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El Madrid descabalga en la montaña rusa

Los de Laso, que estuvieron todo el partido a remolque, desperdician la última posesión y caen ante el Khimki (86-85) tras firmar una remontada estéril

Faustino Sáez
Dimitriy Khvostov frente a Dontaye Draper
Dimitriy Khvostov frente a Dontaye DraperY. KOCHETKOV (EFE)

Entregado a la molicie durante 35 minutos, el Madrid se encontró asombrosamente con el balón en sus manos y ocho segundos por delante para ganar al Khimki en Moscú tras ir perdiendo por 18 puntos a poco más de 10 minutos para el final. Rudy Fernández se jugó el match point, pero la suerte se mostró esquiva para los de Laso, vacilantes y desacertados en demasía. 

Las pérdidas de balón y la endeblez defensiva lastraron el arranque del Madrid (13-5, min. 6) anunciando el cariz del encuentro. “Desde el principio no estamos duros como ellos. ¿Cuántos rebotes más nos van a coger?”, clamó Pablo Laso en su primer tiempo muerto. Una vez leída la cartilla a los suyos, la primera medida del técnico fue sentar a Begic (cargado con dos faltas) en favor de Slaughter buscando una reacción y pronto pareció darle resultados. Un parcial de 0-6, con dos espectaculares alley-oop de Rudy y el propio Slaughter, situó al Madrid en el mapa y un triple posterior de Sergio Rodríguez acortó distancias en un santiamén (19-17). Pero apenas fue un espejismo. La tarde en Moscú iba a ser cuesta arriba. 

Para entonces, Planinic y Augustine ya habían encontrado el tranquillo al partido. Desde la posición de base, el croata aglutina todo el juego de su equipo para mayor lustre de su baqueteado expediente. Así lo acreditó la semana pasada en su debut en la competición (donde el Khimki cayó 92-80 en casa del Fenerbahçe), partido en el que Planinic fue el máximo anotador, el máximo asistente, el que más faltas recibió y hasta el máximo reboteador de los de Kurtinaitis. Una batuta polifacética a la que volvió a dar lustre ante el Madrid y bajo la que creció también Augustine. El pívot estadounidense -jugador más valorado de la pasada Liga Endesa en las filas del Murcia (18,6), máximo reboteador (8,32) y segundo con más tiros de dos anotados (5,38 de media)- se hizo dueño de la pintura en defensa y en ataque. El cuadro ruso dominó con solvencia el rebote en el primer acto (13-6) con seis capturas de Augustine (tantas como todo el Madrid) y volvió a dar un estirón en el marcador (28-18, min. 11). 

Rudy se jugó una bomba en su postrera penetración y el balón se estrelló en el aro

El Madrid no encontraba el paso. Imprecisos en ataque y tiernos en defensa, los de Laso se agarraban a la inspiración individual y racheada de su amplio repertorio. La segunda unidad ofreció un nuevo respiro al cuadro madridista, sin molde ni soluciones colectivas. Draper agitó la sala de máquinas y Felipe Reyes compensó la batalla bajo los aros facilitando un nuevo empujón de los suyos en el marcador (32-28, min. 15). Pero a cada arreón del Madrid, el cuadro ruso respondía con una vuelta de tuerca. Loncar y Rivers martilleaban desde el perímetro y Paul Davis se sumaba a la causa de Augustine. Enfrente, apenas Mirotic y Sergio Rodríguez mantenían el tipo y la cuerda se volvía a estirar en favor del Khimki sin solución de continuidad (69-51, min. 28). 

El Madrid ya había sudado tinta en su estreno europeo, pero en esta ocasión la adversidad llegaba al sonrojo. Solo en el tramo final del primer partido fue capaz de tumbar la resistencia del Panathinaikos de Schortsianitis en un choque que dejó a los blancos con tantos motivos para el optimismo como para la preocupación. Entonces volvieron a disparar su anotación por encima de los 80 puntos como marca el libreto de Laso, ganaron la batalla del rebote y su estrella, Rudy Fernández, lució galones para resolver el envite. Pero Schortsianitis desnudó nuevamente la falta de cuajo de las torres madridistas, a la espera del cinco que complete la plantilla. Un diagnóstico parecido al que presentaba el conjunto madridista en Moscú. 

Pero, sorpresivamente, la pachorra dio paso a la épica. Sin la habitual solución kamikaze de Llull (baja en la convocatoria por lesión), fue la determinación de Carroll, con ocho puntos consecutivos, la que lideró un parcial inverosímil de 2-21 que dio al Madrid su primera ventaja en el partido a falta de cinco minutos (71-72). 

Aturdidos ante el nuevo escenario, los de Kurtinaitis comenzaron a balbucear en ataque y huérfanos de Davis, eliminado por faltas, apretaron los dientes para no tirar por tierra el trabajo amasado. El Madrid, hipotenso durante 35 minutos, se encontraba ante una segunda oportunidad tras una tarde de desatino. Draper, con un triple de nueve metros, acercó la hazaña. Restaban ocho segundos y el Madrid, un punto abajo en el marcador (86-85), tenía el saque de banda para resolver el duelo. Todas las flechas de la pizarra de Laso apuntaron entonces a Rudy. El escolta se jugó una bomba en su postrera penetración y el balón se estrelló en el aro. La suerte penalizó la pereza.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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