El mejor volante se llama Iniesta

Aunque su influencia en el juego es descomunal, ya sea vestido de 7, de 11, de 10, de 9 o de 9,5, Messi es delantero, el número 1. Tampoco hay dudas desde ayer sobre quién es el mejor 8: Andrés Iniesta. Habrá partidos en que por necesidad, ni que sea para preservar el ecosistema del equipo y el estatus del vestuario, jugará de 11 y puede que hasta de 7, barriendo el frente de ataque, mezclando con Cesc Fàbregas y Jordi Alba. Y, a buen seguro, la tocará tan bien que incluso se llevará más de una vez el trofeo al MVP. El puesto natural del manchego, sin embargo, es el de volante o centrocampista, a veces volcado a las bandas y en otras serperteando por la línea de fondo, normalmente en la línea de tres cuartos, siempre dispuesto a armar la jugada del encuentro. Hay días, ni que sea porque asoma su calva, en que parece la reencarnación de Zidane. Y ha habido momentos en que su pelvis y juego de piernas ha recordado a Laudrup. El suyo es un juego tan suave, artístico y delicado que evoca a Fred Astaire.

Iniesta completó ayer una de sus mejores actuaciones en un partido televisado a medio mundo porque se jugó a las 12.00. Los aficionados quedaron boquiabiertos ante el televisor, y la chiquillada que llenaba el Camp Nou regresó a casa queriendo ser Iniesta. Imposible parecerse a Messi. A pesar de ser también único, Iniesta se muestra como una figura más cercana, más próxima, más natural. Alrededor del manchego, los azulgrana se marcaron un partido estupendo desde el punto de vista coral. Asomaron los virtuosos como Iniesta, Messi y Thiago, serio y responsable como sustituto de Xavi. Y acompañaron muy bien futbolistas de equipo como Song y Villa. Y hasta Alexis se estrenó como goleador en la Liga.

Los tantos del Barça fueron marcados por seis jugadores diferentes, circunstancia que no se daba desde la goleada a L’Hospitalet en la Copa, el 22 de diciembre de 2011 (9-0) o desde el 6-1 al Valladolid en partido también de Liga, el 18 de noviembre de 1996. Iniesta asistió a Alexis en el 1-0, inició la jugada del 2-0 de Messi, también participó en la del 3-0 de Villa y marcó el quinto después que Alvarito Vázquez dejara el tanto de rigor —ya van ocho partidos consecutivos— en la portería del Barça. El juego elegante de Iniesta, fino y de seda, sutil y repleto de detalles técnicos —ahora un regate, después una croqueta, más tarde un control imposible, luego una ruleta, siempre el toque preciso: ya cuenta 18 asistencias— caló estupendamente con el radiante mediodía invernal del Camp Nou.

Al barcelonismo le encantó la tibieza del sol y el fútbol agradable de Iniesta. “Hemos visto a un mago con botas naranjas y el número 8 repartiendo la pelota”, afirmó Zubizarreta. “Andrés es un fenómeno”, apostilló Piqué. “Estamos tan acostumbrados a sus exhibiciones que no le damos importancia. Si se lo propone, no se le para”. “Me encuentro bien, francamente”, respondió Iniesta. “Mi sitio es de centrocampista”, reivindicó. “También me ha ido bien el horario. Me lo pasé bien”.

Todo bien. ¿Acaso no juegan los niños a las 12? ¿No se compite como se entrena? Igual da que sea a puerta cerrada que ante el planeta. Iniesta se vistió de volante y el Barça se desplegó de forma estable y sólida: cuatro defensas, tres medios y tres delanteros, el 4-3-3 más natural en un día que invitaba a las rotaciones por el horario, el calendario, el virus FIFA y el Carnaval. Tuvo el Barça más control de juego y de balón que nunca y el Getafe no pudo decir ni pío. “El año pasado jugamos de una manera y hoy de otra y tomamos seis goles”, se exclamó el técnico Luis García. “Tanto da, son muy buenos. Solo se puede ganar si te sale el partido perfecto. Tienen a dos de los tres mejores del mundo: Iniesta y Messi”.

Iniesta ya no necesita que le comparen con nadie porque su fútbol es una evolución del de Zidane y de Laudrup

Messi metió su gol 299 con el Barça, el 35º en esta Liga. Ya son 13 jornadas seguidas marcando, absorbiendo a defensas y delanteros, salvo Tello, que no es encomienda ni al 10 a la hora de tirar a portería. Messi jugó muy bien como 9,5. Inimitable. Iniesta, en cambio, lo hace todo tan fácil que los niños, tantos como participaron de la ceremonia de iniciación barcelonista, quieren ser como él.