Un equipo al servicio de CR
Portugal tiene un once muy definido con Cristiano como punto final ● Uno por uno de la selección portuguesa
La selección portuguesa trabaja al servicio de Cristiano Ronaldo, punto final categórico del juego colectivo. Con un once inicial muy definido (ha repetido alineación en los cuatro partidos), el equipo no se complica a la hora de sacar la pelota, por más que João Pereira y Coentrão sean unos torbellinos por los flancos. En la medular, Veloso, Moutinho y Meireles se reparten las tareas con diligencia y acierto, aunque ninguno brilla en la circulación ni en el pase resolutivo. Pero encuentran en los costados las soluciones a sus problemas, con la profundidad de Nani y las punzadas de CR, que traza la diagonal hasta el gol. El delantero centro, ciertamente estático, queda en el área en busca del rechazo o el lazo a un centro ocasional.
Paulo Bento. (Lisboa; 1969). Entrenador de Portugal. El técnico, segundo plato porque la federación portuguesa negoció antes con José Mourinho, ha resuelto en el torneo todas las dudas que le envolvían, sobre todo porque fue criticado por las riñas que mantuvo con futbolistas (Carvalho y Bosingwa) que, a raíz de eso, renunciaron a la selección. Estricto con su librillo, ya tuvo problemas en el Sporting de Lisboa con jugadores como Stojkovic, Vuckcevic y Carlos Martins. Pero los que se quedaron tras la criba generacional –Deco, Simão y Miguel, por ejemplo, renunciaron al equipo- tienen fe ciega en su fútbol. Superó con solvencia la repesca ante Bosnia y también el denominado grupo de la muerte de esta Euro (Holanda, Alemania y Dinamarca) para alcanzar ahora las semifinales. Tiene un once fijo y parece poco probable que lo cambie ante España, aunque hasta la fecha, todos los equipos han variado su cara para tratar de contrarrestar el juego de La Roja.
Rui Patricio. (Marrazes; 1988) Portero del Sporting de Portugal. De niño, convencido de que lo divertido era marcar goles y no encajarlos, jugaba de interior izquierdo. Hasta que el portero de su equipo cogió una rabieta y se marchó del campo. El técnico le dijo a Rui Patricio que se pusiera porque era el más alto. Y ya no se movió. Con 12 años, lo fichó el Sporting de Lisboa, donde se formó hasta debutar con el primer equipo. Pero no se asentó hasta que vendieron a Ricardo –su predecesor en la portería de la selección- al Betis y se lesionó Stojkovic. Fiable en los momentos de tensión –en su estreno paró un penalti y marcó un gol al Twente a la salida de un córner-, es la primera vez que el meta defiende a Portugal en un gran torneo, toda vez que en la Euro 08 no jugó un solo minuto y no fue convocado en el Mundial de Sudáfrica. Ahora es, sin embargo, la apuesta de Paulo Bento, que lo tuvo en el Sporting y que entiende que es un portero de reflejos, válido en el mano a mano y notable bajo los palos. Le falta pie para ayudar en la salida y destreza en los balones aéreos.
João Pereira. (Lisboa; 1984). Lateral derecho del Valencia. Zaguero de largo recorrido y todo un incordio para su pareja de baile porque no le cuesta nada atornillarse en campo ajeno y buscar la línea de fondo para sacar centros. Veloz, recupera la posición, y es un marcador notable, por más que le cueste defender su perfil malo. Pero se ha ganado, sin duda, ser reconocido como uno de los mejores laterales de esta Eurocopa. Producto de la cantera del Benfica, con Camacho jugó de extremo y con Koeman se perdió en el recuerdo, puesto que lo descendió al filial y después el club lo cedió al Gil Vicente. Fichado más tarde por el Braga, el Sporting de Portugal lo rescató para la élite con acierto, hasta el punto de que se ha ganado este año un contrato con el Valencia.
