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atletismo | final 100 metros
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tan distintos, tan grandes

Mientras Bolt es desorganizado, indolente e histriónico, Blake es técnicamente superior, callado e introvertido

Usain Bolt celebra la medalla de oro junto a su compañero Yohan Blake.
Usain Bolt celebra la medalla de oro junto a su compañero Yohan Blake.ADRIAN DENNIS (AFP)

Tuve la suerte de asistir en directo a la final de los 100 metros de los Campeonatos del Mundo de Berlín. Es de esas pocas carreras de velocidad en las que no hace falta mirar al marcador electrónico para saber que estamos ante una marca excepcional. Porque excepcional es correr en 9,58s. Excepcional es bajar el récord del mundo del hectómetro en 11 centésimas de segundo de una sola vez. El mítico record de Hines en los Juegos de México tardó 15 años en ser batido por Calvin Smith, que lo rebajó en dos centésimas. Pero excepcional es también su autor, Usain Bolt. De entrada, es un velocista muy alto, de hecho el más alto de cuantos hayan poseído el récord del mundo. Por eso tiene una zancada larguísima: 41 le bastan para cubrir los 100 metros, tres menos que a sus contrincantes. Quizá también por eso tiene una puesta en acción irregular y una técnica poco depurada. Y unos metros finales sencillamente insuperables.

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Pero su excepcionalidad llega a su atractiva, cabe decir paradójica, personalidad. Algo no encaja cuando, en lugar del tradicional monje deportivo únicamente dedicado a su preparación, nos encontramos con un chaval más bien vago (al menos, eso es lo que se nos dice de él), desorganizado, un poco indolente y un tanto histriónico. De su triunfo en Pekín se recuerda, por supuesto, su record, su extraordinaria superioridad, pero también los gestos con los que acompañó su entrada en la meta y que le valieron incluso una reprimenda del severo presidente del COI.

Pues bien, lo que se jugaba anoche también era eso. Porque de Yohan Blake cabe decir todo lo contrario. Se trata de un velocista atléticamente correcto, tanto por lo que se refiere a su físico como a su personalidad. Como Bolt, es jamaicano. Como él, ama la música reggae, los coches, a su tierra. Comparten incluso entrenador. Y tienen, según reconocen ambos, buena química. Pero ahí se acaba todo. Blake es más bajo, más fuerte, técnicamente superior y tiene una salida mucho más consistente. Y sobre todo es callado, casi introvertido, amante del entrenamiento, tenaz.

Usain buscó la línea de meta con el pecho, consciente de que tenía a su amigo pegado a él. Demostró que es un atleta sobrehumano

Había mucha gente en el mundo del atletismo que optaba ayer por Bolt. Eran quienes creen que esas características de Usain, las atléticas y las personales, son un tesoro para un deporte, el atletismo, necesitado de publicidad en una sociedad ávida de modelos alternativos. Frente a ellos se encontraban los que, desde el purismo, defienden otro tipo de atleta, mas tópico, esforzado, sereno en la victoria y en la derrota. Ayer estaban con Blake.

Y la final fue excepcional. Una final olímpica siempre lo es. Pero es que, además, en la pista se encontraban los cinco atletas más rápidos de todos los tiempos. No nos defraudaron. Dos norteamericanos, Gatlin y Gay, los dos en la treintena, obligaron a Blake a hacer su mejor marca personal para ganarles. Los tres borraron esas victorias de Bolt, casi andando, que nos dejaban en el aire la pregunta de lo que habría hecho si hubiera corrido hasta el final. Ayer, no. Ayer buscó la línea de meta con el pecho, consciente de que tenía a su amigo pegado a él. Ayer, Bolt, apretando los dientes para ganar, nos demostró que sí, que es un atleta sobrehumano, no un extraterrestre. Un atleta excepcional para una final excepcional.

Ganar una carrera de 100 metros depende de muchas cosas. Y no siempre el que gana es el mejor. Anoche no fue así. Ganó el mejor. El mejor velocista de todos los tiempos.

Alfredo Pérez Rubalcaba es secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

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