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BALONCESTO | JUEGOS OLÍMPICOS

De Saitama a Londres: el viaje del Chacho

Sergio Rodríguez regresa a la selección cinco años después, tras recuperar la versión que le valió la condición de niño prodigio del baloncesto español

Faustino Sáez
Sergio Rodríguez, celebra la conquista del Mundial de Japón de 2006
Sergio Rodríguez, celebra la conquista del Mundial de Japón de 2006REUTERS

Un lustro después Sergio Rodríguez regresa a la selección. La espera se le ha hecho una eternidad. Pero tras una temporada notable con el Madrid, coronada con una excelsa actuación sin premio en los playoff, Scariolo se ha decidido a reclutarle para los Juegos Olímpicos, donde cubrirá la ausencia por lesión de Ricky Rubio.

“La selección es un reto pendiente. Para mí siempre ha sido algo prioritario, pero llevo mucho tiempo sin estar en el grupo, así que tampoco puedo estar martirizándome constantemente por no ir. Si yo hago mi trabajo durante el año y no es suficiente tendré que seguir esforzándome para mejorar y poder volver algún día”, proclamaba el base canario cada vez que salía a cuento el tema que más le quitaba el sueño. Un idilio interrumpido que ahora retoma y que había comenzado hace ocho años.

El Chacho fue pieza clave de la selección Sub 18 que ganó el Europeo de 2004 en Zaragoza. Seis años después de que los Gasol, Navarro, Felipe Reyes y compañía ganaran el oro junior por primera vez en la historia del baloncesto español, la generación del 86 repetía gesta con Sergio deslumbrando en la dirección del equipo. Fue elegido MVP del campeonato con 19 puntos y 8,5 asistencias de media por partido y se coronó en la final con 20 puntos y 11 asistencias. Su talento precoz le llevó a la selección absoluta un año más tarde en el Eurobasket de Serbia, cuando apenas tenía 19 años. Sus asistencias geniales y su vértigo capaz de destartalar cualquier defensa, conectaron pronto con el grupo. El jugador revelación de la Liga ACB de esa misma temporada había llegado para quedarse.

Fue elegido MVP del europeo sub 18 de 2004 con 19 puntos y 8,5 asistencias de media por partido

En 2006, Pepu Hernández, que le había dado la alternativa en Estudiantes, le convocó para el Mundial de Japón donde se ganó un hueco en la enciclopedia junto a una generación de leyenda. Saitama asistió a su doctorado en la semifinal ante Argentina (75-74). Con Navarro desatinado y Calderón tieso, Sergio reclamó los focos, aguantó el pulso a Ginóbili, anotó 14 puntos (con tres de tres en triples) y guio a España hasta las puertas del título con una actuación memorable. Aquel campeonato le dio el impulso definitivo para lanzarse a hacer las Américas con solo 20 años. Pero, entre la valentía y la temeridad la aventura no le salió del todo bien.

Tras cuatro años y 290 partidos en la NBA, donde jugó en Portland, Sacramento y Nueva York, regresó a España en el verano de 2010 buscando volver a sentirse importante. Le esperaba el segundo proyecto de Messina en el Madrid. “No he estado dando tumbos por Estados Unidos. He aprendido muchas cosas, ha sido una experiencia positiva y vuelvo con la misma ilusión que cuando empecé”, contaba a su vuelta. Por el camino quedaron en aquellos años la plata en el Eurobasket de Madrid de 2007 y la mayor decepción de su carrera cuando Aíto le dejó fuera de la lista para los Juegos de Pekín. Ahí comenzó su particular travesía del desierto con la selección.

La decepción de verse descabalgado de ese grupo ganador le instaló en la eterna reivindicación de su juego y su expediente que por momentos ofuscó su talento. Su readaptación al baloncesto europeo se trompicó en medio de las turbulencias con las que concluyó el periplo de Messina en el banquillo madridista. Dejó fogonazos de clase, pero le faltó continuidad. No ha sido hasta esta temporada, cuando de la mano de Pablo Laso, ha recuperado su mejor versión. El técnico vitoriano le soltó los grilletes y su pareja con Llull ha resultado uno de los principales valores del estilo descarado y vertiginoso implantado por el conjunto blanco. “Es posible que esté viviendo el mejor momento de mi carrera. Estoy contento porque he trabajado mucho”, afirmaba en medio de la final de liga ACB ante el Barcelona. El Madrid cayó en el quinto partido y se quedó sin título, pero para entonces Sergio Rodríguez ya había firmado unos playoff primorosos con varias plusmarcas particulares. Jamás había anotado más de cuatro triples en un partido, pero en el cuarto partido de la serie de semifinales ante el Caja Laboral rompió el registro con cinco de los seis lanzamientos que intentó. Dos días antes, también en el Buesa Arena, su tres de tres en triples había salvado el primer match point del Madrid ante los de Ivanovic. También fue de nota su actuación en el segundo partido de la final cuando con 14 puntos y cuatro de cinco en triples selló la remontada de su equipo en el Palau. Y así hasta completar quizá su mejor racha como profesional. Sobresaliente en el tiro, brillante en la dirección. La mejor candidatura para postularse de nuevo para vestir La Roja con 26 años recién cumplidos.

En su hoja de servicios de esta temporada constan 66 partidos en los que ha promediado 20,2 minutos, 6,1 puntos, 1,9 rebotes y 3,3 asistencias. Números que acreditan su regreso a la selección. Tocó el cielo en Japón y ahora se subirá al avión camino de Londres en busca del único oro que le falta a España. El oro olímpico.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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