“Quiero transmitir lo que Seve me inculcó a mí, el sentimiento de vivir algo único”
Olazábal, capitán europeo de la Copa Ryder, ultima en su club de golf en Hondarribia cada detalle del duelo ante Estados Unidos en Chicago
El capitán europeo de la Copa Ryder está feliz. El Club de Golf de San Sebastián es un oasis de tranquilidad a las afueras de Hondarribia, allí donde José María Olazábal nació en 1966. Apenas un pequeño letrero en la carretera, casi tapado por los árboles, indica cómo llegar a este refugio donde el golfista vasco ultima cada detalle del apasionante duelo ante Estados Unidos que comenzó ayer en Chicago (Canal + Golf). Olazábal no pretende hacer el letrero más grande, ni más vistoso. Le gusta la soledad, la paz, los paseos por el monte Jaizkibel con su padre, la concentración de la caza, las charlas con su hombre de confianza, Sergio Gómez. Pero ahora le toca todo lo contrario. Es el capitán de Europa, el heredero de Ballesteros.
Pregunta. Después de muchos meses de espera, ya está aquí la Ryder. ¿Qué siente: nervios, presión, ilusión, responsabilidad…?
Respuesta. Ilusión, sí. Y nervios, ahora que ya está aquí la competición. Estoy a gusto, muy contento con el equipo europeo. Es muy sólido. Y deseando que empiece ya a rodar la bola. Estoy con esas ansias.
P. ¿Es diferente al cosquilleo de competir?
R. Sí, muy diferente. En este caso no soy jugador, sino que tengo que tomar decisiones desde fuera. La sensación no es comparable. Yo he vivido la Ryder como jugador, he estado en dos como vicecapitán y ahora como capitán, pero ni la vicecapitanía ni la capitanía se pueden comparar con estar dentro del campo pegando los golpes, intentando ganar los puntos. De capitán estás observando a los jugadores, controlando cómo están y a la vez estudiando el lenguaje corporal, cómo los ves, cómo se sienten, pero no tiene nada que ver con ponerte delante de la bola y ejecutar el golpe.
P. ¿Qué le gusta más?
R. Obviamente, pegarle a la bola y ejecutar el golpe.
P. ¿Se siente todavía como uno de ellos, como un jugador?
R. En parte sí. Ha sido un año bastante flojo en cuanto a juego. Comencé bien la temporada, pero me ha faltado ser un poco más competitivo. Siempre que seas competitivo te sientes parte del juego. El problema es cuando dejas de serlo. Entonces notas esa distancia, ese alejamiento.
P. ¿Ese papel de capitán, de entrenador, le gusta para el futuro?
R. A ver… Es un orgullo y una responsabilidad, pero a mí lo que me gusta en realidad es la competición, jugar. Y este es un caso excepcional. La capitanía de la Ryder se da cada dos años y hoy en día es prácticamente una oportunidad y punto. Hay un grupo de gente, como Paul McGinley, Thomas Bjorn, Darren Clarke, Miguel Ángel Jiménez… que por lógica han de ser los siguientes en la capitanía.
P. Es decir, que siente todavía ese gusanillo de querer jugar…
R. Lo siento, está dentro de mí. Eso lo sientes o no. En mí está ese sentimiento, esa ilusión de competir, de ir al campo de prácticas, de levantarme cada mañana pensando en el golf. Y eso me mantiene activo.
En petit comité soy una persona abierta, que procura transmitir esas emociones. Soy sentimental.
P. Como capitán, ¿qué ha de transmitir a los jugadores, sobre todo a los más jóvenes, qué mensaje ha de mandarles?
R. Tengo un equipo con experiencia, pero hay muchos jugadores que solo han estado en una Ryder, o en dos como mucho. Mi objetivo es transmitir eso que se me inculcó a mí a través de Severiano, de Faldo, de Woosnam, de Langer, de los grandes jugadores europeos. Que la competición de la Copa Ryder es un momento muy especial, que es único en el mundo del golf, que ocurre solo una vez cada dos años, que es la única vez que jugamos de verdad como equipo. Y que hay una serie de cosas que ocurren en la Ryder que hace que sea maravillosa. Vivencias, momentos, que solo se producen en la Ryder, y solo te acuerdas de ellos cuando han pasado muchos años. Ya que es tan especial, hay que dar de ti todo lo que tengas. Se trata de transmitir la pasión que yo he recibido de Seve. Hemos jugado muchas veces juntos. Lo que Seve sentía en la Ryder lo tengo que enseñar yo ahora, ese sentimiento de formar parte de algo especial, de disfrutar de ese momento único y de hacer que ese momento sea extraordinario.
