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Un español en el reino del 800

Tras correr por primera vez por debajo del 1m 44s, Kevin López llega a los Juegos con más seguridad y una buena dosis de autoestima

Amaya Iríbar
Antonio Manuel Reina durante la carrera de 800 metros
Antonio Manuel Reina durante la carrera de 800 metrosAnja Niedringhaus (AP)

Kevin López es un hombre nuevo. Hace un par de semanas bajó del 1m 44s y eso son palabras mayores, eso significa que el atleta sevillano ha entrado en la élite del 800 metros con 22 años recién cumplidos. Se sabe porque es uno de los elegidos por el locutor del estadio Olímpico para presentar su carrera, algo destinado aquí solo a las figuras, y se nota también en su actitud, en su forma de correr, que le llevan directo a la semifinal, sin el sufrimiento de tener que esperar a que acaben todos, y a soñar con convertirse en el primer español que lucha por una medalla olímpica en una de las pruebas reinas del atletismo.

El desgaste de Kevin López duró 150 metros, los que tardó en desembarazarse del inglés Rimmer en la salida de la última curva para acabar tercero de su serie, que daba la última plaza directa para la semifinal (hoy a partir de las 20.55). Antes se había llevado un pequeño sobresalto porque no vio venir al iraní Moradi, que acabaría sobrepasándole, pero reconoció haberse sentido muy bien durante esos casi dos minutos en los que se jugaba toda la temporada.

Porque el chico que debe su nombre a Kevin Schwantz y su entrenador, Paco Gil, que es el mismo de Luis Alberto Marco —repescado a última hora para la semifinal, en la que también estará el anterior plusmarquista nacional Antonio Reina, renacido desde que se entrena en Madrid con Bernardo Domínguez— solo tenían ojos para los Juegos Olímpicos.

Otro año habría dicho que la final era imposible. Este año, no

Prefirieron planificar la temporada sin atender a esos Europeos que, a un mes de los Juegos, se convirtieron en un fin en sí mismo para muchos atletas españoles. Kevin ni siquiera llegó a la final, pero su carrera era otra, la que le llevó a fulminar el récord de España (1m 43,74s) en Mónaco camino de Londres.

“Después he hecho entrenamientos muy buenos”, explicaba ayer contento; “Me motiva estar en el 1m 43s. Ningún ochocentista español ha llegado nunca a una final olímpica, pero estar en territorio de 1m 43s me permite no dudar, saber que soy uno de ellos. Otro año habría dicho que la final era imposible. Este año, no”.

Ni siquiera le preocupan sus tendones, que le obligan a usar una espectacular cinta negra hasta su gemelo izquierdo “por precaución”, ni la pista, que él no ve tan rápida como otros.

Kevin sabe que solo siete hombres han corrido más rápido que él este año, que solo cinco han venido a Londres y que uno de ellos, “el señor Rudisha es de otro mundo”. El keniano, un prodigio de la naturaleza, campeón del mundo y plusmarquista mundial, uno que sigue la estela de los grandes, de Wottle, de Snell, de Juantorena, si es que no los ha dejado ya atrás, está aquí para ganar el único título que le falta.

La seguridad de Nuria Fernández contrastó con las lágrimas de Natalia Rodriguez

“No estoy pensando en el récord del mundo. Quiero la medalla, ya podré pensar en el récord al final de la temporada”, asegura Rudisha tras manejar a su antojo su serie. Pero todos saben que lleva tiempo tonteando con ese 1m 41,01s y que le gusta la pista de Londres, que ve rápida y cómoda, y el ambiente de los Juegos y que un récord le pondría casi a la altura del gran Bolt.

El 1.500 femenino español acabó en dos imágenes chocantes, la de la seguridad tremenda de Nuria Fernández, que defendió como una leona a sus crías la cuerda durante toda la carrera, y la de las lágrimas de Natalia Rodríguez, la medallista mundial de Daegu, quien llegaba pensando que estaba en una gran forma y terminó hundida.

“Pero no había competido en todo el año y veo que no son lo mismo las sensaciones que te devuelve el entrenamiento que las que extraes de una competición”, dijo la mediofondista tarraconense, que estuvo lesionada en junio y no pudo debutar hasta ayer.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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