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SELECCIÓN ESPAÑOLA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La liberación de España

Cesc, en el penalti de 2008 ante Buffon.
Cesc, en el penalti de 2008 ante Buffon.EFE

Hace tan solo una década practicábamos otro fútbol, menos dominante, menos ganador. Pero tres partidos puntuales definieron el estilo de juego de España.

Ahora ya nadie pone en duda el fútbol de la selección, por más que alguno sugiriera durante esta Eurocopa que aburría. Los que entienden de esto, sin embargo, saben lo que cuesta ganar un partido y que en ocasiones, más que al aficionado, lo importante es aburrir al rival, que persiga la pelota sin olerla. Llegar a esa conclusión, a ese estilo, a ese juego, costó lo suyo. Pero, desde la experiencia que viví en el césped y en el vestuario, sé que tres duelos nos hicieron lo que somos, más allá de que para conseguirlo se necesiten los intérpretes y el talento que tenemos.

Caer ante Francia en 2006, firmar una obra de arte contra Dinamarca y el penalti de Cesc a Italia definieron nuestro estilo"

Todo empezó en el Mundial de 2006, cuando nos medimos a Francia en octavos de final, cuando nos apeó antes de tiempo en un partido que dominamos y, en unos minutos, perdimos. Por entonces, había muchas expectativas y parecía que ganaríamos fácil a los bleus. Menudo error. Ahí nos dimos cuenta de que el fútbol es mucho más que fútbol, de que para vencer hay que actuar desde la fe y el convencimiento en un estilo. Fue una lección que nos dieron —la de competir— y que ya no se nos olvidó.

No eran, sin embargo, momentos muy tranquilos por entonces en la selección, puesto que cada vez que nacía algo nuevo había dudas en todo el país. La polémica de si Raúl sí o Raúl no pudo molestar, pero no era eso, sino que desde fuera siempre se defendía lo contrario de lo que hacía Luis Aragonés. Decía blanco; pues negro. Decía negro; pues blanco. Era poner tensión. Y esas cosas, o te pasan factura o te hacen más fuerte. Por fortuna, a nosotros, que cerramos las puertas y nos fiamos al entrenador, nos fortaleció. El partido ante Dinamarca, en la fase de clasificación para la Euro de 2008, lo demostró.

En Aarhus se hizo una obra de arte de 65 toques y 27 pases que acabó en gol de Sergio Ramos. “¡Ahora sí que estamos!”, recuerdo que nos decíamos en el vestuario. Era, en definitiva, la confirmación de que existía nuestro estilo, de que sin polémicas ni discusiones se podían obtener buenos resultados. De repente, las palabras de nuestro argot —“tocamos”, “por abajo”, “no tenemos que cansarnos de tenerla, ya llegará”, “posesión, posesión”...— cobraban algo más de sentido.

Tras perder contra Francia, nos dimos cuenta de que el fútbol es mucho más que fútbol, de que para vencer hay que actuar desde la fe y el convencimiento en un estilo

Pero el encuentro más importante de la España moderna, al menos para mí, fue en la Eurocopa de Austria y Viena, cuando nos batimos ante Italia. El penalti decisivo de Cesc fue la mayor de las liberaciones porque supuso romper todos los mitos y las leyendas. Se superaba la maldita ronda de cuartos, se vencía a los italianos —que siempre nos habían ganado—, y se demostraba que nuestro fútbol era una realidad. El sentimiento y la voz del grupo se expresó en dos palabras: “Ahora, sí”.

Conquistada la Eurocopa, la hazaña del Mundial se podría considerar una consecuencia, una prolongación del estilo. También esta Euro, donde hay jugadores irrepetibles, donde Vicente Del Bosque delega las funciones entre sus jugadores, todos exitosos en sus clubes. Desde aquí, solo puedo pedirles a todos que no cambien, que sigan así porque España disfruta mucho con ellos. Creo, sinceramente, que esto es, simplemente, un punto y seguido.

* Carlos Marchena ha sido 69 veces internacional con España y ganó la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010.

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