P. ¿Es fácil para usted transmitir esos sentimientos?
R. Pues tengo que decir que cuando estamos en petit comité soy una persona abierta, que procura transmitir esas emociones. Soy sentimental. Y en ese sentido las veces que lo he intentado parece que lo he conseguido. Esperemos que esta vez también sea así.
P. Pero no da esa apariencia de sentimental…
R. Es diferente cuando nos veis competir en un grande o en cualquier torneo que en privado. En la competición has de controlar tus sentimientos, no puedes dejar que tus sentimientos puedan sobre ti, porque perderíamos los papeles. Somos individuos diferentes. La gente puede tener una imagen de ti en la competición y otra cuando estás sentado en una mesa.
P. En la Ryder, ¿es más importante la técnica, la estrategia, o el aspecto emocional, el espíritu del grupo?
R. Si a la parte táctica y técnica le sumas el elemento sentimental, de emoción, eso hace que el jugador dé lo mejor de sí mismo. Esa motivación extra hace que en los momentos de máxima presión se venga arriba. Es una combinación de las dos cosas. A mí me ha pasado. Yo he llegado a la Ryder jugando muy bien y jugando no tan bien, pero estar ahí viviendo ese ambiente, compartiendo esos momentos con tus compañeros, hablar con ellos, de alguna manera hace que veas las cosas de otra manera y te olvides de todo lo negativo.
La convivencia hace que tengamos más espíritu de equipo que Estados Unidos, que es más individualista
P. Por lo que le ha costado históricamente a Europa luchar y ganar a Estados Unidos, ¿cree que tiene por ello mayor sentimiento de grupo?
R. No por eso. Yo creo que eso viene por la mentalidad que tenemos en Europa, por la forma de vivir que tenemos y por el circuito que hay aquí. En Estados Unidos son mucho más individualistas. En Europa en el circuito convivimos todos. Compartimos autobuses, hoteles, nos sentamos a cenar juntos españoles, franceses, italianos e ingleses… y al final convives. Esa convivencia hace que tengamos más espíritu de equipo.
P. ¿Y Estados Unidos tiene más sentimiento patriótico?
R. Desde luego. Hay una diferencia importante. Nosotros representamos a un continente y ellos representan a un país, y además Estados Unidos, con lo patrióticos que son, su bandera… Ellos tienen ese plus. Cuando juegas allí, se palpa ese sentimiento. El público apoya al equipo como país. Cuando jugamos en Europa es un apoyo que rompe las barreras de país. Es un apoyo al equipo. No tenemos ese sentimiento de ‘Jugamos por Europa’. Aunque está cambiando. En la ceremonia de apertura antes sonaban los himnos de cada país, y ahora suena el himno europeo. Empieza a verse más sentimiento de todos a una.
P. ¿Tiene ya preparado el discurso ante el vestuario antes de salir a jugar, ha visualizado ya ese momento?
R. Pondremos un vídeo motivacional como se ha hecho otros años en la Ryder, con imágenes de cada jugador, con música que levante el espíritu… y luego lo que vaya surgiendo, según cómo están los jugadores, si están bien de moral, si necesita alguno alguna palmadita…
En la edición pasada, Seve habló con todos los jugadores vía telefónica y a los chicos les llegó. Eso se notó el resto de la semana.
P. ¿Eso es una herencia de Seve?
R. Sí. Él siempre tenía ese espíritu de equipo y sobre todo inculcaba mucha confianza y deseo de ganar. Y eso es lo que transmitía él al resto del equipo, y lo que intentaré yo. Severiano fue una persona única, especial. La fuerza que transmitía, la intensidad, el espíritu de lucha, las ganas de ganar, el no dar el brazo a torcer, no perder nunca la esperanza… daba igual que fuéramos perdiendo por tres o por cuatro. Él decía ‘A ver si ganamos un hoyo, solo uno’. Y cuando lo ganábamos decía ‘A ver si ganamos otro’. Y de alguna manera nos hacía creer en nosotros. Eso al final nos hacía salir de situaciones muy comprometidas. Tengo que transmitir, como me enseñó Seve, que lo más importante es creer, creer en ti mismo. Si no crees, estás perdido.
