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La mañana de Igor

En sus primeros Juegos, el pertiguista catalán se clasifica elegantemente para la final La primera mujer saudí olímpica, Sarah Attar, se lleva la ovación del estadio

Carlos Arribas
Igor Bychkov salta esta mañana en el estadio olímpico
Igor Bychkov salta esta mañana en el estadio olímpicoQuinn Rooney (Getty Images)

Se admira el mundo entero de que el estadio olímpico esté lleno a reventar de una ruidosa y apasionada afición hasta en las jornadas matinales de atletismo, habitualmente reservadas en todos los grandes campeonatos a los friquis del dato y del detalle, no a las masas. Sin embargo, tampoco son tan extraños ni los atronadores decibelios ni la pasión, pues cosas extraordinarias ocurren siempre en un estadio de atletismo durante los Juegos. A cualquier hora. La emoción no avisa.

Y para que los alaridos de gozo se disparen no es necesario que entre en acción, como esta mañana (más sol que nubes, poca amenaza de lluvia, hasta 25 grados en Londres), el considerado el atleta más completo de la historia, el norteamericano Ashton Eaton, plusmarquista mundial de decatlón (9.039 puntos) desde hace mes y medio, quien comenzó sólidamente la conquista de su primer oro olímpico. Ganó las dos primeras pruebas con claridad, aunque con marcas inferiores a las de su récord: 10,35s en los 100 metros (10,21s es su mejor marca) y 8,03m en longitud (8,23m). Con ello, y antes del peso (su peor prueba, como los lanzamientos en general: Eaton es atlético, rápido y flexible, no fuerte especialmente), aventajaba, con 2.079 puntos, en 143 a su compatriota y mayor rival Trey Hardee.

Igor nació en Donetsk, la patria de Bubka y,  tras vivir en Barcelona, se entrena ahora en Madrid 

Y también fue de primer nivel la primera semifinal de los 5.000 metros, pero más que enardecer al público la asombrosa demostración del etíope que corre por Azerbaiyán Hayle Ibrahimov en la última vuelta, le conmovió el detalle de su ídolo Mo Farah, el campeón de los 10.000, quien durante la carrera guió hacia la cabeza al norteamericano de origen somalí como él, López Lomong, y al final esperó pacientemente a pie de pista la llegada del filipino René Herrera, que tardó más de un minuto que los demás y que se desplomó agotado para recibir el abrazo de Farah, tan especial. También emocionó a los británicos en general, la audacia de su lanzadora de martillo Sophie Hitchon, que batió el récord británico para lograr clasificarse en el último intento para la final; el coraje de la turca Merve Aydin, joven hermosa con clavel en el pelo, que terminó los 800 metros cojeando, con un tendón reventado y en 3m 24,35s, más de un minuto después que las primeras; y la valentía de la atleta de Arabia Saudí Sarah Attar, una jovencita de 19 años, la primera mujer de su país que salta a una pista de atletismo en unos Juegos, y que se llevó la mejor ovación de la mañana cuando completó (2m 44,95s) sus 800 metros.

Sarah Attar comienza la prueba de 800
Sarah Attar comienza la prueba de 800LUCY NICHOLSON (REUTERS)

Y hubo más cosas hermosas en la que podría llamar también la mañana de Igor Bychkov, ruso nacionalizado español, quien se clasificó elegantemente para la final con un salto limpio sobre 5,50 metros, en unos momentos de nulos generalizados sobre esa altura, incluidos los del gran favorito, el francés Lavillenie.

Después hizo Bychkov un magnífico intento nulo sobre 5,65m, que habría sido su marca personal, lo que permite augurar una buena final del chaval nacido en Donetsk (Ucrania), la patria de Bubka y que tras vivir en Barcelona se entrena ahora en Madrid con Javier Navas. En el Mundial de Daegu, Bychkov, de 25 años, hizo exactamente lo mismo en la calificación, para luego cerrar su final con tres nulos sobre 5,50m. “Pero no se le puede criticar”, dijo entonces el técnico español Josep Marín. “Bychkov será mucho, tranquilos”, añadió otro técnico, Ramón Cid. En Helsinki le ocurrieron los mismos nulos, pero todo tiene una explicación. “El problema”, dijo esta mañana el feliz Bychkov, ilusionado ante su primera final olímpica en sus primeros Juegos, el viernes, “es que si fijan una altura muy alta al inicio de la final, 5,50m, tengo que empezar ya con pértiga dura, y como no caliento muy bien, voy mal de referencias…”. El problema, cuentan los que le conocen, es también parte de su virtud: por calentar mal, quizás, Bychkov compite muy bien, pues se transforma en un ser emocional que se trasciende, una bomba de adrenalina.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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