Nadal levanta a Nadal
El español cede un set y cuatro saques ante Klizan, se corrige hasta la victoria (4-6, 6-3, 6-3 y 6-3) y se cita el sábado con Fognini en tercera ronda
No solo hace un frío que pela. El viento lanza mordiscos mientras el cielo amenaza con abrirse en tormenta cuando Rafael Nadal empieza a jugar su partido de segunda ronda con Martin Klizan. Los dos rivales penan para mover la pelota, que pesa más al cargarse de tierra húmeda. Vista la lección del alemán Brands, que le arranca al heptacampeón un set en la primera ronda, el eslovaco intenta jugar a toda mecha. El ganador júnior de Roland Garros 2006 descubre pronto que el Nadal que tiene enfrente no es el Nadal de siempre. Penalizado por el servicio (136 kilómetros por hora de media en el segundo), disparado en los errores (29 en total), irregular en el golpeo de la derecha, el mallorquín cede la primera manga. Cuando el número cuatro sale del atolladero en el que se ha metido (4-6, 6-3, 6-3 y 6-3), ha consumido 2h 44m. Tras la cancelación por lluvia de la víspera, para llegar a cuartos aún tiene que jugar dos partidos en tres días: el sábado contra Fognini y, en caso de victoria, el lunes contra el ganador del Nishikori-Paire.
El mallorquín: “El orden de juego estaba mal hecho”
“El programa estaba mal hecho”, resume Rafael Nadal sobre el orden de juego y la lluvia, que el jueves le dejaron sin partido al programarle en el tercer turno en lugar de en el segundo, como su contrario, Fognini, que si terminó su partido. “Tomaron una mala decisión. Todo el mundo en esta habitación lo sabe. Cuando haces el programa a las 19.00 sabes la previsión del tiempo para el próximo día. No puedo jugar tercero tras un partido de mujeres [al mejor de tres sets] y hombres [al mejor de cinco], cuando mis posibles rivales [Fognini y Rosol] juegan segundos después de mujeres. No es justo. Hoy he jugado tres horas mientras mi rival veía le tele en el vestuario. No es lo correcto. Espero que acepten su error”, prosigue el heptacampeón. “La excusa es que Rosol [rival potencial] tenía que jugar dobles. Eso es una broma. ¿A quién proteges? ¿Al que juega dobles? No es la excusa correcta. No quiero seguir hablando. Parezco el malo, pero todo el mundo sabe que se equivocaron”.
Antes, el triunfo del heptacampeón en segunda ronda. Nadal se mueve entre aspavientos. Golpea con su puño la raqueta. Masculla palabras fuertes. Es un Nadal que no se reconoce a sí mismo en movilidad, aprovechamiento de oportunidades (cede break de ventaja en la segunda y la cuarta manga) y control del juego (cede el saque cuando sirve por el duelo). Como todos los zurdos, el número 35 incomoda al mallorquín. Como casi siempre en la Suzanne Lenglen, la segunda pista en importancia de París, Nadal no está brillante, igual que si fuera un poderoso león que se siente arrinconado por las paredes de la cancha, más pequeña que la central, donde tiene más espacios para defenderse. Como casi siempre, Nadal es capaz de corregirse, de levantarse, de encontrar un camino a la victoria.
Al eslovaco, que viste un tatuaje en forma de cruz en un gemelo, le falta convencimiento. ¿Cómo pensar que será él quien derribe al heptacampeón en Roland Garros? ¿Cómo creerse que puede sostener el cara a cara a cinco mangas? ¿Cómo tener fe, espíritu de lucha, cuando enfrente hay un tenista que ha superado tantas dificultades en la vida? Presa del mito, ahogado por la leyenda, Klizan saca bandera blanca, por mucho que en la cuarta manga apriete como quien quiere disfrutar de la oportunidad de verse en una gran pista y ante un tenista con alcurnia.
"Tuve tantas oportunidades en el tercer y el cuarto set...", se lamenta luego el eslovaco. "No las usé. Por eso perdí. Él tuvo una y la aprovechó. Yo tres, y no cogí ninguna. Fue muy duro jugar".
Como suele ocurrirle en los grandes, Nadal no ha empezado con velocidad de crucero su paso por París. Acostumbrado a aumentar progresivamente sus prestaciones, en Roland Garros 2013 ya ha perdido dos sets en dos partidos. Ahora espera Fognini. Luego, si gana, el reto de plantarse en cuartos jugando tres partidos en cuatro días (segunda ronda, tercera y octavos). Si el frío, el agua y el viento lo permiten, un reto a la altura de su leyenda.
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