Negredo fulmina al Valencia

Desatado Negredo, el Valencia resultó muy efímero: solo jugó media hora, impulsado por Ever Banega y Canales antes de caer desquiciados primero por el árbitro y después por el gatillo del delantero madrileño. No se sabe qué pretendía Valverde al anunciarles antes de encuentro a sus jugadores que no seguirá la próxima temporada, pero el efecto fue el contrario. Su equipo se disolvió con los contratiempos, frágil mentalmente, y se queda fuera de la Champions. Castigado por una pésima defensa y un nefasto arbitraje, el equipo nunca creyó en la remontada, víctima de las malas noticias de su entrenador. Un héroe hasta anoche del valencianismo, Valverde se convirtió en el mismo demonio por escoger el peor momento para anunciar su adiós. Lo justificó por la inestabilidad del club (“hubo tres proyectos y necesitaba uno”, declaró), pero se olvidó de citar la oferta del Athletic. En pleno duelo, Djukic, tras su excelente temporada en el Valladolid, será el nuevo dueño del banquillo de Mestalla.

Al Sevilla le bastó con el viento a favor y la exhibición de Negredo, que firmó un póquer de goles hasta alcanzar los 25 en el campeonato. Y que permitirá a su equipo entrar en la UEFA si esta mantiene los castigos al Málaga y al Rayo. El día en que despidió con todos los honores a Palop y quizá también a Jesús Navas, pretendido por el Manchester City, manteado por sus compañeros. “Estoy abierto a nuevas experiencias”, declaró.

El árbitro, Clos Gómez, desestabilizó al Valencia en una serie de decisiones: un posible penalti de Kondogbia a Canales, otro de Cala a Soldado, el penalti sí señalado de Ricardo Costa a Perotti y la expulsión de Jonas por un manotazo a Alberto. Todas dudosas, todas en contra del Valencia. La polémica nubló dos goles fabulosos: el primero de Ever Banega, tras sortear a Navas, Alberto y Medel, antes de tirar a la escuadra desde la frontal; y el empate de Negredo, una chilena desde el punto del penalti a la que Mathieu asistió como espectador.

Valverde se marchó a la caseta con la amargura pintada en el rostro. El ambiente en el Sánchez Pizjuán, tan enrarecido y hostil contra Del Nido, se calmó de repente. La afición sevillista despidió a Palop como merecía, en el campo y con numerosas muestras de cariño, sobre todo una enorme camiseta negra con una leyenda escrita en la lengua natal del portero valenciano. “Palop. Gràcies, capità”. Atrás deja seis títulos, 295 partidos, miles de emociones y un arraigo para toda la vida.

Al Valencia se enfrentaba a un muro psicológico en la segunda parte, con uno menos y sabiendo que la Real iba ganando en Riazor: solo le servía remontar en el Sánchez Pizjuán. Valverde optó por retirar a Albelda para que Feghouli le diera más profundidad.

La segunda parte comenzó con un tiroteo entre Negredo y Soldado, los dos goleadores españoles más puros de los últimos años. El valenciano se arrancó con un remate de zurda a un centro de João Pereira. La esperanza valencianista duró un par de minutos. Lo que tardó el lateral Alberto en alcanzar la línea de fondo y centrar al segundo palo. Negredo estaba con la caña. Tenía el triplete, pero quería más. Sin red el Valencia, el Sevilla aprovechó para machacar. En una contra de Rakitic finiquitada por Negredo. Los centrales valencianistas, Ricardo Costa y Mathieu, completaron una noche horrorosa.

Resuelto el duelo, a Cicinho se le dobló la rodilla derecha y fue retirado en camilla, con pinta de una lesión muy fea. El Valencia en Sevilla no tenía nada que hacer. Pero Soldado seguía en su batalla con Negredo. Marcó su 24 tanto en la Liga. El más triste y amargo de su carrera.