Kike Boned, el adiós de un histórico
El cierre de España, Balón de Plata, deja la selección con 34 años y reflexiona sobre la derrota en la final del Mundial: “El éxito y el fracaso no dependen del resultado”
Fueron centímetros, apenas la palma de una mano pequeña. Por esos centímetros (¿tres?, ¿cuatro?), el balonazo de Jordi Torras se estrelló en el larguero que defendía Tiago, cuando España tocaba con los dedos (2-1 a favor, en ese momento) su tercer título Mundial. Un palmo fue la diferencia entre el 3-1 y el 2-2, entre ganar el Mundial y disputar la prórroga. Pero Kike Boned (Valencia, 1978), que ayer jugó su último partido con España, lo tiene claro: en unos centímetros no está la diferencia entre el éxito y el fracaso. “El éxito y el fracaso no son términos absolutos, no dependen solo del resultado”, había escrito en su blog horas antes de que España cayese ante Brasil (3-2) a 19 segundos del final de la prórroga. “Da igual el nivel en el que te muevas: la derrota y la victoria deben estar en tu diccionario porque son parte del deporte y hay que saber gestionarlas”, dice horas antes de embarcar de vuelta a España.
La amargura por la derrota, tan dolorosa, no empaña un discurso templado: “Hay muchos detalles que se suman y que hacen que el partido se decante. Y aunque tuvimos la final en nuestras manos, ellos tuvieron más acierto”. Los detalles llevan al acierto, pero no condicionan el éxito o el fracaso. “Nos sentimos orgullosos de lo que hemos hecho con la selección. Mi carrera, por ejemplo, no iba a ser mejor o peor por lo que ocurriese ayer”, razona. Ese discurso, que no es autocomplaciente ni rencoroso, se basa en la aceptación del deporte como algo más que un ejercicio gobernado por la ley de la victoria y la derrota. Kike alude al “trabajo”, a los “valores” y a la “filosofía, dentro y fuera de la cancha”. “Nos sentimos satisfechos”, dice para valorar el torneo. Y aunque la derrota escueza, Kike la asume sin excusas: “Los resultados en el deporte siempre son justos”.
Kike Boned es la leyenda que se retira. Él lo deja después de lograr el Balón de Plata del torneo. “Es momento para dejar paso a las nuevas generaciones, con naturalidad: todo tiene un principio y un final en el deporte y hay que aceptar que esto funciona así”. Ha ganado dos campeonatos del Mundo (2000 y 2004) y ha sido finalista de los cuatro últimos. Ha ganado cinco campeonatos de Europa. Ha sido 170 veces internacional y ha logrado cuatro Ligas, entre otros títulos. Era, hasta ayer, el capitán de la selección española de fútbol sala, y a él le tocó levantar el ánimo a sus compañeros, hasta donde fue posible. “No tiene nada que ver cómo afronta las victorias o las derrotas alguien con 34 años y alguien con 18”, explica. “Yo les dije que me sentía orgulloso de ellos, que estaba convencido de que estarían pronto en otra final. Y de verdad lo creo: viene una generación de mucho nivel. Los jóvenes pasaron por un momento duro y en ese momento el único consuelo lo encuentras en tu compañero”.
La derrota y la victoria deben estar en tu diccionario porque son parte del deporte”
Dice Kike Boned, el día después de perder la final de un Mundial, que vienen tiempos mejores; que él es optimista por naturaleza pero con causa; y que la selección ha encontrado un camino, basado en la fuerza del grupo y en ciertos valores “innegociables”, inculcados por Javier Lozano, el anterior seleccionador, y cuidados con mimo por Venancio López, el actual técnico. España es campeona de Europa, y ha sido finalista de los últimos cinco Mundiales. “Si hablamos de lo que ocurre dentro de la cancha, al fútbol sala español no le falta nada. El espectáculo de cada semana merece la pena y estamos al máximo nivel”. Y entonces, ¿qué le falta para lograr el reconocimiento? “Algo será. Esto es un trabajo colectivo, de la Federación, de la Liga, de los clubes, de los medios de comunicación…”. Pero no busca el enemigo fuera: “Cuando reivindicamos el espacio no lo hacemos intentando quitar terreno a nadie. Pero creo que la gente pide fútbol sala”.
El referente que ahora deja la selección augura un futuro a la altura de un pasado que, aunque no incluya la tercera corona mundial, es una historia de éxito. Por eso, quien mejor representa ese pasado y más victorias acumula lanza un guiño al futuro. “Cualquier tiempo pasado no fue mejor; fue peor. Con el fútbol sala pasa igual: dentro de cuatro años estaremos mejor. Pasaremos dificultades y nos encontraremos piedras en el camino, pero el futuro es esperanzador. Y aunque siempre hay temores, aparecerán nuevas generaciones”. Para Kike, eso es el éxito.
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