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Isco fue insuficiente

El Zaragoza logra un meritorio empate en La Rosaleda (1-1) ante un Málaga sin chispa, solo sostenido por el internacional

Rafael Pineda
Álvaro intenta impedir el disparo de Isco.
Álvaro intenta impedir el disparo de Isco.Jorge Guerrero (AFP)

No anda fino el Málaga, que sufre sobremanera el lamentable estado del césped de La Rosaleda. Algo así como tener al enemigo en casa. Pero el conjunto de Pellegrini, a pesar de los golpes que recibe, como la venta de Monreal al Arsenal y las lesiones que sufrieron Eliseu y Joaquín, tiene a un futbolista supremo. No es otro que Isco, que decidió, él solito, echarse al Málaga a la espalda para lidiar con un correoso Zaragoza. No fue suficiente para los de Pellegrini la actuación del internacional, pues al resto de sus compañeros les faltó chispa y, además, la defensa echó en falta a Demichelis, sancionado. Ni siquiera el regreso de Baptista, 16 meses después, alborotó el partido a favor del equipo andaluz. El brasileño, ansioso y algo pesado, necesita más tiempo después de tanto tiempo lesionado.

El empate enfría las aspiraciones del Málaga y es un buen resultado para el Zaragoza, muy ordenado, con un gran José Mari y un enorme trabajo colectivo. En honor a la verdad, gozó incluso de las mejores ocasiones para lograr el triunfo.

MÁLAGA, 1 - ZARAGOZA, 1

Málaga: Caballero; Gámez, Lugano, Weligton, Eliseu (Sergio Sánchez, m. 22); Toulalan, Camacho; Portillo, Joaquín (Saviola, m. 59), Isco; y Santa Cruz (Baptista, m. 69). No utilizados: Kameni; Onyewu, Piazon e Iturra.

Zaragoza: Roberto; Fernández, Álvaro, Paredes, Abraham; José Mari, Movilla (Rodri, m. 65), Apoño; Víctor Rodríguez (Rochina, m. 73), Postiga (Pintér, m. 93) y Montañés. No utilizados: Leo Franco; Babobic, Edu Oriol y Wilchez.

Goles: 0-1. M. 12. Postiga. 1-1. M. 22. Isco, de penalti.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Expulsó a José Mari por doble amonestación (m. 91). Amonestó a Paredes, Abraham, Portillo, Weligton, Toulalan, Rodri y Baptista.

La Rosaleda. Unos 25.000 espectadores.

De salida, el equipo andaluz se echó una siesta, quizás aprovechando la soleada matinal malagueña. El Zaragoza, blindado en el centro del campo con José Mari de escudero de Movilla y Apoño, salió respondón. Tanto, que, como suele ser habitual en La Rosaleda, se adelantó en el marcador. La zaga del Málaga echó de menos a su cacique, Demichelis, por cuanto a Lugano le cuesta acoplarse, por el momento, a Weligton, que añoró a su compañero. El propio Weligton, despistado, se quedó atrás en un balón al área del Zaragoza. Helder Postiga, atento, enganchó un derechazo de volea que batió a Caballero.

Se le puso muy cuesta arriba el encuentro al Málaga, desconectado hasta que apareció Isco. Todo lo bueno que comenzó a generar el equipo de Pellegrini salió de sus botas. Como el penalti que supuso el empate por unas presuntas manos de Paredes que casi nadie vio. Solo el juez de línea. Isco lanzó el penalti con templanza y, a continuación, despejó el camino a su equipo. Envió un balón al larguero a la salida de un saque de esquina y todavía se inventó un regate prodigioso sobre Abraham que acabó una parada salvadora de Roberto a Gámez. Isco, casi solo, detuvo el ímpetu del Zaragoza.

Necesitaba el internacional el apoyo de algún compañero, muy perdidos Joaquín, Santa Cruz y Portillo. La grada festejó el calentamiento de Baptista, que volvía al equipo 16 meses después de su último partido oficial, pero el Málaga no acababa de encontrar el ritmo necesario para descabalgar al Zaragoza. Los de Jiménez se subieron a las barbas de su rival y tuvieron tres opciones clarísimas de ponerse de nuevo por delante. En un minuto mágico, Apoño lanzó al palo, Movilla falló a puerta vacía y Caballero, siempre Caballero, le hizo un paradón a Víctor Fernández. Un torbellino maño que Pellegrini quiso detener sacando a Baptista. No hubo reacción. Eliseu y Joaquín estaban ya lesionados e Isco, cansado, había entregado la cuchara.

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