Villa triunfa en la fiesta de Messi
Un tanto y una asistencia del asturiano tumban al Celta (3-1) y sellan el mejor inicio de la historia del Barça Los de Villanova jugaron demasiado atados al argentino
El Celta se marcó un partido estupendo el día en que el barcelonismo se reunió para festejar la paternidad de Messi. No hubo manera de que el 10 pudiera dedicar un gol a su hijo Thiago. Así de inescrutables son los misterios del fútbol: el delantero, que ya cuenta 13 tantos y festejaba la Bota de Oro, no dio pie con bola ante un rival que no ha ganado en su vida en el Camp Nou ni tampoco en cancha ajena en la presente Liga. Nadie lo diría después de ver la excelente actuación celeste ante el Barça de Messi. El argentino debió pasar la noche en blanco, como un padre cualquiera, a juzgar por la angustiosa tarde que tuvo en el Camp Nou.
BARCELONA, 3 - CELTA, 1
Barcelona: Valdés; Adriano (Alves, m.39), Mascherano, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Cesc (Bartra, m.45), Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Alexis, m.77). No utilizados: Pinto, Montoya, Song y Tello.
Celta: Javi Varas; Hugo Mallo, Jonathan Vila, Tuñez, Roberto Lago; Augusto (Toni, m.87), Borja Oubiña, Álex López (Park m.80), Krohn-Dheli; Bermejo (De Lucas, m-66) y Aspas. No utilizados: Sergio, Bustos, Bellvis y Joan Tomás.
Goles: 1-0.M. 20. Adriano. 1-1. M. 23, Bermejo. 2-1. M. 25. Villa. 3-1. M.60. Jordi Alba.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Iago Aspas, Oubiña y Bartra.
Camp Nou: 82.978 espectadores. Xavi ofreció a la afición azulgrana el Premio Príncipe de Austurias y Messi la Bota de Oro.
La hinchada se dio por satisfecha con que Messi no se lesionara después de quedar tendido al final en el área del Celta. Incluso asomó la carretilla para dar más dramatismo al golpe en la rodilla que recibió el 10. La lesión parecía grave y, sin embargo, el jugador se levantó por su propio pie, cosa tan sorprendente a tenor de su quietud en el césped como que no marcara un gol. El susto fue monumental y espantó incluso a los muchos niños que se juntaron a la hora de la merienda en el Camp Nou. La grada parecía un chiquipark. El partido, en cambio, se convirtió con el paso del tiempo en una cosa de hombres: el mejor fue Villa.
El encuentro invitaba tanto al recreo que hasta Tito Vilanova se puso lúdico y desplegó a su equipo a partir del 3-4-3, un dibujo inédito hasta el momento en el repertorio del técnico del Barça y, en cambio, habitual en la última temporada de Guardiola, cuando se trataba de dar cabida a Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc. Ante el Celta se juntaron de nuevo los cuatro y propiciaron de salida un juego de niños para suerte del público del Camp Nou. A saber: un partido divertido, sin defensas, deliciosamente anárquico y reprobable desde el punto de vista táctico, más que nada porque por momentos hasta parecía que sobraba Busquets.
Busquets comenzó como volante y al cuarto de hora tuvo que retroceder al puesto de central porque cada pérdida de balón del Barça propiciaba el contragolpe de los peloteros del Celta. El exceso de medios saturó el juego interior y disminuyó el exterior: se echaba tanto en falta a los extremos (no lo es Villa y los hay más naturales que Pedro) como las llegadas de los laterales, exigidos como quedaron defensivamente Adriano y Alba. La afrenta azulgrana favoreció el despliegue del equipo celeste, permeable en su cancha y admirable en la rival, y el encuentro se convirtió en un ir y venir a las porterías de Valdés y Javi Varas.
La seriedad del asturiano contagió al equipo, que tuvo que dejarse de bromas y festejos para defender con Valdés un partido muy bien diseñado por el Celta
Excesivamente centrifugado y atado a la bota de Messi, el Barça solo cantó gol cuando atacó por las bandas. A la que se asomó Alba y penetró Pedro para centrar, marcó Adriano; en cuanto Villa profundizó con Iniesta, El Guaje no perdonó. Tampoco tenía mayores problemas para rematar el Celta: Valdés le sacó un balón de gol a Iago Aspas en un mano a mano antes de que Bermejo recogiera un rechace del meta azulgrana para marcar. Aunque se estabilizó a partir de una zaga de cuatro, ya con Busquets mezclando con Mascherano, no jugaba a gusto el Barça. No tenía gobierno el partido y el marcador estaba abierto.
El más incómodo en una cancha recortada por el embudo del Barça era Messi. Hubo una jugada que retrató su desasosiego y obsesión: en un momento pasó de estar de cara a ponerse de culo ante Javi Varas. No encontró la manera ni el momento de tirar y perdió un remate de gol. No se activaba el 10, no mezclaba bien el Barça a pesar de las habilidades de Iniesta, y no paraba de corregirse Vilanova. Alcanzado el descanso, los azulgrana recuperaron la racionalidad y ganaron estabilidad con la entrada de Batra por Cesc y la vuelta al clásico 4-3-3. El problema para el Barça es que seguía jugando muy bien el Celta.
Oubiña y Álex López movían muy bien a un equipo tan aseado como bien organizado y la verticalidad y sutileza de Iago Aspas ponían los pelos de punta a la afición del Barça, nerviosa por el encuentro, de nuevo concentrada para cantar “independencia” a los 17m 14s. El partido se puso especialmente interesante en cuanto al marcador: el empate del Celta parecía tan cercano como el gol definitivo del Barça. El linier jugó entonces a favor de Jordi Alba, quien en fuera de juego remató a la red un servicio de tacón de Villa, el segundo del asturiano, que había combinado estupendamente con Iniesta en el 2-1.
El argentino debió pasar la noche en blanco, como un padre cualquiera, a juzgar por la angustiosa tarde que tuvo en el Camp Nou
La actuación de Villa fue decisiva. La seriedad del asturiano contagió al equipo, que tuvo que dejarse de bromas y festejos para defender con Valdés un partido muy bien diseñado y disputado por el Celta. El Guaje ya cuenta cinco goles después de siete tiros en la Liga. Uno menos de los que suman los defensas, efectivos en ataque, de nuevo disminuidos por la lesión por tres semanas de Adriano. No estuvo bien el Barça y, sin embargo, ganó un partido más (nueve). Mientras la gente le escruta a diario, camaleónico como parece, el equipo de Vilanova ha protagonizado ya el mejor arranque de la Liga en la historia del Barcelona.
Los guiños del fútbol son muy caprichosos: Villa triunfó en la tarde diseñada para homenajear a la familia Messi. Y nadie vio discutir a los grandes delanteros del Barça.
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