Los Lakers suben la apuesta

“Es como ir en un Lamborghini a 320 por hora y con la cabeza fuera de la ventanilla”. Esa fue la sensación que experimentó Kevin Garnett el uno de agosto de 2007, el día que los Celtics le ficharon. El traspaso llevó a Minnesota a siete jugadores a cambio de su estrella e inició una era, la del Big Three. Garnett, Ray Allen y Paul Pierce coronaron con el anillo la gestión del director deportivo Danny Ainge. Los Celtics no lo conquistaban desde 1986. La jugada de despachos creó escuela.

Pat Riley logró en 2010 arrancar a LeBron James de Cleveland y a Chris Bosh de Toronto para juntarlos con Dwyane Wade. El trío de Miami consiguió el anillo en su segundo intento, en junio, tras un pulso final con el equipo joven más talentoso, los Thunder de Kevin Durant. Los Lakers no se quedaron de brazos cruzados. El cuatro de julio ataron a Steve Nash y el diez de agosto superaron el bombazo con el fichaje de Dwight Howard y el traspaso de Andrew Bynum a los Sixers.

El equipo de Kobe Bryant y Pau Gasol cuenta ahora con un Big Four. Es inevitable la comparación de estos Lakers con los Celtics de 2008, con los Heat de 2012 o con los Lakers de 2004, los que, a pesar de fichar a Karl Malone y Gary Payton para juntarlos con Kobe Bryant y Shaquille O’Neal, fracasaron en la final ante Detroit. La superproducción funciona. Uno puede ser o no de los Lakers, pero difícilmente no se siente intrigado por saber hasta dónde llega un quinteto con tanto talento y experiencia.

Su pretemporada no ha podido ser peor: ocho derrotas en otros tantos partidos. Howard, tras 197 días sin jugar por una lesión en la espalda, dio buenas sensaciones en su reaparición. Bryant se lesionó en el pie derecho y es poco probable que dispute el primer partido oficial, el que enfrentará en la madrugada del martes al miércoles a los Lakers y a Dallas (3.30, Canal+), poco después de que se alce el telón con los partidos Cleveland- Washington y Miami-Boston (1.00, Canal+). La incógnita permanece en los Lakers. La aportación de su banquillo fue el pasado curso una de las peores de la Liga. Se ha reforzado con Antawn Jamison, un tirador de 36 años, y Jodie Meeks, un escolta procedente de los Sixers. Miami, el campeón, ha adquirido dos tiradores: Ray Allen y Rashard Lewis. Oklahoma acaba de sufrir un duro golpe. Harden, el mejor sexto hombre de la pasada campaña, no firmaba la extensión de su contrato, como han hecho entre otros Serge Ibaka, por menos del máximo autorizado: 46 millones de euros por cuatro años. Si no firmaba esa extensión antes del 31 de octubre, pasaba a convertirse en agente libre. Los Thunder no se lo han pensado dos veces: han traspasado a Harden a Houston a cambio, entre otros, de Kevin Martin, alero de 29 años que promedió 17,3 puntos la pasada campaña.

La rivalidad en Nueva York sube de nivel. Los Knicks, el equipo más veterano en la historia de la NBA con una media superior a los 32 años, han fichado a Jason Kidd, Thomas, Camby y Prigioni, aunque seguirán dependiendo de la química entre Carmelo Anthony y Stoudemire. Estarán más exigidos. El multimillonario ruso Mijail Projorov presume del nuevo pabellón de los Nets en Brooklyn y de un quinteto con buena pinta: Deron Williams, Joe Johnson, Gerald Wallace, Humphries y Brook Lopez.

Memphis, el equipo de Marc Gasol, que ha perdido a OJ Mayo (Dallas); Boston, con Courtney Lee, Jeff Green y Jason Terry y sin Ray Allen; y San Antonio y Clippers, con los mismos bloques de la pasada campaña, son los llamados a completar el pelotón de cabeza. En Toronto, Calderón luchará por la titularidad con Kyle Lowry, proveniente de los Rockets, que han apostado por el fenómeno de la pasada campaña: Jeremy Lin. Se espera con especial impaciencia la reaparición de los lesionados Derrick Rose y de Ricky Rubio, ídolos en Chicago y Minnesota.