ayuda a no caer”
P. ¿Dónde está la barrera entre el miedo y la consciencia de hacerse daño?
R. Antes no temía toparme con otro piloto en una frenada. Después de hacerme daño me di cuenta del peligro. Ahora intento calcular mejor los riesgos a la hora de adelantar a un piloto, busco la frenada más favorable que propicie el adelantamiento. No se adelanta de cualquier manera y en cualquier curva. Pero hay que diferenciar entre el miedo lógico y el ilógico. Tener demasiado miedo te hace bajar tu rendimiento. Ser consciente del peligro ayuda a no caerse. El dilema está en saber distinguir entre uno y otro.
P. ¿Es rencoroso?
R. No.
P. Dani Amatriaín, su exrepresentante, ha vuelto a los circuitos españoles con un equipo llamado Team 99, ¿por qué?
R. De momento les doy material a los chavales con los que trabaja. Si me pidiese también una ayuda económica lo tendría que valorar. Soy una persona que en caliente se pasa de vueltas, pero luego me arrepiento. Todos merecemos una segunda oportunidad. A la primera persona a la que le debo estar en el mundo de las motos es a mi padre, él me enseñó a pilotar; pero con la ayuda de Dani pude crecer deportivamente: siempre me dio las mejores motos, los mejores equipos y los mejores medios para correr. Gané dos títulos con él y eso me permitió fichar por Yamaha y llegar a MotoGP. Sin Dani no estaría donde estoy. Le debo mucho, me ayudó y me enseñó. Hubo momentos malos y me perjudicó, pero hay que saber perdonar.
P. ¿Le costó perdonar esos desencuentros por sus problemas personales?
R. No fue una traición. Dani tenía un problema y por suerte parece que ha salido de él. Pero no creo que me quisiera perjudicar a propósito.
P. ¿También le ha dado una segunda oportunidad a su padre tras tantos desencuentros?
R. Mi padre ahora asesora deportivamente a Ricky [Cardús, su mejor amigo]. Y hemos vuelto a entrenar juntos. Yo no lo llamaría segunda oportunidad, solo que no estaba de acuerdo en algunas cosas que él hizo y que me perjudicaron. Nos enfadamos. Pero, al final, uno solo tiene una madre y un padre, y siempre hacen las cosas porque quieren lo mejor para ti.
P. ¿Qué es imperdonable?
R. No debe haber nada imperdonable. Hay que tener mucho corazón y absolutamente nada de rencor para saber perdonar todo.
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