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Mario Gómez, 2; Cristiano, 0

El delantero alemán ha ganado este curso dos veces la partida al portugués

Mario Gómez celebra su gol.
Mario Gómez celebra su gol.PATRIK STOLLARZ (AFP)

Repantigado en el asiento delantero del avión, en la madrugada del domingo, de Lviv a la base de Gdansk, Mario Gómez (Riedlingen, Alemania; 1985) no podía parar de sonreír. Era un hombre feliz. Tras pasar el control antidopaje, perdió el vuelo de sus compañeros y voló en un chárter de periodistas germanos. Allí estaba también su novia, Silvia, que aguzó el oído cuando escuchó hablar a los reporteros sobre su prometido. Lo primero fueron las bromas del entrenador, Joachim Löw, reconociendo su enfado con el cuarto árbitro por no permitirle cambiar antes a Gómez por Klose. Después, la continuidad de las chanzas por parte de Klose, que se preguntaba por qué no echó antes alguien la pelota fuera para facilitar su entrada en el campo. El caso es que, mientras el cartel del cuarto árbitro señalaba el número de Gómez para enfilar el camino del vestuario, el delantero de ascendencia granadina dio la victoria a Alemania ante Portugal de un cabezazo cruzado (1-0).

El problema endémico de la selección lusa ha sido la falta de un goleador

“Era mi última oportunidad”, reconoció el propio Gómez. La última bala antes de ser despedido, quién sabe si para el resto del torneo. Su actuación hasta ese minuto 73 había sido decepcionante. Como lo fue en los anteriores grandes campeonatos, en la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010. Con la diferencia de que esta vez llega con el prestigio de un goleador consolidado en su última temporada en el Bayern Múnich: 41 goles en 52 partidos. La esquizofrenia de Gómez es que, siendo de ascendencia española, vive en un cuerpo de alemán (mide 1,89 metros), pero tiene la mentalidad de un latino. Quiere divertirse y participar en el juego, pero no siempre lo consigue. En el choque contra Portugal estuvo ausente, sin que los extremos, Müller y Podolski, llegaran a la línea de fondo para centrar y buscar su remate. Con todo, el diario sensacionalista Bild se dejó llevar por la euforia del gol y tituló: “Gómez, eres grande”.

Otros, sin embargo, fueron mucho más críticos. Mehmed Scholl, excentrocampista creativo del Bayern y de la selección alemana, tiró con bala: “No existen ya delanteros centros que no ayuden a sus compañeros y que se dediquen solo a esperar los pases. Es demasiado poco lo que aporta Gómez”. “Es un clásico delantero centro. No le podemos pedir tanto”, terció Lothar Matthäus, el excapitán de Alemania.

Al final, en dos remates, los dos de cabeza, Gómez consiguió un gol válido y otro mal anulado.

Esta vez, Gómez llega con el prestigio de un goleador consolidado en su última temporada en el Bayern Múnich: 41 goles en 52 partidos

En la otra esquina, Cristiano Ronaldo, que remató cuatro veces, se quedó sin recompensa alguna. El séquito de su representante, Jorge Mendes, vio el partido en directo en el estadio Arena, de Lviv. Llegó acompañado de José Mourinho, el técnico del Madrid, al que muchos consideran el entrenador en la sombra de la selección portuguesa. Su gesto, con los dedos índices imitando un disparo, dirigido a los jugadores tras haber escuchado el himno luso, trataba de motivar a los chicos de Paulo Bento. Este se dio por satisfecho con el juego ante Alemania. “Tuvimos el control hasta el gol y después una reacción por la que merecimos, como mínimo, empatar”, analizó.

El Madrid estuvo muy presente en el choque germano-luso. Khedira y Özil por parte alemana. Pepe y Cristiano, por parte portuguesa. El éxito de Gómez, además, supuso que el delantero del Bayern se impusiera a Cristiano por segunda vez en esta campaña: la primera fue en las semifinales de la Champions, aunque Portugal, esta vez, mereció más.

Es cierto que Cristiano estuvo algo perezoso en la primera parte, pero en la segunda sí fue el atacante total del Bernabéu. Percutió por la izquierda media docena de veces, superando con mucha facilidad en el uno contra uno a un flojo Boateng, pero sus centros hacia atrás no encontraron finalizador. Ese ha sido un problema endémico en la selección portuguesa. Su falta de un goleador. No lo es Cristiano, que promedia un tercio de tantos menos en su equipo nacional que en el Madrid. Y tampoco lo fue un irrelevante Helder Postiga. A la espera de si el joven Nelson Pereira se consolida en el puesto, Portugal echa mucho de menos a Pauleta, trajeado en el viaje de vuelta junto a los miembros de la federación.

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