Pepe. (Maceió, Brasil; 1983). Central del Madrid. El defensa está mostrando su mejor versión en el torneo, toda vez que no ha sufrido cortocircuito alguno ni se ha prodigado con entradas agresivas. Todo lo contrario: solo se le contabiliza una falta. Formado en el Corinthians, Pepe tuvo que buscarse las castañas en equipos de segunda categoría de Portugal, hasta que se asentó en el Marítimo y, después, en el Oporto. El Madrid lo fichó por 30 millones. Fuerte, rápido, poderoso al choque y en el juego aéreo, se corrige de maravilla cuando se precipita y no tirita en los desplazamientos laterales. Es uno de los mejores centrales del planeta, aunque no le sobra calidad para ser la raíz del juego y su mayor defecto es la falta de pausa y reflexión en los momentos de tensión.
Bruno Alves. (Oporto; 1981). Central del Zenit. Después de tres cesiones (Farense, Vitoria Guimarães y AEK Atenas), se asentó en el Oporto gracias a la confianza de Jesualdo Ferreira, que lo colocó al lado de Pepe a su llegada. De familia futbolera -sus hermanos Geraldo y Júlio juegan en el Steaua de Bucarest y Besiktas, respectivamente-, Bruno decidió dar el salto al Zenit de San Petersburgo, atraído por la suculenta oferta económica. Fiado como pocos a sus capacidades, el central se empecina con demasiada insistencia en sacar el balón con desplazamientos largos, lo que no es su fuerte y le hace perder un sinfín de pelotas. Rápido y sensacional en el juego aéreo, quizá se cree más de lo que es, lo que supone una ventaja porque no se amilana ante nada ni nadie, pero también un inconveniente porque sus pifias son notorias.
Coentrão. (Vila do Conde; 1988). Lateral izquierdo del Madrid. Al igual que Pepe, está mostrando en Polonia y Ucrania su mejor versión, como ya hiciera en el pasado Mundial. Pertinaz en las ascensiones, acentúa más su ataque que la defensa. La Eurocopa le ha sentado de maravilla después de ser puesto en tela de juicio durante el curso en el Madrid porque, entre otras cosas, Mourinho siempre le dio carrete en los duelos importantes antes que a Marcelo, quizá el mejor lateral zurdo del mundo. Pero su relación con Mourinho es larga, hasta el punto de que ya lo probó cinco días –sin éxito- en el Chelsea cuando tenía 18 años, cuando apenas había salido de su pueblo pesquero Caxinas. Regresó a Rio Ave y de ahí un paso efímero por el Benfica, Nacional de Madeira y Zaragoza, donde se le vio más por la noche que en el césped, sobre todo porque el técnico no le quiso desde el principio.
Meireles. (Oporto; 1983). Volante del Chelsea. Tatuados todos los rincones del cuerpo desde que decidiera hacerse a los 18 años el primero, el centrocampista está mostrando en el torneo todas sus aptitudes. Jugador box to box [de área a área], no se desfonda en los 90 minutos y ocupa más terreno del que debe. Tiene facilidad para la llegada desde la segunda línea y no flaquea en el desplazamiento del balón. Impulsivo, sin embargo, a veces comete faltas demasiado vistosas y deja huecos para las líneas de pase de los contrarios. Tras cobrar un nombre en el Boavista, su carrera siempre ha sido efervescente, del Oporto al Liverpool –para sustituir a Mascherano- y de allí al Chelsea, donde este año ha ganado la Champions. Es excelente para acelerar los encuentros, aunque no tanto para ponerle el stop.
Veloso. (Coímbra; 1986). Mediocentro del Génova. Su llegada al Génova fue un capricho del presidente, que entendió que tenía a la nueva estrella de Portugal y que decidió ficharlo a cambio de 10 millones y Zapater, que había sido clave en la temporada y que era el ojo derecho de la grada. En Italia, sin embargo, no ha rendido como lo hiciera en el Sporting de Portugal, sobre todo porque necesita espacios y un segundo de más para sacar a relucir todo su talento, que se expresa en pases definitivos. Es el encargado de lanzar las jugadas a balón parado. Con buena técnica, su función defensiva no es excelente, pero se encuentra a gusto envuelto de los dos volantes, ya un trío inseparable, Moutinho y Meireles. Hijo del lateral Antonio Veloso [419 partidos con el Benfica], nadie pone en duda su titularidad con Portugal.
