El rocambolesco viaje de Mireia
La mejor nadadora de la historia de España acaba con meses de incertidumbre volviendo a Sabadell y con un opaco patrocinio de la Universidad Católica de Murcia
Han pasado cinco meses desde que Mireia Belmonte se cubriera de gloria en la piscina olímpica de Londres. Cinco meses en los que la mejor nadadora española rompió de forma estrepitosa con su club, el CN Sabadell, y amagó con trasladarse a Niza, donde se entrenan algunos de los mejores fondistas del mundo, para volver al principio, a la misma piscina donde sigue el francés Fred Vergnoux, el único entrenador capaz hasta ahora de convertir en grandes medallas lo que prometía desde hace años el talento de la nadadora.
Pero para volver al principio, a soñar con más medallas en los Mundiales que se celebran el próximo verano en Barcelona, el viaje ha sido largo y, sobre todo, rocambolesco. La escenificación del acuerdo, también. Lo presentaron este lunes de forma solemne, con firma incluida, en la sede del Comité Olímpico Español en Madrid, su presidente, Alejandro Blanco; José Luis Mendoza, el controvertido promotor de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) y nuevo patrocinador de la catalana, y una Mireia Belmonte nerviosa, arropada por sus padres, piezas capitales en esta historia, y aparentemente feliz: “Estoy muy motivada. Entrenándome mucho y con agujetas”, contestó, ya más relajada la nadadora, tras leer un discurso de agradecimiento tan largo como las negociaciones que han hecho posible el acuerdo.
“Estoy muy motivada. Entrenándome y con agujetas”, dice la doble medallista olímpica
En el proceso han intervenido el Consejo Superior de Deportes (Miguel Cardenal no estuvo ayer en el COE, pero sí la subdirectora general, Rosa Ortega); la Generalitat de Cataluña y las federaciones catalana y española de natación.
Las cosas acabaron tan mal entre Belmonte y su antiguo club, incapaz de hacer frente a las nuevas demandas económicas de la deportista tras las dos medallas olímpicas y dolido por el desplante, que según ellos, les hizo Belmonte en una cena de homenaje, que había que convencer a sus directivos de que la dejaran nadar allí. Acabaron aceptando, pero en régimen casi de alquiler. El CSD paga unos 2.000 euros mensuales para que Belmonte pueda utilizar las instalaciones.
El segundo paso, o un paso paralelo al anterior, era encontrar un club porque para competir en España los nadadores deben contar con la licencia de uno. Descartada la vía francesa —“no falló nada específico”, explicó ayer Belmonte de su experiencia con el grupo de Pellerin, “simplemente no me encontraba cómoda viviendo en un país extranjero, lejos de casa y de mis amigos”— apareció en escena el UCAM Fuensanta de Murcia, un club pequeño pero con el respaldo económico de una universidad privada católica con más de 10.000 alumnos y que ha hecho del deporte uno de sus lemas: financia a una veintena de equipos y a 20 deportistas olímpicos, aseguró ayer Mendoza, un laico, exmisionero, que abrazó el Camino Neocatecumenal (los kikos) hace 32 años y tiene 14 hijos.
La UCAM no revela el alcance del acuerdo, pero dice que “la ayuda es importante”
¿A cuánto asciende el patrocinio?, le preguntaron. “Son cuestiones privadas, pero la ayuda es importante”, contestó, con un enorme cartel con el nombre decenas de veces repetido de la Universidad y el COE a la espalda. El plan es que Belmonte no solo se beneficie de una cantidad en metálico sino que pueda seguir con sus estudios de Administración de Empresas “o de la carrera que ella quiera estudiar”. Por eso el acuerdo no llega solo hasta los Mundiales de Barcelona sino hasta que ella lo decida, explicaron desde la universidad.
“Lo importante es que ya se está entrenando”, resumió Fernando Carpena, el presidente de la federación española, uno de los mediadores con el Sabadell. Belmonte dice que en estos cinco meses de incertidumbre no ha dejado de entrenarse, pero no volvió en serio con Vergnoux y sus compañeros, “piezas fundamentales” en sus éxitos, hasta el miércoles pasado. Aunque esta vez cambió el bañador por un vestido corto, chaqueta y joyas doradas al cuello, Belmonte confía en llegar a tiempo para los Mundiales de Barcelona: “Creo que puedo llegar en muy buena forma”. De las medallas aún no quiere ni hablar.
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