La extrema higiene del Sky
El psiquiatra del conjunto de Wiggins interroga a todos los miembros buscando que confiesen si se han relacionado con el dopaje
Fueron a hacerse la foto y se les congeló la sonrisa.
Aparte del fotógrafo encargado del catálogo del equipo para 2013 y todos sus cachivaches, los corredores, técnicos y empleados del Sky se encontraron con un confesionario y dos confesores, el ideólogo y máximo ejecutivo del conjunto, David Brailsford, y su mano derecha, el psiquiatra Steve Peters.
Era la gran novedad de la primera concentración de la temporada, hace un par de semanas, gentileza de Lance Armstrong, por supuesto, cuya destrucción y sus causas han acelerado el inevitable proceso de adaptación y supervivencia del ciclismo, un deporte de otra época, a un entorno posmoderno.
La vía iniciada por el Sky, y seguida alegremente en las antípodas por los australianos del Orica, para conseguirlo pasa por la aniquilación higiénica de todos aquellos miembros del equipo que en el pasado lejano o cercano hubieran tenido una relación pecaminosa con la tentación del dopaje. A todos ellos, los maestros de ceremonia les recibieron alegremente con una recomendación: “Tienes que cantar, será bueno para ti”.
Un par de técnicos, ambos ciclistas en los tormentosos años 90, cedieron a la petición. Ambos, el entrenador Bobby Julich —el hombre detrás de la gran progresión de Chris Froome y también de Juan Antonio Flecha— y el director Steve de Jongh, corrieron el Tour del 98, el del caso Festina. Casi una vida después, encuentran el castigo a su pecado, pues ambos fueron despedidos sin disculpa y sí con oprobio, pues debieron firmar una carta pública de reconocimiento de su traición, con mención obligada a su engañada familia, de admisión y solicitud de perdón. Dado que el 99% de los técnicos y auxiliares de todos los equipos ciclistas, un deporte que se alimenta permanentemente de su pasado, son exciclistas de esa época, aquella en la que la EPO se consideraba una ayuda obligada, un proceso similar dejaría al ciclismo sin personal.
Tres de sus técnicos, Yates, Julich y De Jongh, han debido dejar el equipo
“Y yo no le veo el sentido a todo esto, lo único que consiguen es que salgan públicamente manchados y no puedan trabajar más en esto y dejar al equipo sin sus mejores técnicos”, dice Flecha, que antes de que se iniciara el proceso de limpieza ya había firmado por otro equipo, el Vacansoleil. “Julich es un magnífico entrenador que siempre ha propugnado el ciclismo limpio, el ciclismo de hoy en día. Hacerle recordar a uno lo que hizo en el 98 es como pedirle cuentas a tu novia al enterarte de que salió con otro en otra época. Mi pasado es mío, no tengo que compartirlo con nadie”.
Eso es más o menos lo que les dijo Sean Yates a Brailsford, uno que no proviene del ciclismo en carretera, y a Peters. “Y una leche”, les dijo Yates, el primer director del equipo. “Yo no confieso nada”. Su entereza no le libró del despido, aunque sí de la cartea de confesión, de la mención de la deshonra. Esa mención ha condenado prácticamente a la clandestinidad a Julich, quien antes de que todo ocurriera pensaba establecerse como entrenador independiente.
“Mi pasado es mío, no tengo que compartirlo”, dice Flecha, que se fue antes del proceso
Del proceso de liberación de conciencia en el equipo que triunfó el año pasado con la victoria de Bradley Wiggins en el Tour y se convirtió en la referencia moral incluso para todos los demás, no se libraron ni los auxiliares, masajistas y mecánicos, que debieron responder a un interrogatorio que incluía preguntas como: “¿Ha transportado alguna vez sustancias dopantes?”.
A Steve Peters, el psiquiatra, su paso por el Sky le ha valido adquirir la consideración de hombre que conoce el secreto de lo que se llama la cultura de la victoria. Por eso también empezará a trabajar con la federación británica de atletismo. Sin embargo, su papel en la estrategia de la confesión también le ha valido la consideración de “traidor”, pues se ha valido de la confianza depositada antes en él por los corredores para saber cómo extraer de ellos lo que deseaba. Varios corredores recuerdan cómo hace tres años, en la primera concentración del equipo, Peters les recordó 50 veces la tolerancia cero, que todo en el equipo se haría con limpieza. Pero también recuerdan que les dijo entonces que quien quisiera contarle cosas de su pasado para sentirse mejor, eso quedaría entre ellos, que nunca saldría nada de su boca.
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