Salom, el paciente

Hubo más pilotos que nunca batallando por el primer puesto. La pelea fue canina. Aunque al frente casi siempre estaba en cabeza el mismo: Maverick Viñales, sereno, consistente, fino, inteligente, más maduro que hace un año, las posiciones cambiaban cada vez que el grupo llegaba a final de recta, en esa fuerte frenada de San Donato. Allí, a veces Salom, a veces Márquez, se colaban entre los primeros, favorecidos por la aspiración de las motos que tenían al frente al terminar esos más de 1.000 metros de viaje. Allí, se metió también la Mahindra del portugués Miguel Oliveira, que trató de dar guerra a las todopoderosas KTM. Pero la marca austriaca tiene, sin duda, la mejor moto de la parrilla de Moto3, y cuando no es uno es otro. Este domingo le tocó el turno a Luis Salom, el más paciente de todos, expectante en los primeros giros, a la cola de un grupo en el que llegaron a pegarse hasta seis pilotos cual banco de pececillos en el fondo del mar.

Salom, un piloto de esos que conserva la calma en los primeros giros y lo da todo en las últimas vueltas, tuvo por fin recompensa a su estrategia, pues no había vuelto a ganar desde la carrera inaugural del campeonato, en Catar. A falta de tres vueltas se colocó en cabeza y al pasar por meta cuando solo quedaban un par de giros logró sacarle a su inmediato perseguidor en ese momento, Márquez, dos décimas de segundo, la mayor distancia lograda por el líder de la prueba en toda la carrera, lo que da buena cuenta del espectáculo que se vivó en Mugello cuando se acercaba el mediodía. El mallorquín tiró y tiró y ya nadie le arrebató el primer puesto, ni siquiera en el último paso por la recta de meta.

En el podio le acompañaron Rins y Viñales, que dijo no estar muy contento con el rendimiento de su moto en este Gran Premio de Italia. “Hemos salvado los muebles”, confesó. Y bien que hizo. Ser tercero –su peor resultado en cinco carreras– pese a tener problemas en medio de semejante jauría no es poca cosa. Y le permite conservar el liderato del Mundial.

De entre todos los aspirantes a la victoria, uno de los que reclamó más protagonismo fue el debutante, Àlex Márquez, cuyos genes, como el algodón, no engañan: arriesgado, irreverente, mete la rueda delantera allá donde ve un hueco, como su hermano mayor, Marc. Pero todavía le quedan lecciones por aprender: como ya le ha pasado otras veces, tras ponerse en cabeza en varias ocasiones, ofrecer adelantamientos de infarto y plantar cara a otros más experimentados que él, con 17 años casi recién cumplidos, perdió posiciones en la última vuelta. Había pasado por meta segundo, pero en aquella primera curva que tantas veces había utilizado para burlar a sus rivales, fueron ellos los que esta vez se hicieron con él. Terminó quinto.

Folger, por su parte, el chico que salía desde la pole, con esa Kalex con motor KTM del equipo Aspar, no pudo tampoco esta vez seguir a los favoritos. Y se descuelga de la pelea por el título, al que aspiraba tras el excelente final de temporada del 2012.