Rudy Fernández se casa con el Madrid
El escolta, que ya jugó con el conjunto blanco durante el cierre patronal de la NBA, formaliza su compromiso por tres temporadas tras dar por concluida su aventura americana
Hay boda. El Madrid y Rudy Fernández formalizan su compromiso tras un idilio tan fugaz como apasionado a finales del año pasado aprovechando el cierre patronal que retrasó el comienzo de la NBA. “Mañana se confirma mi fichaje por el Real Madrid por tres temporadas! Muy feliz de volver! Ya os contare porque he tomado esta decisión! Un abrazo”, contó el escolta en su cuenta de Twitter, aunque el club no había confirmado el compromiso. Rudy se convertirá definitivamente en el líder en la pista y en el referente mediático que el baloncesto madridista llevaba tiempo buscando. El mallorquín, de 27 años, se encuentra concentrado con la selección española ultimando la preparación para los Juegos de Londres y será presentado después de la cita olímpica.
“A Rudy le despedimos con pena, pero si todo va bien esperamos recibirle con los brazos abiertos el próximo verano”, contaba a mediados de diciembre Juan Carlos Sánchez, director de la sección. La hoja de ruta se ha cumplido y después de que el jugador diera por concluida su periplo estadounidense, el Madrid recupera a la que fue su estrella fugaz durante poco más de dos meses.
Rudy, que percibirá 2,7 millones anuales -el salario más grande de la historia del baloncesto español- y compartirá sus derechos de imagen al 50% con el club blanco, arrancó la pasada temporada a las órdenes de Pablo Laso a expensas de que se desbloqueara el lockout en la Liga estadounidense. Aterrizó en Madrid con la medalla de oro del Eurobasket de Lituania, donde fue pieza clave del quinteto titular de Scariolo y promedió 8,2 puntos y 3,2 rebotes. “La ambición de este equipo nos tiene que llevar muy lejos. Venir aquí es un paso grande hacia adelante. Este equipo aspira a todo. Sobre todo a la Euroliga que me hace especial ilusión. Por respeto a la afición de Dallas tengo claro que si se desbloquea el lockout, tendré que volver, y si permanece el cierre patronal pues estaré cuatro años vinculado al Madrid. Pero no pierdo el tiempo en pensar en lo que pasará. Tengo que ir día a día”, contó el jugador –por entonces vinculado a los Mavericks de Dallas, el campeón de la NBA del año pasado- en su multitudinaria presentación del 22 de septiembre, presidida por Florentino Pérez.
Percibirá 2,7 millones anuales, el salario más grande de la historia del baloncesto español
Su fichaje desató la euforia entre la afición madridista y propulsó el proyecto de Laso, que tomó aún más enjundia con la llegada de Serge Ibaka semanas después. Ilusionados con su equipo y con sus estrellas de la NBA, los seguidores abarrotaron las gradas de la Caja Mágica y del Palacio de los Deportes entregados a un entusiasta “que nos quiten lo bailao”. A principios de diciembre acabó el romance, pero Rudy se marchaba con los deberes hechos. Dejó al Madrid colíder de la Liga Endesa -igualado al frente de la tabla con el Barcelona, con 9 victorias y una derrota- y clasificado para el top 16 de la Euroliga, donde lideraba el Grupo C -con cinco victorias y dos derrotas-. Con su aportación además, el conjunto de Laso se convirtió en el mejor ataque en ambas competiciones -con 82,4 puntos de media por partido en España y 87 en Europa-.
Su fichaje desató la euforia y propulsó el proyecto de Laso, que tomó aún más enjundia con la llegada de Serge Ibaka semanas después
Rudy disputó 17 partidos oficiales de blanco: nueve de la Liga Endesa y ocho de la Euroliga. En la competición nacional promedió 16,1 puntos, 3,8 rebotes, 2,7 asistencias y 2,4 recuperaciones en 26 minutos de media por partido para una valoración de 19,6 -la mejor de su equipo-. En Europa, su expediente fue ligeramente inferior, con 13,1 puntos, 3 rebotes, 2,1 asistencias y 1,3 recuperaciones en 25 minutos de media por encuentro para una valoración de 12,3 -la segunda de los blancos por detrás de Carroll con 16,1-. Para el álbum: 237 puntos a base de triples, mates y algún alley-oop.
Un error burocrático de los Mavericks a la hora de tramitar en tiempo y forma los documentos necesarios para la obtención de su visado, permitieron al mallorquín jugar un partido más de Euroliga ante el Maccabi tras haber escenificado su despedida cuatro días antes en un partido de Liga ante el Valencia. No fue su noche, se quedó en blanco (cuatro rebotes y tres asistencias) pero el Madrid abrumó al conjunto israelí y la fiesta en la Caja Mágica concluyó al grito de “¡Rudy, quédate!”.
Disputó nueve partidos de la Liga Endesa: promedió 16,1 puntos, 3,8 rebotes, 2,7 asistencias y 2,4 recuperaciones por partido para para una valoración de 19,6, la mejor de su equipo
Los cambalaches del mercado estadounidense llevaron al jugador de Dallas a Denver. Un escaparate menos lujoso para lucir sus cualidades, pero en el que a cambio le prometían unas cuotas de protagonismo que difícilmente hubiera alcanzado en el por entonces campeón. Llegó avalado además por George Karl, técnico de los Nuggets, que en contacto con su nuevo jugador le confesó que encajaba a la perfección en el sistema y la dinámica que buscaba para su equipo. “Me garantizan minutos y quiero demostrar el jugador que soy”, anunciaba antes de partir. Rudy tenía una cuenta que saldar en la NBA. La de sentirse protagonista.
Se marchó a hacer las Américas en 2008, con apenas 23 años, después de promediar con el Joventut 14,4 puntos, 3,5 rebotes y casi 3 asistencias en 187 partidos en la ACB. En su primer curso en Portland, se convirtió en el primer jugador europeo de la historia en ser designado para participar en un concurso de mates de la NBA tras ser elegido por los aficionados. Allí homenajeó a Fernando Martín luciendo la camiseta del mítico 10. Esa primera temporada también quedó marcada para Rudy por establecer el récord de triples de un novato al conseguir 159, anotando al menos un triple en 72 de sus 78 partidos. Pero a partir de ahí su carrera languideció. Su segundo año fue más que discreto y, aunque la pasada campaña, su tercera en la NBA, retomó la confianza de McMillan y aprovechó los minutos que le brindó la lesión de Brandon Roy, cerró el curso con 8,6 puntos, 2,2 rebotes y 2,5 asistencias en 23,3 y una participación decreciente en los playoffs. En sus tres temporadas en Portland, disputó 236 partidos, en los que sus promedió 8,8 puntos, 2,4 rebotes, y 2,1 asistencias por partido.
Pero ha tenido mucha mejor suerte en Denver. A finales de marzo, sus sempiternas molestias de espalda se agudizaron y tuvo que operarse y dar por concluida la temporada y su sueño americano. Para entonces, había conseguido unos promedios de 8,6 puntos; 2,4 asistencias; 2,1 rebotes y 22,9 minutos en los 31 partidos que disputó, solo uno de ellos como titular. “Lo que hay en EE.UU. también lo hay aquí en España. No creo que eche de menos Estados Unidos”, explicó el escolta el verano pasado. Ahora se casa, de blanco, con el desafío europeo.
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