Laso se cita con Messina en las antípodas

Casi dos años después de su sonada estampida, Ettore Messina regresa a Madrid para enfrentarse a un equipo instalado en las antípodas del que abandonó. A punto de cumplir el mismo tiempo en el banquillo blanco que el técnico italiano, Pablo Laso ha recuperado la estabilidad, el estilo y los títulos que no llegaron bajo el lujoso proyecto que Florentino Pérez encomendó “al que es, indiscutiblemente, uno de los mejores entrenadores del mundo” —como le presentó en junio de 2009— y que hoy llega al Palacio al frente del CSKA (20.45, RMTV) en la sexta jornada del Top 16 de la Euroliga.

Aquella apuesta con 18 fichajes en 18 meses, 56 millones de inversión, ningún título que celebrar y un sonrojante 1-10 en los mano a mano contra el Barça, se demostró un fracaso. En año y medio, “un hombre de la casa”, con siete refuerzos, ha acabado con el ruido que acompañó al italiano y ha conquistado la Copa y la Supercopa con un equipo que manda y deslumbra en la Liga Endesa y en la Euroliga y que ha equilibrado el pulso con los azulgrana (5-6). Messina dirigió 109 partidos en el Madrid con un balance de 76 victorias y 33 derrotas; mientras que Laso acumula, en 102 encuentros, 80 triunfos y 22 derrotas. Entre el azar y la cordura; entre el ensayo-error y el propósito de enmienda, la salida del italiano supuso un punto de inflexión que marcó la reestructuración del proyecto trasladando el boato del banquillo a la pista y recuperando la esencia de una institución a la que le vienen bien los librillos forjados en el club —27 de las 30 ligas y 7 de las 8 Copas de Europa de los blancos llegaron con técnicos nacionales—. Laso, el tercero en la historia junto a Clifford Luyk y Lolo Sainz en compartir los cargos de jugador y entrenador, sigue la senda.

Florentino Pérez arrancó su segundo mandato apostando a lo grande por Messina para cimentar su proyecto más ambicioso por una sección habitualmente relegada en sus prioridades. Pérez incrementó el presupuesto del equipo de 18 a 29 millones y revolucionó la plantilla. Solo Llull, Reyes, Bullock y Van den Spiegel permanecieron respecto al curso anterior. Llegaron 11 fichajes: Velickovic, Prigioni, Vidal, Lavrinovic, Kaukenas, Garbajosa, Hansen y Dasic en el verano y Jaric, Tomic y Almond con la competición ya en marcha. Para nada.

El excelso palmarés de Messina, con 26 títulos en dos décadas, incluidas cuatro Euroligas, se quedaba en blanco por primera vez en 10 años. La apuesta inicial por jugadores baqueteados para garantizar el éxito de manera inmediata no resultó. Gran parte del esfuerzo presupuestario se destinó a desmontar la era Plaza. La liquidación de los contratos millonarios de Tomas, Massey y Papadopoulos, la indemnizaron a Raúl López para no renovar el suyo y el pago compartido de la ficha de Hervelle, cedido al Bilbao (que abandonaron el club junto a Hamilton, Winston y Mumbrú) se comió gran parte de la hucha que gestionaba Antonio Maceiras. El abrumador dominio del Barça hizo el resto.

La ausencia de títulos provocó el enésimo volantazo con vistas al siguiente curso. El nuevo rumbo marcaba un proyecto con jugadores jóvenes. De los 11 fichajes del primer curso solo permanecieron cuatro. Llegaron otros siete: D’Or Fisher, Tucker, Sergio Rodríguez, Carlos Suárez, Begic y el canterano Mirotic. “Hemos apostado por un plantel muy joven y necesitamos tiempo para desarrollarlo venga Phil Jackson, Pepu o mi mujer. Si me echan, encontraré otro equipo y el Madrid seguirá con sus problemas”, declaró Messina cuando comenzaron a arreciar las críticas. “Soy como un palestino, me llegan las bombas, aguanto y disfruto”, espetó tras clasificarse para su segunda final de Copa, que volvió a perder ante el Barça. “Es un engaño colectivo pensar que estar en el Madrid implica que se debe ganar siempre. No entiendo el concepto de la obligación de ganar un título. Lo que quiero es conseguir el mejor nivel posible y si somos segundos no pasa nada, lo volveremos a intentar”, relató un mes antes de su portazo en el foro Ferrándiz. “Seguro que no se ha explicado bien, aquí solo vale ganar”, le replicó Juan Carlos Sánchez.

Harto de sus jugadores, asumiendo su derrota y demostrando su poco tacto para manejar talento en formación, Messina presentó su dimisión irrevocable.

En verano, llegó Laso, entre críticas y recelos, tras descartar a Pesic, Pianigiani y Repesa para gestionar una sección abocada a un duro reajuste presupuestario. Pero el lockout en la NBA redecoró el mercado de fichajes. El Madrid apostó fuerte y se movió rápido. Mientras otros eran reticentes a apostar por figuras a tiempo parcial, los blancos vieron la oportunidad para encontrar en Rudy su bandera y barnizar de ilusión el proyecto con Ibaka. Las estrellas apenas duraron dos meses, pero fue tiempo suficiente para cimentar un estilo, llenar el pabellón y recuperar la organización y el orgullo maltrecho de la sección.