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El Barça gana con suspense

En una noche extraña, el equipo azulgrana se impone al Spartak (3-2) después de remontar con dos goles de Messi el 1-2 conseguido por Romulo

Los jugadores del Barcelona celebran el 3-2
Los jugadores del Barcelona celebran el 3-2GUSTAU NACARINO (REUTERS)

El Barça se llevó por las bravas lo que no pudo lograr tirando de su particular librillo. Anestesiado primero por el planteamiento defensivo de Unai Emery, que tantos dolores de cabeza provoca cada vez que pasa por la ciudad condal, y aturdido después por dos bofetadas de las que ponen la cara colorada, el equipo azulgrana superó una tortura psicológica, porque el dominio de jerarca que pareció ejercer durante el partido se vio mal correspondido por el marcador hasta el minuto 80. De nada sirvió el toque durante tres cuartas partes del encuentro, y en cada llegada, en cambio, el Spartak cantó gol. Así que Vilanova alteró el plan, y sobre un dibujo menos convencional, el equipo encontró el gol.

De Tito Vilanova ya se sabe que, al menos de momento, apuesta por la ortodoxia. Hoy, el equipo salió con su pinta más reconocible, teniendo en cuenta que Puyol, Alba e Iniesta deben guardar reposo, y Villa sigue su plan de rodaje. Cuatro defensas, el centro del campo clásico, con Cesc por Iniesta, dos extremos bien abiertos y Messi. La fatalidad, sin embargo, no entiende de planes, y Piqué, como ante el Chelsea, cayó en combate con una contusión en el pie izquierdo, y fue sustituido por Song. Esta vez, en campo enemigo, en un intento forzado de remate.

Barcelona, 3; Spartak, 2

Víctor Valdés; Alves (Alexis, min.63), Piqué (Song, m.12), Mascherano, Adriano; Xavi, Busquets, Fàbregas; Pedro, Messi y Tello (Villa, min.74)

Dykan; Kirill Kombarov (Makkev, min.46), Insaurralde, Suchy, Dmitri Kombarov; Kallstrom (Jurado, min.77), Rafael Carioca; McGeady, Romulo, Ari (Dzyuba, min.83); y Emenike.

Así que, sobre su aspecto reconocible y pasados cinco minutos de aturdimiento, el equipo construyó un partido muchas veces visto durante los últimos años. Ese partido pasa por el dominio absoluto del balón y la presión asfixiante sobre la salida de balón del rival. El Spartak, por su parte, se confió a Emenike, un incordio. Al Barça le faltó, sin embargo, mordiente. Lo tuvo Tello, y fruto de un latigazo suyo desde el vértice derecho del área rusa, cruzado y ajustado al palo izquierdo de Dikan, se adelantó el Barça. El resto, se topó con un muro de varias capas y una última de cemento armado, con seis jugadores ante la línea del área. Todo un incordio. Así las cosas, le tocó pasear la bola, de un lado a otro, y tirar de paciencia ante un rival atrincherado. Esto también se ha visto mucho en Barcelona. Probó Vilanova a cambiar de banda a Pedro y a Tello, y no funcionó. Probó Cesc, casi siempre más cómodo de llegador que en la base del equipo, a buscar la espalda de los centrales rusos, pero al cabezazo con que remató el pase de Xavi respondió Dikan. Y probó Messi contra todos, y casi siempre se ofuscó.

El equipo azulgrana ha ganado muchos encuentros de este tipo los últimos años. Sin embargo, a veces se enquistan, porque el contrario resiste, o porque caza un tanto en un contragolpe, aprovechando un despiste o, simplemente, que hay mucho campo a espaldas de Busquets. Ayer, el Spartak no tuvo ni que marcar, porque Alves se tropezó con la pelota dentro del área pequeña y la embocó en la portería de Valdés. Un centro raso, aparentemente inocuo, le pasó entre las piernas a Song, que demostró por qué es más centrocampista que central, aunque también se le fichara para ocasiones de emergencia, como la de hoy.

Cesc pugna por el balón con Suchy
Cesc pugna por el balón con SuchyJasper Juinen (Getty Images)

El Barça ha vivido tantas veces el partido que a veces parece confiar en que el contrario acabará cayendo como fruta madura. A la vuelta del descanso, sin embargo, se encontró con otro sopapo. También se ha visto esta situación, la última vez, ante el Real Madrid: Messi se encontró con el portero, en un remate a media vuelta, y a partir de ahí todo se dio la vuelta. El Spartak pilló a contrapié a los azulgrana, volcados en campo contrario, y en un pis pas se pasó del posible 2-1 al desconcertante 1-2. Lo marcó Romulo, que culminó el contragolpe trenzado entre Ari y McGeady con un quiebro y un disparo cruzado más propios de un extremo que de un centrocampista. Tocó, entonces, variar el plan de partida, sacrificar un lateral, Alves, por otro delantero, Alexis. Sacar la corneta para ganar a las bravas lo que no se ganó desde el manual. Tello se reivindicó como el más apto para ese plan. Encaró, no siempre con éxito, se ofreció, buscó la espalda del lateral y, por lo que probablemente deba ser reivindicado, sentó a su defensor sobre la línea de cal y sirvió un estupendo pase de la muerte que Messi embocó a gol. A partir de entonces, fue cuestión de tiempo. Messi puso fin a la espera. Un bajito que remató de cabeza dentro del área pequeña puso el colofón a una noche poco ortodoxa.

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