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Una fiesta tan larga como la Liga

Los jugadores empezaron a celebrar el título la noche anterior a la victoria en el Calderón

Los jugadores del Barça celebran el título de Liga.
Los jugadores del Barça celebran el título de Liga.@MarcBartra91

Cuenta la leyenda de los British Lions que durante una gira por Sudáfrica el entrenador esperó a sus chicos a la puerta del hotel la mañana antes de un partido. Según iban llegando era fácil decidir quien jugaba: bastaba con diferenciar entre los que hablaban y podían caminar y los que no. Ni por asomo lo de ayer por la mañana es comparable, nadie llegó traspuesto a la cita en el Camp Nou, que el grupo se cuida y es profesional. Pero sabe bien Tito Vilanova que a sus chicos no podía pararles la noche del sábado. Tan pronto pitó el árbitro en Cornellà, empezó la fiesta de celebración por el primer título de la era Vilanova, moderada, eso sí, que el domingo había partido. Hubo fiesta, sí, corta, intensa, sentida, comedida, pero fiesta al fin y al cabo, que merecida la tenían, porque no todas las semanas, ni todos los años, se gana un título como este. No hubo excesos, pero sí mucha alegría. Normal. Para muchos fue la primera, para otros, seguramente, la última. Para Xavi, la séptima, lo que le encumbra al olimpo de los escogidos.

Se notó en el ambiente durante el vuelo de ida que el de ayer no era un desplazamiento especial. Fue el viaje de ida y vuelta a Madrid de unos campeones que no se cansan de ganar. Hubo guerra de bolas de papel, porque ser campeón es lo que tiene: genera buen humor. Se comportaron, que tenían faena por resolver. Y resuelto el trámite, por mucho que no jugaran un buen partido, de nuevo retomaron el hilo a una celebración que, esta vez sí, promete ser larga como la Liga número 22 de la historia del Barcelona, “la más humana” según Sandro Rosell, al que ayer acompañó a la capital su mujer, Marta.

Resuelto el trámite de nuevo retomaron el hilo a la celebración

El equipo festejó sobre el césped del Manzanares con los pocos aficionados que se acercaron al estadio colchonero: una celebración tímida, que tampoco daba para mucho. Tiempo habrá durante la rúa, la tarde de este lunes, con sorprendente y nuevo recorrido que acaba, casualidades de la vida, casi a las puertas del domicilio particular del presidente Rosell. Se festejó en el vestuario, porque a los jugadores el cuerpo les pedía jarana. El Calderón lo abandonaron vestidos para la ocasión, con la camiseta conmemorativa del título. La de este año honra también la memoria de las 21 ligas anteriores, en la parte frontal, de la Liga de la temporada 1928-29 a la de este año, combinadas en tres franjas blaugrana encabezadas con la palabra Campions en letras doradas. A la espalda, los dorsales y nombres de los jugadores que han participado en el campeonato, incluido el de Masip, portero del filial, que ayer viajó con el equipo a Madrid.

Los 21 pasajeros de nacionalidad israelí, los 11 japoneses y los seis seguidores rusos que viajaron con el equipo preguntaban dónde comprar las camisetas, mientras a su alrededor desaparecían las cervezas como por arte de magia y en la parte trasera los pocos seguidores catalanes festejaban la victoria del Olympiakos en Londres. Empezaron los cánticos de força Barça o el típico ¡campeones, oé!, que se entremezclaban con la habitual sorna y burla de este tipo de celebraciones: hubo dedicatoria especial a Maldonado, un sobrecargo del avión, y un mensaje a los directivos en forma de canción: “Esa prima, oé...”.

En el preludio de lo que se intuía iba a ser una noche muy larga para los jugadores, Piqué, que durante el vuelo ejerció de disc jockey en la parte delantera, roció con cava a los aficionados poco antes de aterrizar en El Prat. Tenían ganas de mambo y bien merecido que lo tienen. Son campeones. Si la liga ha sido larga, la fiesta promete estar a la altura.

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