Masoud sale de la jaula
El iraní, 539 días lesionado y seis operaciones después, regresa al equipo y es uno de los principales argumentos de Mendilibar para reactivar a Osasuna
539 días dan para mucho. Sirven para ver pasar año y medio por delante, madurar, coger experiencia y si eres futbolista para asentarte en un club, por ejemplo. En todo este trayecto Masoud Shojaei (Shiraz, Irán; 1984) ha vivido al margen de la dinámica de Osasuna desde que llegase en 2008 avalado por Nekounam, primer iraní en pisar la hierba española. En los últimos 15 meses ha pasado seis veces por el quirófano por una fractura en el metatarsiano que se produjo el 3 de abril de 2011 ante el Atlético y, a pesar de que ante el Betis hace dos semanas pudo recordar su oficio durante seis minutos, no será hasta hoy ante el Valladolid (17.50, C+Liga) cuando, de nuevo en una convocatoria, pueda reivindicarse después de tanto tiempo.
El hecho de haberse visto sobre una camilla inmóvil durante tanto tiempo le ha otorgado una capacidad de análisis médica impresionante, y le bastan tres minutos de respuesta telefónica para detallar todo el proceso quirúrgico. “Ahora todo ha terminado y estoy feliz, pero lo he pasado muy mal. Nunca había tenido ninguna lesión grave, pero esto me ha demostrado que no todos los días tienen porque ser buenos, por lo que hay que luchar e intentar vivir contento”, relata. “Moralmente ha tenido picos; al principio, tras las primeras cirugías, lo pasó muy mal porque cuando pensaba que ya estaba recuperado, tenían que volver a intervenirle”, lamenta Patxí Cipríain, jefe de los servicios médicos de Osasuna, y una de las personas que más tiempo ha pasado junto al iraní durante este tiempo.
“Gané más de 10 kilos porque estaba en la cama y no podía moverme. Ahora, no solo los he perdido, sino que estoy más delgado que antes de la lesión”, explica con una risa al final, síntoma de que es el pasado. Por el camino quedan largas sesiones de rehabilitación y hasta un aprendizaje peculiar. “Ha trabajado mucho aeróbicamente, también en la piscina, donde le tuvieron que enseñar a nadar porque no sabía. Los ejercicios bajo el agua le iban muy bien”, confiesa Cipríain.
Entre operación y operación, Osasuna ha experimentado varios cambios: el primero, que Nekounam ya no está, volvió a Irán con la carta de libertad en verano; y el segundo, que el equipo no parece despegarse de la parte baja de la clasificación, último con cinco puntos en nueve partidos. “Estamos un poco flojos, no podemos perder más puntos en casa, aunque yo veo que cada vez vamos cogiendo más ritmo. Es muy fácil decirlo, después hay que hacerlo”, reconoce el extremo tras perderse el último partido por decisión técnica ante el Atlético, precisamente el equipo ante el que se destapó con un golazo en 2009. “Muchos grandes jugadores de la historia de Osasuna hablaron muy bien de mí entonces, y es algo que me enorgullece”, confiesa el iraní.
Pero es ahora cuando su desborde y capacidad de definición se antoja más que necesaria para el conjunto navarro y para su entrenador, José Luis Mendilibar. Ante el Valladolid podría cerrarse definitivamente esa etapa para Masoud. Es cuestión de regatearla.
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