Un agitador para combatir la rutina
El fichaje de Neymar refuerza el poder del Barcelona y expresa la necesidad azulgrana de reactivar a un equipo que ha perdido variedad y competitividad en Europa
Neymar no pudo “aguantar más” y el sábado anunció por su perfil en instagram que fichaba por el Barça cuando intención era comunicar la noticia el lunes [por hoy], después del partido de anoche entre el Santos y el Flamengo. Al club azulgrana no le quedó más remedio que notificar el acuerdo en su web a las 3.30 de la madrugada del domingo. Ya no tenía sentido disimular sino que se imponía publicitar el contrato por cinco temporadas.
La intención del Barcelona es presentar muy pronto a Neymar, a ser posible a primeros del próximo mes de junio, antes de la Copa Confederaciones. Nadie duda del impacto mediático del delantero internacional brasileño de 21 años y del triunfo del presidente azulgrana, Sandro Rosell, frente a la contraoferta millonaria del Real Madrid de Florentino Pérez. Ahora se trata de que el delantero encaje en el equipo de Messi.
Messi y Neymar se han cruzado piropos desde el Mundial de Clubes de 2011. “El Barcelona nos ha enseñado como se juega al fútbol”, afirmó el brasileño después de encajar el 4-0. “Soy fan de Leo”. “Me parece un grandísimo jugador”, respondió Messi, sabedor de que ya no se basta solo para disputar la Champions. Los dos mejores años del 10 como goleador, los dos últimos, no han sido precisamente los más productivos para el Barça.
Su éxito dependerá de la adaptación al juego colectivo y a la convivencia con Messi
La convivencia en el Barça de los iconos de la selección brasileña y argentina el año previo al Mundial 2014 es una incógnita. Al entusiasmo general y a la buena disposición de Neymar se añaden pronósticos preocupantes como el de Cruyff: “Yo no pondría a dos jefes en un barco”. No funcionó la mezcla de Messi con Ibrahimovic y ya se sabe que Guardiola prescindió de Eto'o y Ronaldinho para favorecer el éxito del mejor jugador del mundo.
Ahora no se trata de activar el círculo virtuoso, como pasó hace 10 años con Ronaldinho, sino de remodelar a un equipo que a veces ha funcionado de manera rutinaria, víctima de la inercia, necesitado de trabajo de campo y, sobre todo, de autoridad y liderazgo. Hay que repasar el rol de cada futbolista y los fichajes se presentan tan importantes como los traspasos. Al 10 solo le preocupa ganar y por tanto a su alrededor admite a los mejores jugadores. Messi tiene una respuesta única cuando le preguntan por las virtuosidades de algunos o advierte adornos innecesarios en sus compañeros: “No me vengan con boludeces”. Así subraya su competitividad. “El Barça hace bonito lo sencillo”, responde Neymar.
Aunque el club azulgrana siempre ha tenido una vena brasileña, no es fácil conjugar con el 10 y con el actual juego del Barça. Neymar, por lo demás, no ha jugado en ningún equipo europeo antes de recalar en el Camp Nou, como pasó con la mayoría de sus antecesores.
La hinchada no se olvida de la cola de vaca de Romario, ni de la chilena de Rivaldo, ni del Botafumeiro de Ronaldo en Compostela y menos de la elástica de Ronaldinho. Al Gallo, como se le conoce por su cresta mohicana, le avalan su imagen, juego, goles (172 con el Santos y 21 con Brasil) y su potencial para ser el número uno, más que sus tres campeonatos paulistas, una Copa y una Libertadores.
Al brasileño, un icono del fútbol mundial, le avalan el talento y sus recursos técnicos
Nadie duda de su habilidad y del aval de Pelé. Muy influenciado por el fútbol sala, Neymar es un genuino representante del jogo bonito. Atrevido, alegre, desequilibrante y ambidiestro, barre el frente de ataque y dispone de un excelente surtido de recursos por su capacidad para regatear. Amaga, frena y engaña y, por el contrario, le falta fuerza por su físico liviano y alguna vez pecó de insolente y displicente.
Adicto a las redes sociales y padre de un niño, se le tiene por mitad genio y mitad icono, capaz de generar 22 millones de euros anuales. “No siento presión ni responsabilidad, simplemente me gusta jugar con la pelota, que me tiene enamorado”, tiene dicho Neymar, que a los 13 años se desdijo y no acabó de pasar una prueba con el Madrid. Ahora, siete años después, pondrá su talento al servicio del juego colectivo del Barça de Messi.
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