Con Pitu Perramón empezó todo
El mítico portero español debutó en 1967, cuando un balonmano “rudimentario” se instalaba en España, y cambió la concepción del juego
Entonces el balonmano estaba iniciando su recorrido. Nada que ver con el concepto que ahora circula de este deporte en España. Hace ya años que la selección se ha instalado en la élite mundial y que parte entre las favoritas en cualquier campeonato en el que participa. El Mundial de Túnez en 2005 coronó una larga trayectoria en la que España había acumulado varias medallas europeas y olímpicas. Y ahora, con Valero Rivera en el banquillo, se esgrime de nuevo la posibilidad de recuperar aquel histórico oro.
Sin embargo, cuando Papitu Perramón debutó en el Barcelona en 1967 las cosas eran muy distintas. El balonmano se estaba instalando en España y las condiciones eran muy precarias. Todo se reducía a un grupo de amigos que, unidos bajo unas siglas concretas, defendían los colores de los pocos equipos que formaban la Liga española. “Éramos simples aficionados”, recuerda Perramón, de 66 años. “Era un deporte muy minoritario y todo era muy rudimentario. Con el Barça había jugado en las pistas de atletismo, colocando dos porterías en el centro, al aire libre y con el público subido a los árboles para ver el partido”.
En 1967 todo se reducía a un grupo de amigos que, unidos bajo unas siglas concretas, defendían los colores de los pocos equipos que formaban la Liga
Esa situación se reproducía en buena parte de las pistas que visitaban. “Íbamos al campo del Salleco (en San Sebastián) y al del Arrate (en Eibar) y jugábamos en una gran plaza frente a la iglesia, cuando los feligreses salían de misa. La grada era la escalera de la iglesia. ¡Y allí nació Patxi Pagoaga! También había equipos como el Atlético de Madrid o el Granollers que ya tenían pabellón”. En estas condiciones se fue forjando un portero del calibre de Perramón que, basándose en las técnicas utilizadas por Penu (Rumanía) o Arsnalagic (Yugoslavia), acabó consiguiendo generar lo que se llamó ‘el complejo Perramón’ - “algunos periodistas me ayudaron”, admite-, que se hizo famoso entre los lanzadores españoles y de toda Europa.
“Hasta entonces, en España el portero de balonmano se parecía al de fútbol. Incluso hacía palomitas”, comenta Perramón. “Lo que yo introduje fue un estilo más estático, basado en la utilización de las extremidades, manos, piernas y pies. Me ayudó mi envergadura, mi capacidad de concentración y los reflejos. Eran cualidades que siempre había tenido y que fui desarrollando, con la ayuda de algunos técnicos y de fijarme mucho en porteros de otras selecciones”.
Yo introduje un estilo más estático, basado en la utilización de las manos, piernas y pies" Pitu Perramón
Perramón ganó nueve Ligas jugando con el Barcelona, el Granollers, el Picadero y el Calpisa. Y alcanzó la cifra de 105 internacionalidades con España. “Con la selección debuté en un partido contra Portugal, en 1967. Jugué la segunda parte, sustituyendo a Jesús Barrero. Cuando Domingo Bárcenas nos llamó a mí, a Vescós y a Segarra viajamos a Madrid con una ilusión de locos. Y allí pude trabajar con Bárcenas. Era quien más sabía de balonmano en España y vivía por y para este deporte. Uno de mis peores recuerdos con la selección fueron los Juegos de Múnich de 1972, no solo por la masacre que se produjo, sino también porque acabamos 15º de 16 equipos”.
Aquél era entonces el nivel de España en el contexto internacional. Pero Perramón ayudó a mejorarlo. Junto a él hombres como Fernando De Andrés, Javier García Cuesta, Santos Labaca, Miguel Ángel Cascallana y Quico López Balcells fueron consolidándose en el equipo nacional y configurando una selección que explotaría definitivamente en 1979, con la incorporación de nuevos valores como Cecilio Alonso y Eugenio Serrano, en el Mundial B que España ganó en Barcelona. Allí, realmente, empezó todo.
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