Tenistas con ruedas
Djokovic y Nadal, que avanza a octavos, estudian al detalle zapatillas y plantillas
Esta es una guerra silenciosa, como la de la fórmula 1. Cuando Rafael Nadal avanza a octavos de Roland Garros (7-6, 6-4 y 6-4 a Fognini), lo hace deslizándose sobre unas zapatillas y plantillas hechas a medida que le obligaron a viajar hasta EEUU. Novak Djokovic, que elimina a Dimitrov, pisa la central celebrando que por fin cobra por usar el calzado que le sostiene: los márgenes en la cumbre del tenis son tan mínimos que hasta esta misma semana el número uno ha pasado cuatro años calzándose una marca que no le pagaba, simplemente porque tenía lo que buscaba. Tracción… y la posibilidad de insertar un chip con el que convertir en datos sus movimientos. Los dos contrarios ajustan sus zapatos en el vestuario con el mismo celo que los ingenieros guardan los componentes de un coche de F-1.
"Lo que cambia con respecto a las que se venden en las tiendas es por dentro. La horma está hecha a medida de cada jugador, como las plantillas”, explica el doctor Cotorro, de la selección, que trabaja con el especialista en biomecánica que diseñó las plantillas de Nadal y que asesora al Barça y a los deportistas del CAR de San Cugat. “La mayoría de tenistas se hace un estudio anual, pero los hay que se lo hacen cada tres o cuatro meses si tienen algún problema de sobrecarga”.
“En la élite, donde todos van al límite, en el filo de la navaja, hay que ofrecer suelos personalizados”, explican en la clínica que trata a los mejores españoles. “En el caso de Nadal, con cuñas que le den estabilidad en los desplazamientos laterales y le sujeten”, dicen sobre el número cuatro, que en 2005 sufrió una lesión en el pie que le obligó a viajar hasta EEUU para que sus zapatillas se adaptaran a una nueva plantilla.
El español tortura a sus ruedas: cada vez que recibe un par nuevo, lo dobla, tuerce y redobla con las manos antes de introducir las plantillas y sus pies. Como Nole o Roger Federer, que hoy juega contra Simon, apura al máximo para ganar el centímetro que separa al finalista del campeón.
“Hago movimientos muy específicos, dinámicos, con muchos sprints y deslizamientos”, explica Djokovic. “Por eso necesito la estabilidad adecuada y el peso óptimo en los zapatos”. En París se gana con raqueta, pero no sin rueda.
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