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“El juego es hoy más rápido y limpio; en los años 90 te hacían de todo”

El serbio, coronado por sorpresa con Dallas, es una de las voces más autorizadas para reflexionar sobre el puente entre Europa y la Liga norteamericana

Robert Álvarez
Stojakovic, durante la entrevista.
Stojakovic, durante la entrevista.© Marcel·lí Sàenz (EL PAÍS)

Pedja Stojakovic (Pozega, Serbia; 1977) es una de las voces más autorizadas en el puente establecido entre la NBA y el baloncesto europeo. Empezó jugando al fútbol, pero acabó siguiendo los pasos de sus amigos. Fue precoz, como Ricky Rubio. Con 14 años jugaba en el Estrella Roja y con 15 se convirtió en el más joven en ganar la Liga de la antigua Yugoslavia. Fichó por el PAOK de Salónica y adquirió la nacionalidad griega. En 1999 llegó a la NBA y fue tres veces all star, así como campeón europeo y mundial con Yugoslavia. Después de 13 años en Estados Unidos y una terrible racha de lesiones, de manera inesperada, le fichó Dallas en 2011 y, de manera todavía más inesperada, logró ser campeón. Se retiró hace diez meses.

Pregunta. ¿A qué se dedica?

Respuesta. Tengo tres hijos y, tras tanto ajetreo y viaje, he decidido parar un poco. Añoro jugar, pero las lesiones me martirizaron y me echaron del patio de recreo. He vuelto a Atenas y sigo con casa en Miami.

El tiro también se trabaja y Ricky lo hará favorecido por su altura y su envergadura

P. ¿Se mantiene en forma?

R. Todavía. Es duro mantenerse. No tienes la misma forma física ni la mentalidad. Juego al tenis. Admiro a Djokovic, Nadal, Federer… En Estados Unidos me pasaba el día viendo el canal del tenis.

P. ¿Se dedicará a algo relacionado con el baloncesto?

R. Me gustaría. He pensado en varias posibilidades: entrenador, ojeador, un cargo técnico o directivo... Pero tendré que empezar de cero.

P. ¿El anillo cambió el balance de su carrera?

R. Fue una bendición. Quedé libre en enero de 2011. Fui a Dallas porque hablaba por teléfono con Rick Carlisle, que había sido mi entrenador en Indiana. Allí había un buen entorno para mí, pero no esperaba ganar el anillo. Nadie lo esperaba. Cada partido se convirtió en algo muy especial. Fue increíble.

P. ¿Ha cambiado el juego?

R. Los jugadores son más atléticos, más físicos, capaces de jugar en más posiciones. El baloncesto ha mejorado en muchos países. Los partidos se preparan mucho más, las reglas son diferentes, el juego es más rápido y más limpio... En los años noventa te cogían, te empujaban, te hacían de todo... Ahora, el juego favorece la formación de los jugadores. No hay límites para que desarrollen su creatividad.

P. ¿Hay menos tiradores?

R. Siempre ha habido grandes tiradores. Ahí está Kevin Durant, que es maravilloso. Y varios de la vieja escuela. ¡Hay tanto talento!

P. ¿A quién admira más?

R. Durant es un grandísimo anotador, pero, como tirador puro, a quien más admiro es a Ray Allen. Es clásico: su estampa, todo es bello en su forma de tirar y, además, mete algunas [se ríe].

P. ¿Y europeo?

R. Navarro. Sabe cómo meterlas de tres y... eso que llaman La Bomba. La primera vez, en Memphis, en el informe técnico, nos dijeron: “A este español no le conocemos, chicos. No impone mucho respeto”. Nos metió 25 puntos en 20 minutos. Por supuesto, al siguiente partido, nos previnieron: “Ahora ya sabemos cómo se las gasta este”.

P. Navarro solo jugó un año allí. ¿Por qué es tan difícil jugar igual en la NBA que en Europa?

R. La mayor dificultad es la física, sobre todo para los bases y los escoltas. Es el caso de Rudy. Siempre estás vigilando a rivales muy rápidos y talentosos. También tiene que ver con el tiempo de adaptación. A mí me fue bien ir a Sacramento. Los dos primeros años estuve en el banquillo, aprendí y me probé que podía rendir y ser titular. Si van con 25, 26 o 27 años, necesitan empezar un nuevo modo de vida y, si en Europa han ganado dinero, es difícil empezar allí de cero. Es normal pensar: “Regreso a mi país, soy feliz y juego”.

P. ¿Qué opina de Ricky Rubio y su déficit en el tiro?

R. Es fantástico, pero todo jugador tiene alguna carencia. Es importante que cada año mejores una parte de tu juego y añadas algo. Si no lo haces, te estancas y no eres competitivo. Ricky será mejor en la NBA que en Europa. Se adapta mejor a sus cualidades. El juego es más rápido. Puede correr, es un gran pasador y aún mejor en el campo abierto.

P. ¿Podrá mejorar el tiro?

R. Claro. Es algo natural, pero también trabajando duro se mejora. Fíjese en Karl Malone. No era un gran tirador, sino un buen finalizador, pero se convirtió en un fantástico tirador. Chris Webber, con el que yo jugué, acabó siendo un tirador alucinante desde el poste alto. Jason Kidd es un ejemplo perfecto. Se necesita trabajar y Ricky puede hacerlo porque tiene una envergadura perfecta y, para su posición, es alto.

P. ¿Cómo ve esos superequipos de la NBA?

R. Las figuras se unen para estar en un equipo mejor y tener más posibilidades de ganar el anillo. Eso empezó con los Celtics y ahí están Miami, los Lakers... Es un debate interesante. Ocho buenos equipos dejan de serlo y se convierten en tres superbuenos y cinco normales. Los Lakers: Pau, de Memphis; Nash, de Phoenix; Howard, de Orlando... Forman un equipo fantástico para ganar el anillo. Son mucho mejores con Nash. Facilita el juego. Bryant no necesitará tanto la pelota. Pero también es el momento de ver el trabajo del entrenador, que debe manejar un bloque de estrellas obligadas a compartir los papeles.

P. ¿Cuál es el mejor legado de su carrera?

R. Estoy orgulloso de ella. Hay tantos altos y bajos en una carrera… Estoy especialmente orgulloso de los momentos en que fuimos capaces de construir con los Kings un equipo desde cero y llevarlo a la élite, a ser capaz de luchar por los títulos; obviamente, también de mis éxitos con la selección y con Dallas: los títulos en Turquía e Indianápolis. Pienso que hubo momentos en Sacramento y al final en Dallas en los que fui muy feliz. Cada año intenté ser mejor, ser titular, ser all star, ser campeón… Es duro llegar y es duro mantener ese nivel. Jugué muchos partidos especiales, con muchas emociones, como los de Sacramento contra los Lakers en la final de la Conferencia en 2002, tuvimos posibilidades y se nos escaparon. Pero fue muy grande.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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