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EL CHARCO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hasta el final de ‘Mullholland Drive’

El chut de Benzema da en la mano del Cata.
El chut de Benzema da en la mano del Cata.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

Sabíamos que no iba a ser el derbi de la década. Que uno ya no podía perder sin perder la Liga ni el otro ganar siendo algo que no es. También sabíamos del componente emocional de los clásicos en general, de la estadística histórica y de la goleada previa del Barcelona. Por eso sabíamos, igual que los dos entrenadores, que el partido no se iba a disputar en esa selva apasionada en la que se hablan y discuten los clásicos durante la semana, sino en un bioma más árido. Ese que los futboleros solemos llamar “táctico”, sobre todo para ahorrarnos los detalles descriptivos del paisaje. En este caso, presión fuerte, roce continuo, triangulaciones largas, abundancia de faltas, balones altos, limitación de posibles errores en campo propio. Invierno frío.

Cuando digo que sabíamos que el partido podía ser así me refiero a los que estamos dentro del fútbol. Por eso es siempre saludable sentarse en la grada y escuchar los comentarios de la gente, que durante la primera hora solo se sacudió el frío con el tiro libre de Cristiano.

Benzema no otorgó una referencia fija a la defensa rival; Falco estuvo menos móvil y participativo

Cuando salgo del cine puedo decir si me gustó o no la historia, el guion, algunas actuaciones y poco más. No sabría contestar sobre la congruencia del raccord, si el montaje es bueno, si la fotografía merece el Oscar, o si los planos encadenados de trigales son una inspirada alegoría sobre la nostalgia del cabello de la amada muerta del protagonista o un recurso cursi. No lo sé, se me escapa. Simplemente me duermo, aunque tal vez esté viendo una obra maestra. Si bien el partido estuvo lejos de ser bueno y solo se abrió al juego después del gol de Özil, yo me entretuve con los detalles de su plano táctico. Mirando cómo se aplicaban las respuestas que cada uno había preparado a los recursos del otro. Por ejemplo, porque casi no hubo salidas cortas; o cómo Xabi Alonso se incrustó en la última línea para encargarse del juego medio y largo. Los desmarques laterales de Khedira. El sentido de seguridad en los giros de los laterales. La orientación de los despejes y la distancia de los apoyos. Los intentos coordinados entre Falcao y Diego Costa en el inicio de la presión. Los achiques defensivos (que realizó mejor el Madrid). El manejo de Pepe y Ramos en la altura y el tempo de la última línea en las pelotas detenidas en contra.

También me pareció interesante ver la diferencia que marcó el Madrid al no otorgar Benzema una referencia fija a la defensa rival, algo que no pudo evitar el Atlético con un Falcao menos móvil en horizontal y menos participativo en general. Una rigidez que le facilitó el trabajo a dos centrales expertos.

Incluso me distraje con problemas más obvios, como intentar ver de qué forma podían suplir ambos sus carencias para profundizar por los costados ante las ausencias de Filipe Luis y Marcelo, o las posibles alternativas del Madrid a la ya clásica posición a contrapierna de Cristiano y Di María.

Pero entiendo perfectamente que eso es fútbol para cinéfilos, y que mantener el nivel de atención hasta el descanso de un primer tiempo donde nadie pudo dar más de cinco pases seguidos es como llegar sin palomitas al final de Mulholland Drive.

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