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Nadal lanza un aviso

A dos semanas del inicio de Roland Garros, el mallorquín conquista en Madrid su 40º título sobre tierra y se asegura depender de sí mismo para llegar como número cuatro a París

Nadal, tumbado en la pista tras vencer a WawrinkaFoto: atlas | Vídeo: uly martín
Juan José Mateo

El estratega se queda casi mudo. “Esperaba que le apretara más”, acierta a decir el sueco Magnus Norman sobre la actuación de Stan The Man Wawrinka en la final del Mutua Madrid Open, que su pupilo pierde 2-6 y 4-6 en 1h 11m y contra Rafael Nadal. Norman, finalista en Roland Garros 2000, es el responsable del diseño táctico del resultado más inesperado en lo que va de siglo XXI: él pilotó la táctica con la que Robin Soderling descabalgó por primera y hasta ahora única vez a Nadal en Roland Garros (2009). Sin embargo, a Wawrinka, un tipo “tímido, inseguro”, según le describe a la puerta del vestuario, le falta varias cosas que le sobraban al gigante de Tibro: además de revés a dos manos, fuego en el corazón para evitar que el mallorquín conquiste con tanta facilidad y en Madrid su quinto título en los siete torneos que ha disputado desde que en febrero volvió a la competición tras siete meses lesionado.

“He conseguido hacer lo que tenía pensado antes del partido, lo que siempre es difícil: golpear fuerte con mi drive, meterme dentro de la pista y dominar”, dice Nadal, recién coronado en la capital, donde luce el sol y su derecha restalla como un latigazo.

En estos últimos partidos me he acercado a la línea de juego a la que aspiro”

En la grada, el público, ronca la garganta de tantos gritos de ánimo (“¡Vamos Rafa!”), asiste a una victoria que es el último eslabón de una reincorporación al circuito como no ha habido otra. Un dato lo resume todo. Pese a que no compitió en el Abierto de Australia, Nadal ya está a solo 130 puntos del serbio Novak Djokovic en la clasificación del año. Si gana en Roma, que se disputa esta semana, el mallorquín le arrebatará a David Ferrer el número cuatro mundial y tendrá un sorteo más amable para buscar su octavo Roland Garros (desde el 26 de mayo). De competir todo el curso, será serio candidato al número uno mundial, porque no defiende ningún resultado en los seis últimos meses del curso. Para empezar, ayer, en Madrid, sumó su título 40º sobre tierra batida, tantos como el austriaco Tomas Muster.

“En estos últimos partidos me he acercado a la línea de juego que me interesa, a la que aspiro a conseguir”, resume el número cinco, muy mejorado con respecto al tenista que estuvo a dos puntos de perder en cuartos de final contra David Ferrer. “Desde que hemos empezado a jugar en Europa, en la gira de tierra, este es el torneo en el que he notado que mi drive volvía a funcionar a alto nivel. En algunos momentos me ha faltado un poquito de revés, un poquito de piernas, pero si lo puedo suplir con la agresividad de mi drive está bien”, continúa el campeón, negro como un tizón. “Necesito seguir encontrando un poco más de calma, un poco más de confianza en mis movimientos”, añade. “Si me hubieran dicho esto cuatro meses atrás [en referencia a los títulos ganados] y que en Roland Garros no me iría bien, habría firmado con los ojos cerrados”, cierra.

Así llega Nadal hasta esas reflexiones. El primer punto del partido le anuncia a Wawrinka que la victoria de su contrario es inevitable. El español ataca el peloteo con la contundencia del que tiene un mensaje que transmitir: Stan, cualquier resistencia es inútil. El mallorquín pega un derechazo que retumba contra las vallas metálicas igual que un cañonazo. Acaban de apagarse los altavoces, por los que suena la banda sonora de Los Piratas del Caribe, y el número cinco mundial asalta el encuentro al abordaje. En un suspiro, el trofeo

es suyo. Lejos de la polémica de la tierra azul de 2012, en Madrid solo se habló con la raqueta. Silenciadas las críticas contra la superficie, ayer solo se escuchó una cosa. Un monólogo en la final, donde el español, quizás, encontró un trampolín para lo que viene. “Esto es una inyección de confianza grande”, se despidió el titán de la tierra.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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