Moutinho. (Portimão; 1986). Mediocentro del Oporto. Sus padres no dudaron en dejar las costas del Algarve para ir a Lisboa, cuando el Sporting lo fichó con apenas 13 años. Bajito, atendió al pase y al regate como las soluciones a los topetazos, a la falta de juego aéreo. Le salió bien; a los 17 ya debutó con el primer equipo. Nunca le faltó coraje al medio –volante con Portugal-, que a los 19 años ya asumió el brazalete del equipo. Con gran predisposición para cerrar espacios, pulmones para cubrir parcelas, tampoco le hace ascos a organizar el juego ofensivo. Así lo entendió el Oporto, que lo fichó en 2010. Es un todoterreno, como muestra su hoja de servicio: desde 2005, no hay temporada en la que no sobrepase los 42 encuentros.
Nani. (Praia, Cabo Verde; 1986). Extremo del Manchester United. Las comparaciones con Cristiano Ronaldo han sido una constante en su carrera, sobre todo porque se formó como CR en el Sporting de Lisboa y porque luego recaló en el Mufc. Osado, pretendió al principio convertir cada jugada en una obra de arte, en un regate propio de Ronaldo, con bicicletas, quiebros y triquiñuelas. Pero no es lo mismo y, tras las críticas de Old Trafford, moderó su valentía. Irregular, ahora es capaz de lo mejor y de lo peor, de resolver un partido por su cuenta y estropear otro. Le cuesta dar el pase, un error porque lee el juego de maravilla y porque pone centros envenenados. Atiende a esta Euro, sin embargo, como su gran oportunidad, toda vez que se perdió el Mundial de Sudáfrica y que es intocable para Paulo Bento en la banda derecha para dar dinamismo y profundidad.
Hugo Almeida. (Coímbra; 1984). Delantero del Besiktas. La lesión de Hélder Postiga le ha hecho un hueco en el equipo, aunque tampoco se descarta que juegue de inicio Nelson Oliveira. Aunque le fichó la escuela del Oporto y llegó a instalarse en el primer equipo, nunca consiguió convencer a la afición de Do Dragão. Más reconocido en el Werder Bremen por su facilidad para armar el disparo en un santiamén y por su habilidad para cobrarse el sitio en el área rival, el delantero sufre cuando se le exige generar huecos con arrastre y participar del juego colectivo. Es un delantero centro a la vieja usanza. Punta ahora del Besiktas –le dio la Copa del curso anterior al equipo al resolver su penalti en la rueda fatídica-, tiene su oportunidad ante España. Pero es su posición, la de delantero, una flaqueza histórica del equipo luso, que desde Eusebio no ha contado con ningún fuera de serie, por más que por ahí desfilaran Jordão, Pauleta, Fernndo Gomes, Domingos, Nuno Gomes…
Cristiano Ronaldo. (Madeira; 1985). Extremo del Madrid. Criticado al inicio del torneo porque parecía poderle el ansia por marcar y por gustarse, con remates fallidos poco propios de él, CR eclosionó ante Holanda con dos goles y tampoco falló ante la República Checa. Futbolista completo, domina todas las suertes del fútbol ofensivo, desde el quiebro al remate, desde el cabezazo hasta la ejecución de las faltas. Supersónico en carrera, es imprevisible en el regate y sensacional para poner el punto final a las jugadas. Es un animal competitivo sin paragón y en él recae casi toda la responsabilidad del gol de Portugal, lo que le permite desentenderse un poco de las labores defensivas, como aprueba Bento desde el banquillo. Si no está ya decidido, probablemente un buen partido suyo ante España sirva para decantar a su favor el galardón del Balón de Oro.
Banquillo. No tiene Portugal mucha profundidad de armario, con futbolistas de segundo nivel y poco habituados a resolver entuertos. Rolando es una alternativa para el centro de la zaga, también refuerzo fortuito para la medular en caso de que se necesite abrochar el encuentro. Custódio y Micael son dos medios de brega, con poco pase pero mucha generosidad en el esfuerzo. Quaresma, ya desbravado, ofrece una alternativa en la banda. Pero parece más probable que sea Varela el extremo requerido en caso de apuro, puesto que ya le marcó Dinamarca. Arriba, oposita Nelson Oliveira, menos estático que Almeida y más habilidoso con el cuero en las botas.
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