La inspiración de Sergio Rodríguez

Hay momentos en los que la confianza, la pericia y la puntería se alinean como en una conjunción astral. Un efecto dominó que ensancha el diámetro del aro y encumbra al lanzador sin atender a los precedentes. Sergio Rodríguez se ha convertido en la principal baza ofensiva del Madrid en la final ante el Barcelona merced a una inopinada secuencia de aciertos desde el perímetro. Su cuatro de cinco en triples el pasado jueves en el Palau les valió a los blancos la remontada en el partido y el empate a uno en la serie, que esta noche (22.00, TVE-1) vivirá su tercer episodio. Los de Laso se agarran a la inspiración del base tinerfeño para tomar ventaja en el pulso.

“Todo esto es, en gran medida, gracias a la trabajo y también, un poco, gracias a la suerte. Me encuentro muy bien, con seguridad y estoy tirando cómodo. Ahora este porcentaje equilibra otras rachas malas que he podido tener durante la temporada. Pero toda mi vida he trabajado muchísimo para mejorar el lanzamiento de tres”, asegura El Chacho, iluminado más allá del 6,75 desde que comenzaron las eliminatorias por el título hace poco más de tres semanas.

Sergio concluyó la temporada regular con 19 aciertos de 63 lanzamientos de tres. Un porcentaje de acierto muy similar al de la pasada temporada, su primer curso en el Madrid, cuando anotó 20 de 60 y casi idéntico al de su estreno en la ACB con el Estudiantes hace ocho años, cuando firmó 19 de 60.

Con 18 triples de 23 intentos (78,26%) en los nueve partidos del playoff, Rodríguez se ha convertido en la principal baza ofensiva del Madrid

Su mirada mezcla la picardía de aquel niño prodigio (jugador revelación de la Liga en 2005 y campeón del mundo en 2006 con apenas 20 años) con el desencanto reivindicativo del que mantiene cuentas pendientes con la gloria. En 2008, cuando se quedó fuera de la lista de Aíto para los juegos de Pekín, se encomendó a John Townsend, prócer de las técnicas de lanzamiento en Estados Unidos. Aquel verano se sometió a jornadas intensivas de tiro con el técnico a modo de catarsis y, desde entonces, fijó la línea de tres como refugio de ambiciones y redención de frustraciones. A pesar de todo, en sus cuatro temporadas en la NBA no superó el 36% de acierto desde el perímetro. Pero de un plumazo ha alcanzado la afinación perfecta, significándose antes de la inminente llegada de más competencia para su puesto con el fichaje de Dontaye Draper (base estadounidense del Cedevita de Zagreb de 27 años).

“Es posible que esté viviendo el mejor momento de mi carrera. Estoy contento porque he trabajado mucho durante el año y he llegado bien al momento importante de la temporada, pero hay que seguir. No vale con lo hecho hasta ahora”, cuenta. Sergio Rodríguez ha decidido opositar a héroe de su equipo. Jamás había anotado más de cuatro triples en un partido, pero en el cuarto partido de la serie de semifinales ante el Caja Laboral rompió el registro al convertir cinco de los seis lanzamientos que intentó. Dos días antes también en el Buesa Arena, su tres de tres en triples había salvado el primer match point del Madrid ante los de Ivanovic. Y así hasta un expediente excelso con 18 aciertos de 23 intentos en los nueve partidos del playoff, donde se ha convertido en el segundo máximo anotador del conjunto de Laso con 10,3 puntos por partido (solo superado por los 11,8 de Velickovic). Su mejor racha como profesional.

El Chacho cumple mañana 26 años y, casualidades del calendario, su pareja de baile en la final, Juan Carlos Navarro, llegará a los 32 el miércoles. “Son coincidencias. Viví la misma circunstancia cuando disputé la final con el Estudiantes en 2004. Cumplí los 18 años el día antes del quinto partido en Barcelona. Navarro cumplía entonces los 24 justo el día del encuentro definitivo y, aquella vez, él tuvo la celebración completa. En esta ocasión espero aguarle la fiesta”. Gran parte del destino del título pasará por las manos de los dos cumpleañeros y por su baile en el perímetro. Sergio Rodríguez se ha puesto el traje de gala.

Crónica primer partido: Un triple demoledor noquea al Madrid

Crónica segundo partido: El Madrid se gradúa en el Palau