Cuando se pierde una medalla en un segundo que no existe
Shin, tiradora surcoreana, cae en semifinales tras un fallo al poner en marcha el cronómetro y se queda una hora llorando
Más o menos a la misma hora en la que los jueces del pabellón de la gimnasia ‘rescataban’ a Uchimura y a Japón (de cuartos a medalla de plata), en la pista del ExCel de la esgrima, la surcoreana Shin a Lam dejaba una de las imágenes de estos Juegos. Sentada en la pista lloraba desconsolada. Lo hizo durante casi una hora, negándose a moverse de allí, incapaz de marcharse a los vestuarios y dejar que sus rivales compitieran por el oro y la plata. Ella no lo pudo hacer. Por un error de la ‘time keeper’ –la persona que se encarga de poner en marcha el cronómetro- y por la posterior decisión de los jueces.
Normalmente, cuando el árbitro pronuncia el ‘listas’ que da comienzo al asalto, también debería ponerse en marcha el cronómetro. Pero algo falló
Shin a Lam, de 25 años, ningún título en su haber, se enfrentaba a la campeona olímpica de Pekín, la alemana Britta Heidermann en semifinales. Iban empatadas a cinco cuando faltaba un segundo. En ese segundo debía intentar Heidermann la última estocada para derrotar a su rival. Se escuchó el ‘En garde, pret, allez’ del árbitro. “Atentas, preparadas, listas”. Normalmente, cuando el árbitro pronuncia el ‘listas’ que da comienzo al asalto, también debería ponerse en marcha el cronómetro. Pero algo falló. Hubo dos estocadas simultáneas y solo al tercer intento la alemana consiguió tocar a Shin y ganar 6-5. Pero es imposible que todo eso ocurriera en menos de un segundo.
Eso intentaron explicar Shin a Lam y su entrenador a los jueces, mientras Heidermann celebraba su victoria a pie de pista bajo los abucheos del público. Los jueces se reunieron durante media hora tras las quejas del técnico surcoreano. Pero finalmente confirmaron la derrota de Shin a Lam. “Es que el árbitro no podía hacer otra cosa que certificar la victoria de la alemana. Él no es el que controla el cronómetro”, explicó a ‘La Gazzetta dello Sport’ Marco Siesto, miembro de la comisión arbitral internacional.
Le dijeron que allí no podía quedarse, que debía disputarse la final. Pero nada
Sin embargo, nadie consiguió convencer a Shin. Se sentó en la pista, la espada todavía en la mano, desesperada. Las piernas cruzadas. Y empezó a llorar. Durante una hora. Le invitaron a marcharse. Le dijeron que allí no podía quedarse, que había que disputarse la final. Pero nada. Fue amonestada (con otra tarjeta, la negra, la habrían excluido de la competición) y al final fue el secretario de la Federación Internacional de Esgrima quien consiguió levantarla de allí. Volvió a los diez minutos, aclamada por el público, pero perdió el combate por el bronce.
“Es injusto. El segundo se había terminado. Yo debería haber estado en la final. Lo siento por los espectadores que han pagado mucho dinero para estar aquí. No entiendo cómo pudo haber ocurrido todo esto”, confesó más tarde.
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