“Me sorprendería estar en Roland Garros”
El británico se esfuerza por remontar dos breaks ante Granollers y luego se retira tras ganar el segundo set: 3-6, 7-6 y abandono
Es un pulso de reojo, un esprint para ver quién llegará al sorteo del cuadro de Roland Garros (desde el 26 de mayo) como cuarto mejor jugador del mundo, lo que le proporcionará un cuadro más amable, rivales más asequibles hasta semifinales. David Ferrer, que ocupa el puesto, sufre para mantenerse en la carrera cuando debuta en el masters 1000 de Roma: tiene que remontar (5-7, 7-5 y 6-3) ante Fernando Verdasco. Rafael Nadal, que es el número cinco y ambiciona su puesto, para lo que tendría que ganar el torneo si ambos se cruzan en cuartos, debuta con firmeza (6-1 y 6-3 ante Fabio Fognini; se cita con Gulbis) y mira de reojo otro resultado: Andy Murray, que es el número dos, se retira ante Marcel Granollers con problemas en la espalda (3-6 y 7-6). El británico es duda para París. Si se ausenta del torneo, el escalafón se alterará en beneficio de los dos españoles: el alicantino sería el tercer cabeza de serie y el mallorquín el cuarto.
“Me retiré porque había una alta probabilidad de que no pudiese jugar mañana. Tendremos que esperar a París. Estaría muy sorprendido si pudiera jugar allí”, reconoce el británico, dolido en la espalda en el día de su 26 cumpleaños. “Tengo que hacer planes y ver qué hacer. Esta noche voy a hablar con el 'fisio' y en los próximos cinco días tomaré una decisión sobre París. Me voy a tener que tomar algunos días libres y ver cómo evoluciona la lesión, porque en pocos días puedo notar una diferencia”.
Así pasa todo. La mañana la abre Hulk y la cierran el doctor Jekyll y el señor Hyde. El polaco Janowicz, una de las esperanzas del circuito, gana al francés Tsonga (6-4 y 7-6), el número ocho, y lo celebra como si fuera el superhéroe: en medio de la pista, se pone a gritar, rompe su camiseta por la mitad, la destruye marcando abdominales, como una fiera desencadenada. Finalista en el Masters 1000 de París, es su tercera victoria contra un top-10. Granollers, que consigue la cuarta, es mucho más comedido: no celebra nada porque saca dos veces por el partido ante Murray, las dos pierde el saque, y, tras mandar 6-3 y 4-1, cede el tie-break de la segunda manga. Entonces, se queda boquiabierto. El número dos se retira (6-3, 6-7 y retirada).
“Ha sido todo muy extraño”, admite en las cámaras de Teledeporte Granollers. “Tenía el partido encarrilado con 6-3, 4-1 y 40-15 y me han entrado muchísimas dudas. Se me ha escapado el set de manera increíble. Cuando ya pensaba en el tercer set, viene y me da la mano. Estoy en shock”.
Este es un tenista como el doctor Jekyll y el señor Hyde, dos personas en una, dos jugadores atrapados en el mismo cuerpo. Murray pega tiros fenomenales durante su duelo contra Granollers, a veces intenta presionarle yéndose a la red, pero cuando el español le rompe el servicio en el primer juego del segundo set, tras 12 minutos empleados solo en ese parcial, subraya sus gestos de dolor, acentúa su cojera, sigue tocándose la espalda, como si estuviera a punto de romperse. Al siguiente juego, el número dos recupera la rotura, lo que refuerza bajo las chispas de la lluvia y el viento su dicotomía: tan pronto parece cerca del abandono como de la remontada.
Algunos espectadores le abuchean mientras él se toca la espalda a la altura de la cadera. Murray, sin embargo, lucha. Recupera dos breaks en la segunda manga. Se lleva el desempate… y se retira. Semifinalista de Roland Garros en 2011 y cuartofinalista en 2012, llegaría a París (desde el 26 de mayo) con solo tres victorias sobre arcilla en todo 2013. Campeón olímpico sobre la hierba de Wimbledon y héroe británico sobre el cemento del Abierto de Estados Unidos, al escocés le sigue faltando un título sobre tierra, superficie en la que ni siquiera ha disputado una final. Durante su derrota ante Granollers, falto de la movilidad que le caracteriza, firmó más de 20 errores no forzados. Su mal papel en la gira europea sobre albero es el que dificulta siempre su asalto al número uno mundial. En 2013, vuelve a repetirse la historia: firma otro curso de alergia a la tierra, más si al final decide no disputar Roland Garros por sus problemas de espalda.
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