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OBITUARIO

Margaret Osborne, heroína del tenis

La jugadora estadounidense conquistó 37 títulos, seis del Grand Slam

Juan José Mateo
Margaret Osborne, durante el torneo de Wimbledon de 1950.
Margaret Osborne, durante el torneo de Wimbledon de 1950.AP

Las gradas de Wimbledon destruidas durante la II Guerra Mundial. Londres lleno de ciudadanos hambrientos, famélicos y rotos por años de sufrimientos. Cargamentos de carne enviados desde EE UU por su riquísimo marido con el único fin de satisfacer su apetito. Seis títulos del Grand Slam individuales, 37 en total. Todo eso vieron los ojos de Margaret Osborne (Joseph, EE UU, 1918) hasta su muerte, el pasado 24 de octubre. “Fue una de mis heroínas y una gran influencia dentro y fuera de la pista. Espero que tanto los tenistas de ahora como cualquier niño o niña que quiera serlo vayan a los libros de historia de tenis para leer sobre ella, porque su carrera no se centró solo en ganar partidos, sino también en enseñar a otros”, dijo la estadounidense Billie Jean King, campeona de 12 grandes.

Osborne fue una niña que iba a caballo a la escuela desde el modesto rancho de sus padres. Pronto se convirtió en una adolescente trasladada junto a su familia hasta la ciudad, donde caminaba del colegio a las clases de piano. Nada en su entorno debía inclinarle hacia el deporte, y menos hacia el tenis. Sin embargo, un día se cruzó con una pista de tierra batida. Primero pasó varias jornadas observando el juego desde un banco. Luego se atrevió a golpear un par de pelotas. Finalmente, Osborne se convirtió en una de las mejores competidoras de su época, capaz de ganar su último grande con 44 años (Wimbledon 1962, en dobles mixtos) y de hacer de la resistencia y la persistencia sus sellos.

La tenista renunció a la fortuna de su marido tras su divorcio

La tenista venció algunos de los partidos más largos de su tiempo —por ejemplo, ganó 15-13 en la manga definitiva del campeonato estadounidense de 1948—, pero sobre todo se convirtió en la cara de una era ya desaparecida. Tras su matrimonio con William du Pont Jr., heredero de una gran fortuna industrial, el dinero dejó de ser un problema. No dio el salto al profesionalismo y siguió disputando con el resto de amateurs los torneos del Grand Slam. Su vida tuvo algo de esnob: jugaba con frecuencia en pantalones cortos, en contraste con la falda larga típica de la época; declinó competir en Australia porque el viaje era largo y por las amenazas de divorcio de su marido; y pudo permitirse que su riquísimo esposo le construyera siete pistas de tenis en su residencia.

Osborne fue una heroína de los tiempos del toque, las raquetas de madera y el juego de volea. Una mujer que renunció a la fortuna de su marido tras su divorcio y que compitió y ganó grandes torneos también después de ser madre, porque yendo a clases de piano había descubierto una pasión que mantendría para siempre: el tenis.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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