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Koke y el arma del doblete

El Atlético vuelve a recurrir a las jugadas a balón parado para doblegar al Académica

LADISLAO J. MOÑINO
Diego Costa celebra su gol junto al Cata Díaz
Diego Costa celebra su gol junto al Cata DíazJAVIER SORIANO (AFP)

En todas las comparaciones que se hacen de este Atlético con el del doblete hay una que es palmaria: las jugadas a balón parado. Con un córner empezaron a fraguar los rojiblancos su decimosexta victoria consecutiva en la Liga Europa y batieron su récord de 21 partidos consecutivos sin perder. No cae el Atlético desde el derbi con el Madrid celebrado en abril. Esta vez fue un saque de esquina enguantado por Koke el que rescató esa virtud tan fundamental en aquel equipo del 96. En cada golpeo de falta o de córner, Koke tributa un homenaje a ese ramo de flores eterno que vive en la esquina derecha del fondo sur desde la que Pantic daba clases con ese golpeo plano que hacía tanto daño. Plano fue también el del canterano para que Tiago lo prolongara al segundo palo y lo cazara de media tijera Diego Costa. También fue un homenaje la parábola que dibujó Emre en la falta en el 2-0, un pellizco de clase para una trayectoria suave e imparable.

ATLÉTICO, 2 - ACADÉMICA, 1

Atlético: Asenjo; Silvio, Cata Díaz, Pulido, Filipe Luis; Gabi, Tiago, Emre (Raúl García, m. 76); Koke (Cristián Rodríguez, m. 61), Diego Costa y Adrián (Saúl, m. 82). No utilizados: Courtois; Cisma, Pedro Martín y Kader.

Académica: Ricardo; Dias, Ferreira, Halliche (Junior Lopes, m. 21), Nivaldo; Makelele (Cissé, m.60), Bruno China; Marinho, Edinho, Ogu (Cleyton, m. 60); Wilson Eduardo. No utilizados: Santos; Keita y Rodrigo Galo.

Goles: 1-0. M. 48. Diego Costa, a la salida de un saque de esquina. 2-0. M. 68. Emre, de falta directa. 2-1. M. 86. Cissé cabecea la prolongación de una falta.

Árbitro: Robert Madden (Escocia). Sin amonestaciones.

Vicente Calderón. 13.000 espectadores.

Los últimos cinco goles del Atlético han sido de jugadas a balón parado, una suerte que Simeone trabaja en el laboratorio y vive en el campo tanto como el juego cuando el balón corre. Tan pronto estira la pierna para decirle a sus jugadores, con el gesto de pisar la pelota, que saquen en corto como los coloca para el ataque del remate o para el rechace. Jalea esos tantos con efusión, como un autopremio por ver cómo le sale a sus futbolistas lo que ensayan machaconamente.

Fue admirable todo lo que hizo Koke, que jugó siempre con un punto más de intensidad y de intención que el resto de sus compañeros. Puede que sienta la amenaza de Raúl García. Si es así, hizo una defensa del puesto incontestable. Con las gradas casi vacías, con una manta de agua fina, interpretó el duelo como si le fuera la vida en él. Corrió, pasó y se ofreció. Cercano a su entusiasmo y a su buen hacer estuvo Filipe Luis, al que ya no parecen quedarle rastros de su grave lesión. Cada vez más suelto, cada vez más con esa alegría intrínseca al hecho de ser brasileño y lateral.

Salvo el último suspiro, todo el partido fue del Atlético, que vio cómo otro rival, pese a jugar con suplentes, se le metía atrás. Cuesta digerir esas propuestas tan pacatas, incapaces de añadir un punto de ambición sabiendo que el rival juega con un once plagado de reservas. En esa autogestión del juego el equipo de Simeone tuvo claros y grises. Los mejores momentos llegaron tras el primer tanto, que soltó y dio confianza con el balón a los menos habituales. La pelota enseñó la diferencia entre los que son titulares y suplentes por asociación y por tacto. Combinaron bien Koke y Luis Filipe y a veces Adrián. El primero jugó sabiendo que su puesto en la Liga tiene la amenaza de Raúl García. De sus botas salieron las jugadas más afiladas en el primer tiempo. Un regate por allí, una pared por allá, un centro raso venenoso al que no llegaron ni Adrián ni Diego Costa. Tiago estuvo más fallón para darle profundidad a la maquinaria, aunque mejoró sensiblemente en la segunda mitad.

Hubo una constante en los primeros 45 minutos, el descubrimiento de espacios cuando se desdoblaban Silvio y Filipe Luis que se perdieron por falta de precisión o porque no interpretaron bien el desmarque.

De los menos habituales el que menos problemas para medir la fuerza del golpeo en el pase tuvo fue Emre, que enseñó varios golpeos de escuela en un par de aperturas. Lo confirmó con ese magistral lanzamiento de libre directo. Se fue ovacionado y como candidato a ser otro nuevo jugador idolatrado. Antes de su cambio, Adrián había desperdiciado un par de ocasiones claras que le sacó Ricardo, el mejor pasador de su equipo con un saque largo que propició una contra bien resuelta por Asenjo a disparo de Wilson Eduardo. Solo le mejoraría el autor del pase a Cisse en la falta que convirtió en el 2-1 y apuró al Atlético en esos minutos finales que ya no le condenan. Aunque siguen acongojando a una grada que lo que menos desearía es que esta racha tan ganadora de su equipo se acabara con uno de esos finales que tanto la han apesadumbrado.

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Sobre la firma

LADISLAO J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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