P. ¿Será una Ryder especial por ser la primera tras su muerte?
R. Sí, es la primera que se va a jugar sin él. En la edición pasada, el miércoles Seve habló con todos los jugadores vía telefónica y a los chicos les llegó. Eso se notó el resto de la semana. Por desgracia esta vez no tendremos esa oportunidad, pero tendremos imágenes de Severiano. La mayoría ya estuvo en la edición anterior y eso va a estar en el recuerdo. Haremos una mención a Severiano, por si acaso se les ha olvidado…
Yo no voy a forzar a mis jugadores a dar un golpe u otro, pero si me consultan, les aconsejaré, les animaré... como hacía Seve
P. ¿Golfísticamente cómo ve el duelo?
R. Muy equilibrado. Los dos equipos son muy fuertes, muy sólidos. En el equipo europeo, el comienzo del año fue bueno, a mitad hubo jugadores como McIlroy, Kaymer o Sergio que no estaban bien, pero antes de la Ryder todos han recuperado la forma y están enchufados. En el equipo americano hay una serie de jugadores sólidos que siempre han estado ahí, algunos elegidos por Davis, como Stricker y Furyk, otros como Dustin Johnson y Snedecker que están jugando muy bien, y otros que son pequeñas máquinas, como Jason Dufner, Matt Kuchar, Zach Johnson… Y, además, todos sabemos la historia de Tiger y de Phil, que lo han pasado mal pero que en las últimas semanas han estado finos.
P. Ellos tienen cuatro debutantes…
R. Es un interrogante saber cómo van a responder. Hemos hecho un estudio con la PGA europea y la mayoría de debutantes en el equipo americano lo ha hecho muy bien.
Sus tres victorias como jugador
1987. "Fue mi bautismo. No sabía lo que era la Ryder hasta que llegué allí. Tuve la gran fortuna de jugar con Seve. Fue el súmmum. Fue muy especial porque fue la primera vez que Europa ganó en Estados Unidos en su campo"
P. Contra el efecto Seve, el efecto Michael Jordan…
R. Es una figura muy importante en Estados Unidos y la relación que tiene con el golf es muy cercana. Le gusta mucho jugar, y seguir la Ryder en particular. Estuvo en Valderrama, en Valhala… siempre que puede va. Y en este caso, siendo en Chicago, y socio del club de Medinah. Es la figura patriótica de Estados Unidos, y además tiene un aura de estrella. En su carrera ha hecho cosas enormes a nivel individual, pero ha tenido siempre ese espíritu de equipo, y algunas de sus frases son aplicables en la Ryder.
P. ¿Le conoce?
R. Sí, hemos tratado. Recuerdo que en Valhala estaba entre el green del 13 y el 14. Había que subir unas escaleras y ahí estaba él, fumando un puro… ¡como Miguel! Estuvimos sentados charlando un rato.
P. ¿Por qué Tiger no tiene en la Ryder las estadísticas que se esperan de un genio como él?
2006. "Había un ambiente en Irlanda como casi no he visto nunca. Todos estaban volcados con Darren Clarke, que dos meses antes había perdido a su mujer por cáncer. Recuerdo lo difícil de esos momentos. Al terminar mi partido con Mickelson en el 17, Clarke me abrazó al borde del green. Fue uno de esos momentos que hacen especial la Ryder".
R. No tiene malos números. Es muy diferente jugar medal play y match play. A match play en 18 hoyos da igual que seas el número uno o el 50. En un día puedes ganar. Tiger no tiene las marcas que se le espera, pero ojo, tiene el 50% de victorias. Lo que pasa es que siempre se espera la excelencia de Woods.
P. ¿En su caso simboliza el individualismo del que hablaba de Estados Unidos?
R. No lo creo. Hay una imagen distorsionada de Tiger. Yo he estado con el equipo americano. Cuando acaba la Ryder, nos juntamos y charlamos el último día. Y viendo el ambiente dentro del equipo, Tiger es uno más. Puede dar otra impresión. Esa parte no se conoce, porque es un coto cerrado, pero podemos pensar que es de otro modo. Tiger, como todos, compite como individuo, y controla sus emociones.
P. Como capitán, ¿es partidario de dar libertad a los jugadores en el campo o controlarles?
R. En el campo van a tener total libertad. Conocen su juego mejor que yo, y saben con qué golpes se encuentran más cómodos. Yo no les voy a forzar a dar un golpe u otro. Otra cosa es que me consulten. Y entonces yo les aconsejaré, les animaré... como hacía Seve.
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