El Granada apaga al Rayo
Los andaluces encuentran la victoria en dos jugadas aisladas y superan al cuadro de Jémez, errático y desordenado
Poco duran los cabreos por un pase que no llega o un contragolpe solitario por voluntad de su protagonista, cuando el gol aparece por otro lado sin mayor explicación. Al Granada, uno de esos equipos fracturados en más de una parte, le tranquilizaron dos tantos apartados de la corriente, ante un Rayo pesado, sin piernas ni ideas, descabezado ante la ausencia de Baptistao. La victoria, balsámica siempre, más cuando se anhela como única cura para un mal que te consume por dentro, refrescó al Granada y a su técnico, Anquela, un volcán encerrado a la sombra del banquillo.
GRANADA, 2 - RAYO, 0
Granada: Roberto; Nyom, Diakhaté, Mainz, Siqueira; M.Rico, Recio, Brahimi (Aranda, m. 73), Orellana (Angulo, m. 83), Torje (Ortiz, m. 76); Ighalo. No utilizados: Toño, Jaime, Pedro e Iñigo López.
Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Amat, Jordi, Casado; Javi Fuego, Trashorras, Lass, Vázquez (José Carlos, m. 45), Piti; Delibasic. No utilizados: Cobeño, Adrián, Abu, Nono y Roberto.
Goles: 1-0. M. 24. Jordi Amat, en propia meta. 2-0. M. 81. Recio supera a Rubén con un disparo raso desde fuera del área.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Casado, Javi Fuego, Jordi Figueras, Lass, Mikel Rico, Aranda.
Estadio de Los Cármenes. Unos 19.000 espectadores.
Y eso que el balón voló por el cielo porque en el césped le costaba rodar. O al menos encontrar una dirección por la que pasearse. El Granada lo movía por impulsos, sin importar demasiado quien lleve la iniciativa, aunque eso coloque a más de un jugador en una batalla solitaria. Entre Ighalo, Brahimi o Torje, todos separados y nada revueltos, trataban de llegar hasta Rubén. Algo más estable en el centro del campo, con Mikel Rico como eje de un barco sin remeros alineados, bloqueó en parte la salida rápida del Rayo. Ahí Lass, solo en ataque por la baja de Leo Baptistao, se movió de un lado a otro, rápido, acelerado.
Poco inspirado el conjunto de Jémez, se atascó en la necesidad de adelantar el balón por medio del desplazamiento en largo, olvidándose de construir la base. El tejado lo controló el Granada con algo de organización, por más que Vázquez estuviera a punto de culminar un buen contragolpe de Piti. Confiado en que el intercambio le deparase alguna oportunidad, los andaluces se encomendaron a la velocidad de Nyom por banda derecha. El potente lateral francés cazó un balón en largo tras superar en carrera a Casado y su centro, raso, predecible pero complicado de defender, lo embocaría a su portería Amat ante la presión de Ighalo.
Un gol que desestresó al Granada y descubrió a un Rayo voluble, obligado a atacar, por más que esa sea su lección habitual. Más abierto en la segunda mitad, obligó al Granada a cubrir más espacio. Se dejó abierta, sin embargo, su banda derecha por donde Siquiera apareció en varias ocasiones. Lanzado el brasileño colocó en apuros a Rubén con centros entre la defensa y el portero en esa franja en la que se tambalean las salidas y los despejes. Con la entrada de José Carlos, Jémez buscó una alternativa por el centro que desembocase en la salida abierta en banda o en alguna combinación que deshicieras las marcas del Granada al borde del área. El delantero andaluz mezcló con Lass y con Delibasic, aunque no encontrase la manera de colocarse lejos de la marca más cercana.
Pudo sentenciar el Granada con alguna escapada aventurera, que terminó siempre con alguno de sus secundarios levantando los brazos mirando al empecinado protagonista. Solo le alejó de ese incendio interno Recio, que con un derechazo raso desde fuera del área apagó un fuego condenado entonces al olvido. La victoria, siempre dulce, acompañó a un Granada en un partido insípido, ante un Rayo sin cubiertos.
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