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Éxtasis en el Ciutat de València

El Levante remonta un 0-2 y gana con uno menos al Espanyol con un gol en propia puerta de Raúl Rodríguez en el último minuto

En el tercer partido de Liga ya hubo milagro en el Ciutat de València. Los jugadores granota tirados por el suelo al término del encuentro (Juanfran llorando) y el público extasiado, celebrando la victoria como si fuera un título. No era para menos. El Levante volvió a vencer a la lógica: con un jugador menos en el tramo final, marcó en el minuto 93 después de remontar un 0-2 en contra de la primera parte. Un retoque táctico de JIM en el descanso lo cambió todo: entró Míchel, retrasó a Barkero y comenzó a someter a un Espanyol insulso en todo el partido. El cuadro de Pochettino provocó la ira de sus aficionados pericos desplazados a Valencia, que corearon gritos contra la directiva.

LEVANTE, 3 - ESPANYOL, 2

Levante: Munúa; Lell, Ballesteros, Rodas, Juanfran; El Zhar (Rubén, m. 80), Diop (Míchel, m. 46), Iborra, Juanlu; Barkero; y Gekas (Ángel, m. 80). No utilizados: Navas, Volta, Pallardó, Pedro López.

Espanyol: C. Álvarez; Javi López, Forlín, Raúl Rodríguez, Capdevila; Rui Fonte, Víctor Sánchez, Tejera (H. Moreno, 76), Wakaso (Simão, m. 51); Verdú (Stuani, m. 57); y Longo. No utilizados: Casilla, C. Gómez, V. Álvarez, F. Miranda.

Goles: 0-1. M. 21. Longo, de volea. 0-2. M. 25. Tejera, desde fuera del área. 1-2. M. 55. Juanlu, en un zurdazo. 2-2. M. 56. Lell. 3-2. M. 93. Míchel, tras pegar en un defensa.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Expulsó a Iborra (m. 81) por doble amarilla. Amonestó a Wakaso, Diop, Víctor Sánchez, Capdevila, Rui Fonte, C. Álvarez, Juanfran, Tejera y Munúa.

12.873 espectadores en el Ciutat de València.

Nunca con tan poco el Espanyol se había encontrado con tanto: un 0-2 antes del descanso. Dos disparos a puerta, dos goles, el segundo de alta escuela: Tejera envió un tiro enroscado desde la frontal del área hacia la escuadra derecha de Munúa. Claro que sin ninguna oposición. La defensa granota estaba entretenida pidiendo unas manos de un atacante perico. El cuadro de Pochettino ya había advertido antes que podía disparar a la meta de Munúa con mucha facilidad desde fuera del área. E incluso desde dentro. El larguirucho Longo, delantero italiano cedido por el Inter, de 20 años, aprovechó un rechace de Ballesteros para volear violentamente a gol.

El Levante quedó retratado a poco que el Espanyol apretó el gatillo y se movió con cierta soltura: el dinamismo de Víctor Sánchez y la precisión de Verdú en el pase. Suficiente para derribar a un Levante escuálido en este primer periodo, nostálgico de todos los que se fueron: la potencia de Koné, la velocidad de Valdo, el equilibrio de Xavi Torres… El conjunto de JIM se había quedado en los huesos, sin nadie en la medular que le diera sentido al juego, sin nadie en el ataque que ofreciera profundidad. El área de acción de Gekas fue reducidísima.

La única opción granota pasaba por un harakiri de su rival, opción siempre factible cuando está en el campo Wakaso, el primer amonestado y, más tarde, abroncado por sus compañeros Capdevila y Raúl Rodríguez para afearle por alguna de sus extravagancias. El partido se cargó de tarjetas sin ser especialmente intenso ni bronco sino porque el árbitro, con querencia a interrumpir constantemente el juego (30 faltas pitadas al Levante por 20 al Espanyol), más que la autoridad ejerció el autoritarismo.

JIM soltó lastre tras el descanso: un mediocentro defensivo menos (Diop) a favor de un mediapunta (Míchel) que estirara el equipo. Lo logró. Un par de arreones le sirvieron para igualar el encuentro. Enganchados a la magnífica zurda de Juanlu, que lanzó una bomba desde la esquina del área a gol. La defensa perica se derritió y el lateral alemán Lell aprovechó el tembleque para empatar.

Barkero, ahora de mediocentro, mejoró la circulación de balón granota. Reaccionó Pochettino adelantando a Forlín para recuperar el centro del campo: Héctor Moreno afianzó la defensa. La apuesta definitiva de JIM (al ataque con Ángel y Rubén) se produjo justo antes de sufrir la expulsión de Iborra. Con uno menos, el Levante no se arrugó sino que buscó con ahínco la victoria hasta el final. Llegó en una arrancada de Míchel por la izquierda: su centro rebotó en Raúl Rodríguez, despistó a Cristian Álvarez y entró en la portería. Vibró el Ciutat de València. Premio a la fe granota y a la intuición de JIM para transformar la cita con un simple apunte táctico.

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