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Rafa Trujillo ya no come pollo hervido

El andaluz, que bajó 15 kilos en Pekín por la falta de viento, ha podido preparar sus cuartos Juegos sin pasar hambre

Trujillo, durante un entrenamiento en Londres.
Trujillo, durante un entrenamiento en Londres.Jorge Zapata (EFE)

Las regatas llegan hoy a los Juegos de Londres 2012, en la bahía de Weymouth, donde la desembocadura del Wey, a 195 km al oeste-suroeste de Picadilly. Debutan las tres chicas del Match Race, formado por las gallegas Támara Echegoyen y Sofía Toro y la asturiana Ángela Pumariega —en la que será la primera participación de las tres en unos juegos— y el Finn, con un clásico: Rafa Trujillo, que al encarar sus cuartos Juegos, mira el parte y sonríe.

Trujillo (La Línea, 1975), que lleva viviendo al sur de Inglaterra desde finales de de mayo con su entrenador y su esposa, asume que el favorito es, otra vez, su buen amigo Ben Ainslie —“digamos que hay un favorito, Ben Ainslie, y muchos candidatos a medalla”— consciente como es que nada tiene que ver el campo olímpico de regatas inglés con aquel infierno del mar de China. Octavo en Sidney 2000, plata en Atenas 2004 y noveno en Pekín 2008, Trujillo sabe que a diferencia de lo que ocurrió en el campo de regatas de Quindao, en Pekín, en Weymouth el viento no será su enemigo ni en el mar ni en la mesa.

“Este campo de regatas es una maravilla”, explica el meteorólogo federativo, Miguel Sánchez-Cuesta

“El enfoque es totalmente distinto. Las condiciones de Weymouth no son tan extremas como en Qingdao. No es lo mismo preparar unos Juegos pasando hambre, que hacerlo comiendo bien”, explica el regatista español, a quien daba penita verle en el 2008, 15 kilos por debajo de su peso (102-104 kilos) y muy especialmente en el comedor de los regatistas, durante la cena: pollo o pescado hervido y ensalada, con lo que a él le gusta mover mandíbulas. Se lo exigió la falta de viento para mejorar el coeficiente de rozamiento del barco en el mar. “Fue tremendo”, recuerda. “Bastante hizo”, admiten en la Federación, donde su esfuerzo, a modo de ejemplo para los más jóvenes, sigue muy presente. “La lluvia y el frío no me gustan, pero el viento sí. Mi madre y mi hermana están poniendo velas y pidiendo que haya viento”, bromea Trujillo.

Miguel Sánchez-Cuesta, el meteorólogo de la Federación española, explica que comparar el campo de regatas de Weymouth con el de Quindao, en el 2008, es como comparar “la noche con el día”: “Este campo de regatas es una maravilla”. El parte, que ha confeccionado el mismo, advierte para la próxima semana que entra borrasca por el norte, vientos en el sur de poniente, medios tirando a fuerte, de fuerza 15 a 20 y días de lluvia alternando con otros soleados, como el de ayer, a 16 grados centígrados, nada del otro mundo. En China, el calor fue tan sofocante que entre manga y manga, los regatistas usaban chalecos de hielo para rebajar la temperatura corporal. Eso, en Inglaterra, claro, no sucederá.

“Los vientos flojos y los 24 grados de la semana pasada no los vamos a volver a ver, la estadística anual ya se ha cumplido”, asegura Sánchez-Cuenca. Ofrecen motivos al optimismo a la delegación española, que en Quindao se dejó al menos la medalla de Marina Alabau por los flojos vientos —nunca superaron los 10 nudos y llegaron a bajar a cinco 5— que favorecieron el trabajo de la china Jian Yin, la italiana Alessandra Sensini, y la inglesa Bryony Shaw.

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