El Espanyol se dispara en el pie

Aturdidos por un sofocante bochorno, el Espanyol y el Zaragoza salieron remolones al césped de Cornellà-El Prat y tardaron casi una hora en desperezarse. El conjunto blanquiazul fue menos temeroso que el maño, que compareció con muchas precauciones, especulativo y trabado en el primer acto, poco fluido, pero que terminó llevándose el premio gordo al final gracias a un balón muerto en el interior del área del Espanyol que Hélder Postiga remachó a la red en los estertores del choque.

Con los dos bandos a la expectativa y sin un dominador claro del juego, el centro del campo se convirtió en un correcalles frenético. En esas circunstancias, la resolución del duelo quedaba a la espera de cualquier fogonazo puntual que decantara la balanza. Finalmente, hubo tres que propiciaron que el encuentro se decidiera a favor del cuadro de Manolo Jiménez. El Espanyol, que se adelantó con un gol de Álvaro Vázquez tras pegarse una carrera de 40 metros y rematar una asistencia en largo de Wakaso, vislumbraba la posibilidad de resarcirse de la derrota ante el Mallorca en la primera jornada de Liga (2-1). No fue así porque el Zaragoza se encontró con un penalti a favor y jugando con un futbolista más después de la absurda expulsión de Albín, que hizo el salto del ángel al defender un córner y se fue a la caseta tras tocar el balón con la mano. Un mazazo demoledor para el Espanyol, apuntillado por Hélder Postiga al final, un desenlace cruel para los hombres de Mauricio Pochettino.

El técnico argentino vive resignado la descapitalización que sufre su vestuario cada año que termina. Este proceso puede ofrecer un último episodio con la marcha de Álvaro, principal activo del equipo en ataque, punto final de la selección sub-21 y uno de los delanteros más prometedores de Europa, pura pólvora.

La llegada de Wakaso, por su parte, debe aportar un pelín de músculo en el centro del campo, por más que el volante. El ghanés tiene toque y puede ser muy útil para relanzar a los atacantes, como hizo en el tanto que abrió el marcador, pero, a la vez, esa fiebre puede girársele en contra, con pérdidas de posesión peligrosas que, en más de una ocasión, provocan las regañinas de sus compañeros. Jugadas, en definitiva, como la del penalti de Albín, una reacción incomprensible que fue el inicio del final para el Espanyol.