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Cruce de cables en Anoeta

El Espanyol gana (0-1) tras un córner, el arma preferida de la Real, que le había amargado la vida desde la esquina

Longo pugna por un balón aéreo con Estrada e Illarramendi.
Longo pugna por un balón aéreo con Estrada e Illarramendi.Juan Herrero (EFE)

Cada vez que el balón acaba en el segmento circular del saque de esquina, a Pochettino le daba un temblor. Una vez tras otra sacaba Vela, con algún descansillo de por medio, y una vez tras otra Pochettino se encomendaba a Cristian Álvarez porque sabía que remataba algún jugador de la Real y el lío estaba asegurado. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces exigiendo lo mejor del portero argentino mientras los centrales asistían impávidos a los vuelos de los futbolistas de la Real. Quién le iba a decir a Pochettino que un córner a su favor le iba a dar la victoria en Anoeta, con Héctor Moreno rebañando desde el suelo el balón y Colotto, como en sus mejores tiempos del Deportivo, empujando a la red desde el segundo palo. Curiosidades del fútbol, que premia y castiga con la mano floja, que juega con las casualidades, con las anécdotas y decide encuentros que debía ser igualitarios (es decir, de empate puro y duro) porque le viene en gana.

R. SOCIEDAD, O - ESPANYOL, 1

Real Sociedad: Zubikarai; Carlos Martínez, Mikel González, Íñigo Martínez, De la Bella; Bergara (Javi Ros, m. 74), Illarramendi; Estrada (Chory Castro, m. 66), Xabi Prieto (Ifrán, m. 77), Vela; y Agirretxe. No utilizados: Royo; José Ángel, Ansotegi y Rubén Pardo.

Espayol: Cristian Álvarez; Raúl Rodríguez, Héctor Moreno, Coloto, Víctor Martínez; Baena, Cristian Gómez; Wakaso (Cristian Alfonso, m. 64), Verdú, Sergio García (Stuani, m. 64); y Longo (Simao, m. 85). No utilizados: Casilla; Galán, Capdevila y Tejera.

Gol: 0-1. M. 77. Saque de esquina que empuja Héctor Moreno y Coloto remacha en boca de gol.

Árbitro: Paradas Romero. Amonestó a Cristian Gómez, Mikel González. Wakaso, Longo y Stuani

Unos 18.000 espectadores en Anoeta

Lo cierto es que los futbolistas, los entrenadores, se quejan o disfrutan de los grandes estadios, según como les vaya el juego, pero no hay nada más pequeño que la cuarta parte de la luna que diseña el lugar donde se saca un córner. Allí, en las cuatro lunas, se formó la luna de Anoeta como una noria caprichosa. Fuera de ese reducido lugar, en el desahucio del resto del campo, brillaron algunos futbolistas: la inteligencia de Verdú y Carlos Vela, la técnica y la fortaleza de Cristian Gómez (si te llamas Cristian juegas en el Espanyol seguro) y la determinación de Baena para defender y de Illarramendi para gestionar.

Todo era tan democrático que los equipos se repartían los tiempos: ahora yo, la Real, atacando por los costados, forzando córners que obligaron a Cristian Álvarez a justificar su presencia en la selección argentina. Ahora tú, el Espanyol, hilvanando al primer toque jugadas al aparo de Verdú, de Cristian Gómez, de Sergio García, pero que morían mansamente en las orillas de Zubikarai. Por momentos había ese añejo sabor inglés donde de los córners se celebran como la segunda opción más segura de gol, tras los penaltis. Echaba de menos la Real a Xabi Prieto, perdido como medio punta, y temía el Espanyol alguna barrabasada de Wakaso que le dejara en inferioridad de condiciones. El jugador ghanés siempre parece que va a hacer más de lo que hace pero casi nunca lo hace.

Fue un toma y daca que se saldó con un córner españolista cuando mejor jugaba la Real, es decir, cuando mejor jugaba Carlos Vela. Y todo murió ahí, en el segmento circular del córner, como si el resto fuera un baldío para espíritus intrépidos. Y el público, que acabó pidiendo la dimisión de Montanier. Una historia conocida.

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