Tres duelos y una esperanza
La pelea entre Bolt y Blake en la velocidad capitaliza una competición en la que España busca la ilusión perdida
Como el tiempo, gris y lluvioso, fresco, poco propicio para una jornada de atletismo, así las previsiones, tan humanas. El atletismo en Londres, que hoy comienza a dar sentido a la construcción del estadio olímpico, se puede destripar en unos cuantos duelos hermosos:
1. Bolt contra Blake (final de 100 metros, domingo 5, 22.50 horas; 200 metros, jueves 9, 21.55)
Lo que hace unos meses, años, eran certidumbres, son ahora dudas. Entonces no cabía sino la noción de desafío inhumano cuando se narraba lo que le esperaba a Usain Bolt en Londres. En sus dos primeras exhibiciones hiperestelares, en Pekín 2008 y en los Mundiales de Berlín 2009, el jamaicano había ganado sendas medallas de oro en los 100 y los 200 metros batiendo de paso el récord del mundo en las cuatro carreras. Cuando se hablaba de Londres en 2010, por ejemplo, cuando Londres era un futuro vaporoso, no se podía sino fijar para Bolt el mismo objetivo, oro y récord (recordando, de paso, que ningún atleta en la historia había ganado los 100 y los 200 en dos Juegos: Joe DeLoach impidió en los últimos 50 metros de los 200 de Seúl 88 el doble doblete de Carl Lewis), pero lo que llegó después fue desconcertante: en 2011, una salida nula en los 100 metros del Mundial de Daegu permitió al mundo descubrir que Yohan Blake era algo más que el compañero de entrenamientos de Bolt, y a Yohan Blake descubrirse a sí mismo. Un año después, y tras haber sufrido el chasco de caer derrotado doblemente de nuevo ante Blake en los campeonatos nacionales, lo que se anticipa hercúleo para Bolt no es tanto repetir la gesta de Pekín, vencer su desafío a la historia, sino su pelea con Blake.
A Londres llega Blake con la mejor marca del año en los 100 metros (9,75s, por 9,76s de Bolt), mientras que una pareja de renacidos norteamericanos (Gatlin, 9,80s; Gay, 9,86s) acecha por si acaso. En 200 metros, también parte por delante el joven Blake (19,80s frente a 19,83s), mientras que el tercero debería ser el francés Lemaitre (19,91s), que renunció a correr los 100 metros.
2. Rudisha contra el tiempo (final 800 metros masculinos, jueves 9, 21.00 horas)
De los cuatro atletas que en la historia han sido capaces de bajar alguna vez de 1m 42s en los 800 metros (Coe, Cruz, Kipketer y Rudisha), solo el último, el joven y elegantísimo keniano de 23 años, está en activo, y muy activo. No es solo el récordman mundial (1m 41,01s), sino que posee seis de las mejores 10 marcas mundiales, y este año ya ha bajado dos veces de 1m 42s. Su sueño, el sueño de los aficionados emocionados, sería que fuera capaz de batir el récord del mundo sin liebre y en una final olímpica, una carrera de esas suyas a lo Juantorena, de front runner desde la toma de la calle libre. Es, quizás, el desafío más inhumano de los Juegos.
3. ‘América’ contra África (final de 10.000 metros masculinos, sábado 4, 22.15; 5.000 masculinos, sábado 11, 20.30)
En realidad, Mo Farah, pues este es el nombre del desafiante, no es norteamericano, y ni siquiera británico de nacimiento, el país por el que compite, sino somalí, o sea tan africano, tan del Rift Valley como los desafiados, los fondistas etíopes y kenianos, los Gebremeskei, Bekele, Kiprop y Koech varios. Pero Farah no deja de ser el puntal americano de la historia en cuanto que, como pupilo del revolucionario entrenador Alberto Salazar, marca Nike, como su otra estrella, el rubito de Oregón Galen Rupp, representa lo que la ciencia del entrenamiento con una minoría puede hacer frente al método etíope-keniano, de entrenamientos intuitivos y tradicionales y una calidad surgida de una inmensa cantidad de practicantes. Desde que empezó a trabajar con Salazar, aquel maratoniano de origen cubano que se hizo rey de Nueva York unos cuantos años, Farah dio un salto de calidad tremendo y también ha ganado en consistencia. Siguiendo el método de la periodización inversa, basado en trabajo de velocidad y fuerza, muchas series desde el invierno mismo, antes que en el volumen, Farah ha sido capaz no solo de mantener un nivel muy alto de marcas (12m 56,98s en 5.000 metros), sino la posibilidad de un gran cambio de ritmo en los últimos 1.000 metros (corrió en 3.34 un 1.500 este año).
4. España contra la desesperanza
En medio de la barahúnda Mullera y viviendo aún en la participación española los flecos de la no resuelta (deportivamente) Operación Galgo, personificada en la presencia en Londres de Nuria Fernández y Marta Domínguez, la serenidad cercana al ideal de la paz y la tregua olímpicas, parece eso para el atletismo español, un ideal lejano. Si se añade a ello la probable baja forma que debería sufrir la campeona de Berlín, Marta Domínguez, por su reciente lesión (una rotura muscular), el desafío olímpico del puñado de españoles que acuden con ilusión alta deberá ser el de la derrota de la desesperanza. El frente ilusión estará encabezado por las mujeres, por la única medallista de Daegu, Natalia Rodríguez, la del misterioso 2012 en el que aún no ha competido, en los 1.500 metros (contra Çakir, Aregawi, Uceny; final, viernes 10, 21.55); por la campeona de Europa de altura, quien en su última temporada acaba de saltar dos metros y podría pelear por el bronce tras las aparentemente inalcanzables Chicherova y Lowe con Hellebaut y Sjolina (final, sábado 11, 20.00), y por las marchadoras peleonas Poves y Pascual (sábado 11, 18.00).
De los hombres, a la espera de que lleguen los Juegos del saltador Eusebio Cáceres (final, sábado 4, 20.55), o del disco irregular de Mario Pestano (final, martes 7, 20.45), llevará el peso de la esperanza, de la gran ilusión, el ochocentista sevillano Kevin López, que acaba de correr en 1m 43,64s, récord de España y octava mejor marca mundial del año. Por fin toca, y así lo apuesta la biblia Track & Field News ver a un español disputar la final olímpica de 800 metros (jueves 9, 21.00), un festín.
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